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lunes, 9 de enero de 2017

CRÓNICAS DE UN FRIKI XX



CRÓNICAS DE UN FRIKI XX

 Los juegos de rol; quinta parte.
El nacimiento del Círculo del Dragón.
 
            Seguimos adelante con las Crónicas de un friki relacionadas con mi faceta de jugador de rol. Ya vimos en la anterior entrada como el suceso conocido como “el crimen del rol” vino a colocar una etiqueta de depravación mental al juego y otra de “raritos” a los roleros. Por culpa de la estupidez de la inmensa mayoría de la sociedad y sobre todo por culpa de unos medios de comunicación más interesados en captar audiencia que en investigar y narrar la verdad (vaya, como siguen haciendo en la actualidad), los roleros sufrimos una persecución mediática y una presión social que durante muchos años, casi dos décadas, hizo que el rol en España casi desapareciera y que el jugarlo fuera casi imposible si no querías que te señalaran y denunciaran a los sicarios de lo políticamente correcto. Esto, unido a otros factores como la aparición del Magic, de los videojuegos o al escaso interés que de siempre se ha tenido en la Educación de potenciar la parte lúdica de los alumnos como forma de mejorar su aprendizaje, llevó a que no existiera un nuevo relevo generacional de chavales que
pudieran mantener la llama del rol bien encendida. Hubo muchos más factores, claro, pero estos fueron los principales. Afortunadamente, hoy en día el rol ya no tiene esa mala fama y prácticamente casi nadie se acuerda del “crimen del rol” y de los fatídicos años 90 para el juego en cuestión, y aunque el rol es más bien marginal y cosa de unos pocos, siguen existiendo grupos de jugadores que se dividen en dos grandes bandos: los veteranos que nunca dejaron de jugar o que lo han vuelto a hacer y los nuevos que se arriman al rol animados por las temáticas tipo vampiros, manga o fantasía al estilo “Juego de Tronos” o “El Señor de los Anillos”.
            Continuemos donde lo dejamos, que fue en que mi grupo estaba compuesto por cuatro jugadores que durante muchos meses nos teníamos que reunir los domingos en mi casa para poder darle al vicio. Éramos Dani, Maikel, Oli y mi persona. Pero era evidente que no podíamos continuar así, pues cuatro jugadores era un número bajo para poder jugar con total satisfacción. Era necesario ampliar el número de jugadores al menos en uno o dos más. Probamos con anuncios en periódicos, carteles en universidades… pero nada. Cuando ya creíamos que no podríamos encontrar gente, ocurrió un hecho que llevó al nacimiento del Círculo del Dragón.

Llega el Ojo del Terror

            Como ya sabréis si habéis leído las anteriores entradas o mis “Crónicas lupinas”, participé, junto a Dani, Soriano y Maikel, en la creación de una asociación de wargammes llamada Ojo del Terror que en un principio iba a ser para jugar en exclusiva al Warhammer 40.000. Para ello, el Ayuntamiento de Getafe, al ser una asociación legalmente constituida por la Comunidad de Madrid, nos cedió una sala en el Centro Cívico situado en el barrio de San Isidro. No voy a entrar en detalles sobre el primer año de vida del Ojo del Terror, baste decir que en un momento dado, alguien propuso que la sala del centro podría servir para jugar al rol los domingos. Soriano, que no participaba en nuestro grupo de rol, no puso objeciones e incluso se apuntó, con lo que el grupo aumentó en un componente más. Dimos inicio a una nueva etapa donde los domingos quedábamos para jugar al rol en el Centro Cívico.
            Con la incorporación de nuevos miembros al Ojo del Terror, que acudían atraídos por la posibilidad de jugar al Warhammer 40.000 o al Fantasy, nuestras actividades roleras sufrieron un gran cambio y para mejor. Hay que decir que los nuevos socios que entraron a formar parte del Ojo del Terror eran chavales más jóvenes que nosotros, miembros fundadores y roleros, por lo que trajeron consigo frescura, ambición, ganas y nuevas ideas. Es más, ellos fueron los que atrajeron a sus amistades al club consiguiendo que aumentara en gran medida el número de socios entrando en lo que en la asociación siempre hemos considerado como la Edad de Oro del Ojo del Terror. De esa edad dorada también se supo aprovechar el rol.


