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lunes, 8 de julio de 2013

LOS ESCRITORES SOMOS PROFESIONALES. SEGUNDA PARTE.



LOS ESCRITORES SOMOS PROFESIONALES. SEGUNDA PARTE.


            Continuación de la entrada anterior. Si no has leído la primera parte, pincha AQUÍ e irás directo a ella.

Escribir es muy duro.

            Con el ejemplo que he puesto antes acerca del tiempo que me llevó escribir mi trilogía de novela histórica CRÓNICAS DE UN CONQUISTADOR, creo que he ilustrado correctamente el arduo trabajo que hay tras la profesión de escritor. No se trata solamente de sentarse delante del teclado y de la pantalla del ordenador y ponerse a aporrear las teclas. Las novelas no se escriben solas y para escribir una buena novela antes se necesita haber estudiado mucho, poseer técnica, imaginación y una buena preparación que suele consistir en años de intenso esfuerzo. Aunque se posea el Don de la imaginación y la narrativa, se debe pulir dicho don como los atletas deben entrenar antes de verse preparados para competir al más alto nivel. Además, escribir no es tan fácil como parece. Siempre que me he encontrado con personas que aseguraban que escribir no es difícil les he sacado de su error con una sencilla prueba: describe al detalle lo que estás viendo en ese momento. Entonces se dan cuenta de su error, porque puedes entender lo que ves, lo que tu mente te dice, pero expresarlo en palabras ya es muy diferente. Igual que no todo el mundo puede pintar un cuadro, aunque conozca las técnicas para hacerlo, no todos sirven para narrar historias aunque se sepa escribir y leer.
            Escribir agota, es un trabajo que si bien no requiere un esfuerzo físico, sí lo demanda mentalmente y eso agota. Los estudiantes saben de lo que hablo, es más agotador largas horas de estudio que jugar un partido de fútbol con los amigos. Escribir un libro te puede llevar entre semanas, meses e incluso años, ya he dicho que escribir la trilogía de CRÓNICAS DE UN CONQUISTADOR me llevó casi cuatro años incluyendo la fase previa de estudio. También suele ser frustrante, pues tienes que escribir a la vez que trabajas en otras profesiones y no sueles tener todo el tiempo que quisieras para dedicarlo a la escritura. Como ya he comentado también anteriormente, si encima tienes un trabajo agotador o de largos horarios, el cansancio puede hacer mella en tu calidad de escritor.
            Es otro mito aquello de que los autores suelen escribir por la noche o de madrugada, que es cuando la inspiración les acude a la mente. Para empezar, eso de la inspiración es otro mito demasiado hinchado pero al que no le puedo prestar atención en estos momentos pues no es este el lugar, ya escribiré sobre ello en otra ocasión. Un escritor necesita tener la mente despejada, relajada y preparada para afrontar el tener que estar una, dos, cuatro o seis horas delante de una pantalla o un papel escribiendo sin cesar. Hay autores que escriben todos los días un par de horas, otros que lo hacen siete horas pero dos días a la semana, unos después de comer, otros por la mañana, tras desayunar, aquellos prefieren por la tarde y los más afortunados ya poseen su despacho en su casa y sus horarios que nadie interrumpe. Como sea, la cuestión es que la mente del escritor es su mayor tesoro, pues es donde se ubica el Don, y por eso debe cuidarla y procurar que siempre se encuentre preparada para el trabajo. Si nos pasamos todo el día trabajando, o de diversión, y luego esperamos a escribir por la noche, con el consabido agotamiento y torpeza mental, entonces lo más seguro es que nos salgan churros en vez de frases coherentes y nuestras obras sean más bien de dudosa calidad. Escribir es, por tanto, un gran trabajo que conlleva un enorme esfuerzo y mucha capacidad de sacrificio y sobre todo disciplina.

Hay que educar el Don.

            No basta con poseer imaginación, talento y técnica, el Don es algo que se debe alimentar y si un deportista alimenta su cuerpo con las mejores comidas y procura entrenar para estar en forma, lo mismo debe hacer un autor. En este caso, el escritor debe pasarse el resto de su vida leyendo, asimilando lo que los grandes autores de todos los tiempos han escrito. Tiene que tener una vasta cultura, debe ver mundo y debe experimentar la Vida por sí mismo, lo que repercutirá de forma beneficiosa en sus obras. Por tanto, el escritor se ve inmerso en un continuo aprendizaje que será por siempre, pues el buen autor siente constantemente la imperiosa sensación de que debe mejorar y que lo aprendido hasta el momento es tan sólo una fracción de lo que le queda por aprender. Hay muy pocas profesiones que exijan tanto compromiso como la de escritor, y esto es algo que muy pocas personas saben o comprenden.

La falta de respeto hacia la figura del autor.