El Círculo del Dragón

            Que los domingos, en un rincón del club, se pusieran a jugar al rol unos pocos llamó la atención del resto de socios. Algunos no conocían el rol, pero otros que venían del instituto o de la universidad sí y enseguida mostraron interés en apuntarse a las partidas. Se dio el hecho curioso de que pasamos de ser escasos componentes a tener que dividirnos en grupos para jugar porque éramos demasiados. Desde entonces y por casi cinco años, todos los domingos se llevaba a cabo en el Centro Cívico el ritual de jugar al rol. Fue una etapa de lo más maravillosa, pues no faltábamos a nuestra cita e íbamos alternando los diferentes juegos así como jugadores. Cuando Oli terminaba una aventura de “Vampiro, la mascarada”, Maikel arbitraba una de “La llamada de Cthulhu” o yo mismo una de “El Señor de los Anillos” o de “Era Hiborea”. A veces nuestras partidas estaban formadas por cuatro o cinco jugadores, pero llegué a arbitrar partidas de hasta diez jugadores. Por supuesto, eran partidas especiales, y de estas hablaré ahora para demostrar hasta qué punto nos involucrábamos en el juego y nos lo pasábamos genial.
            Pero antes, quiero insistir en el hecho de que a pesar de todos nuestros esfuerzos, los juegos de rol seguían gozando de muy mala fama y no estaba bien visto que se jugara a ellos. Paradójicamente, esos tiempos fueron de alza para los juegos de rol, pues el arrollador éxito de “Vampiro, la mascarada” trajo consigo que otros juegos se relanzaran o que salieran nuevas editoriales que apostaran por los juegos de mesa y sus variantes los juegos de rol por ordenador o por consola. A pesar de todos los impedimentos sociales, el rol se propagó especialmente por las universidades y durante unos años se jugó mucho entre los alumnos, dando la sensación de que el rol gozaría de salud por los tiempos. Mas como he dicho, no existió el relevo generacional y de estar en todo lo alto el rol pasó a caer hacia abajo para no volver a levantarse más; quizás en un futuro…
           
Anécdotas de los roleros

            La mala fama del rol era producto de las mentes cerradas y calenturientas de muchos, pero hay que reconocer que nosotros, los roleros, también solíamos contribuir a dicha mala fama. Voy a poner dos ejemplos de ello para que me entiendan. El primero es que, tras terminar la partida de la tarde, los roleros somos muy dados a comentar los pormenores de la misma; es un deporte nacional en España el darle vueltas a lo que se pudo hacer y no se hizo. Así, nos podemos encontrar con una conversación de este tipo.
—Que mala suerte, justo cuando tengo el poder máximo para poder destrozar enemigos saco una tirada de pifia en los dados.
—No te quejes, que yo ahora tengo que intentar sobrevivir a una flecha envenenada.
—A mí se me ha dado bien. He logrado matar a dos orcos y después he entrado a saco en el castillo cargándome todo lo que encontraba.
—El que se ha pasado un poco era Juan. Mira que entrar a la taberna y matar a palazos al posadero y luego prender fuego a la taberna.
—Ya, pero piensa que estaba hechizado y creía estar viendo orcos.
—¡Maldito brujo! Cuando le encuentre le meto mi espada por el cul…
            Y claro, manteníamos estas sesudas conversaciones en la calle, en el vagón del Tren, en el parque, donde fuera, alegremente y sin cortarnos ni un pelo, con naturalidad. Y la gente de alrededor escuchando hablar a esos locos que decían cosas como que mataban orcos, destrozaban enemigos y escuchaban el lamento de sus mujeres. ¿Qué iban a pensar entonces que otra cosa que el rol sí que pervertía las tiernas e inocentes mentes de sus hijos? 


            Otra anécdota son las que suelen ocurrir cuando se juega al rol en vivo. ¿Sabéis lo que es? Bueno, pues el rol es un juego que se basa en su 90% en la interpretación de un personaje. De ahí a llevarlo a la práctica real sólo hubo un paso y se dio. Pronto surgieron asociaciones que se dedicaron a organizar partidas de rol en vivo. Quedábamos en un punto determinado de una ciudad, se creaba una partida y se organizaba, con varios másteres arbitrando y coordinando. Las reglas eran bien fáciles, las características de los personajes se plasmaban en pequeñas fichas que indicaban lo principal y, hala, a jugar a las calles. Me acuerdo especialmente de la mejor partida de rol en vivo en la que participe que fue en Getafe; de Vampiro, la mascarada concretamente.
            Como no podía ser de otro modo, existían dos facciones de vampiros: la Camarilla y el Sabbat, ambos en guerra por la dominación de Getafe. Nuestros objetivos eran establecer alianzas con los vampiros residentes y eliminar a los enemigos. Para eso, nos desplazábamos de un punto a otro de Getafe interpretando a nuestros personajes con total escrupulosidad y metidos de lleno en la fantasía. Lo que no podíamos saber ninguno de los dos bandos es que existía una tercera facción que también pugnaba por el control de Getafe: desde los sombríos parques del Sector 3 acudieron los hombres-lobo para darnos p’al pelo.
            Como vampiro Gangrel y fuerza de choque, mi papel era básicamente el rastrear enemigos y acabar con ellos. Para ello, usaba mis garras, velocidad y poderes sobrenaturales que eran el terror de muchos vampiros. Los combates eran terribles, y no solamente empleábamos nuestros dones, sino también poderosas armas de fuego. Tiros por aquí, me curo con sangre, te destrozo en dos mitades, acabo contigo y de paso me bebo toda tu sangre, aquel que entra en frenesí, allí uno que intenta dominar mentalmente a un mortal para que acate sus órdenes y esos huyen montados en un todo terreno a disparo limpio. Por supuesto, nada de esto ocurría en realidad. No era más que nuestra imaginación funcionando a plena velocidad.

            Lo que realmente sucedía es que un combate se dirimía acercándose a un contrario y diciendo: “Tengo fuerza 3 y celeridad 3” “Porras, tengo menos que tu y encima ando mal de sangre” “Pues te gano”. Y si hay empate, se desempata con piedra, papel y tijera. Así que observad bien a ese grupito raro de chicos y chicas disfrazados en plan gótico y no se sabe muy bien que enarbolando unos papelitos y discutiendo entre ellos  en plan “tengo mayor poder mental que tu”. “mi ofuscación puede a sus sentidos agudos” y cosas similares o simplemente mirándose de malos modos y haciendo gestos muy raros con las manos (lenguajes de códigos para activación de poderes). Aquella noche en Getafe éramos más de medio centenar de “tipos raros” jugando al rol en vivo. Causamos mucha sensación, y no toda para bien para empezar, aunque no hiciéramos nada ni tan siquiera mancháramos las aceras (los roleros siempre hemos sido muy limpios, educados y respetuosos con el entorno). Fue súper divertido, aunque en más de una ocasión tuviéramos que dar explicaciones a la Policía que, curiosa, nos interrogó sobre lo que estábamos haciendo. “Tranquilos, agentes, ya me he cargado a dos cabrones del Sabbat y Getafe pronto será nuestra y estará en paz”. Repuesta literal de un compañero rolero a un policía.
            Por cierto, al final quienes ganaron la partida fueron los hombres-lobo. Nos escabechinaron, sajaron y mordieron con gran profusión. Yo logré salvar mi no-muerto pellejo, pero tuve que salir huyendo con mi celeridad 3 de Getafe a toda leche si no quería acabar siendo la cena de un lupino.


Vuelta al Círculo del Dragón

            Por supuesto, las partidas de rol en vivo eran una excepción. Llevaba mucho tiempo poder crear y organizar una, y era muy agotador el coordinarlas durante el tiempo que se jugaba. Eran partidas que se jugaban un par de veces al año y no todas eran realmente buenas o estaban a la altura de lo que se esperaba. Así, lo corriente era seguir jugando los domingos en el Ojo del Terror tranquilamente al rol de “toda la vida”. Como he dicho más arriba, tuvimos que organizarnos en diferentes grupos para que todos pudiéramos jugar y la verdad es que fue divertido. De forma natural e instintiva los grupos se formaron de forma afín: los veteranos a un lado, los nuevos a otros, los más jóvenes por allá y los que se conocían del barrio por aquí.

            Se jugó mucho y muy bien, pero lo mejor llegó cuando, gracias a la experiencia de haber jugado con el Máster de los Másteres, me propuse dar un giro nuevo al rol y crear partidas diferentes.
            Pero de ello hablaré en la siguiente entrada, enlazando directamente con la Edad de Oro del Círculo del Dragón, el porqué de su nombre y las emocionantes partidas que llevamos a cabo. No os lo perdáis.

Continuará…

               
Si te gustan las Crónicas de un Friki, aquí tienes los enlaces para ir a la primera entrega y la penúltima. Únicamente pincha en los nombres.
            Son mi iniciación en el mundo del Warhammer 40.000 y digamos una continuación de Crónicas de un Friki a partir del cierre de la tienda.