            Dado que, en ocasiones, la figura del autor es menospreciada, o ninguneada y prácticamente se encuentra indefenso ante los varapalos que las empresas le quieran dar, esto nos lleva a que si se menosprecia al escritor, entonces, lógicamente, se hará lo mismo con sus obras. Y de estos lodos vienen las piraterías que azotan al mundo de la Cultura. Porque la piratería no es solamente robar el esfuerzo y el trabajo de una determinada persona, sino que implica vulnerar gravemente sus derechos de una forma que no podemos ni imaginar.
            Comprended esto que os escribo. Si tras estar cinco años estudiando a fondo, escribiendo la novela de tu vida, sacrificando tu tiempo y dinero, teniendo que afrontar la falta de comprensión de los demás hacia tu carrera descubres, un buen día, que tu novela ha sido copiada, que circula de forma ilegal por tiendas o por campus universitarios o que sencillamente se han apropiado de tus derechos de autor por la cara entonces el terrible disgusto que te llevas no tiene palabras para describirse. Y junto con robar tu obra se junta el no comprender que lo tuyo es una profesión, que se te debe una justa remuneración y que se tienen los mismos derechos y deberes que cualquier trabajador.
            Con todo, el control con las editoriales y empresas que se dedican al mundo de la literatura es más o menos fácil, pues existen mecanismos de defensa a la vez que la inmensa mayoría de editoriales, si bien no pagan con justicia al autor, al menos no vulneran sus derechos. Lo difícil es atajar la piratería cuando se trata del gran público, pues aquí intervienen demasiados factores que hacen que se piratee y por tanto se vulneren los derechos de autor por el menosprecio que hacia la figura del escritor, su trabajo y sus obras se tiene. Si añadimos la ignorancia y una pésima educación se puede entender que en los países donde el mayor fracaso escolar se dé, o la Educación se encuentre en manos de políticos o los poderes establecidos que únicamente deseen una masa social adormecida culturalmente para sus propios fines, entonces nos encontramos con las constantes injusticias a las que se ven sometidas los autores.
            En España en concreto, aparte de la absoluta falta de interés por parte del Estado o de los diferentes gobiernos de las Autonomías, nos encontramos con leyes injustas e ilógicas que no buscan el ideal de que la Cultura debe ser accesible a todos, sino que más bien la tratan como medio con que ganarse al electorado y un arma a utilizar contra sus oponentes políticos. Así, es fácil comprobar que parte del mundo de la Cultura en España está prostituida a los poderes del momento, con el consiguiente daño que se hace tanto a la Cultura como a los ciudadanos que al sentir esa manipulación y prostitución se alejan de la Cultura y la menosprecian aún más, haciendo pagar a justos por pecadores.

Conclusiones finales.

            La meta de un escritor es que sus relatos sean publicados para que los lectores disfruten con sus historias. Aparte de eso, que es la mayor meta, tiene que lidiar con la dignificación de su profesión, luchar por leyes justas y evitar que la Cultura sea utilizada como arma en vez de cómo herramienta para convertir a las personas en algo mucho mejor. Y todo pasa una vez más por la Educación. Solamente una sociedad educada en unos valores de convivencia, libertad, respeto, tolerancia, esfuerzo, trabajo y deberes puede aceptar y comprender en su totalidad que la Cultura no es un capricho ni una exigencia, sino un privilegio que se debe tratar con sumo respeto, el mismo respeto que se le debe a quienes se dedican con todo su esfuerzo y sacrificio a que esa Cultura pueda seguir adelante engrandeciendo al género humano. El oficio de escritor no puede estar supeditado a los caprichos de las empresas, ni al abandono de los políticos que únicamente se interesen por la literatura como modo de ganar votos, ni a la depredación de una sociedad decadente e ignorante que confunde Cultura con el robo de la propiedad, intelectual en este caso.
            No se trata de convertir a los escritores en ricos, ni de ponerse a recaudar dinero como locos tal y como hizo cierta entidad que se supone protegía los derechos de artistas del mundo de la música y lo que hacía en realidad era lucrarse. No, se trata de hacer comprender que si en todas las profesiones se paga a quienes las ejercen, entonces se debe hacer lo mismo con la de escritor, y si se protege la propiedad y el trabajo de esos profesionales entonces se debe hacer lo mismo con las obras del escritor. Basta de tópicos, de mitos y de despreciar a quienes desde la soledad de su habitación o despacho hacen llegar al resto de la sociedad historias fantásticas y maravillosas.

Aunque ya indicado al principio de la entrada, ésta es la segunda parte. Pincha aquí si quieres ir directamente a la primera parte. Si te ha gustado el artículo, prueba a leer este, NO SE LEE Y NO SE VENDEN LIBROS ENESPAÑA PRIMERA PARTE y SEGUNDA PARTE, como complemento perfecto.


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