LOS
ESCRITORES SOMOS PROFESIONALES. SEGUNDA PARTE.
Continuación de la entrada
anterior. Si no has leído la primera parte, pincha AQUÍ e irás directo a
ella.
Escribir
es muy duro.
Con
el ejemplo que he puesto antes acerca del tiempo que me llevó escribir mi
trilogía de novela histórica CRÓNICAS DE UN CONQUISTADOR, creo que he ilustrado
correctamente el arduo trabajo que hay tras la profesión de escritor. No se
trata solamente de sentarse delante del teclado y de la pantalla del ordenador
y ponerse a aporrear las teclas. Las novelas no se escriben solas y para
escribir una buena novela antes se necesita haber estudiado mucho, poseer
técnica, imaginación y una buena preparación que suele consistir en años de
intenso esfuerzo. Aunque se posea el Don de la imaginación y la narrativa, se
debe pulir dicho don como los atletas deben entrenar antes de verse preparados
para competir al más alto nivel. Además, escribir no es tan fácil como parece.
Siempre que me he encontrado con personas que aseguraban que escribir no es
difícil les he sacado de su error con una sencilla prueba: describe al detalle
lo que estás viendo en ese momento. Entonces se dan cuenta de su error, porque
puedes entender lo que ves, lo que tu mente te dice, pero expresarlo en
palabras ya es muy diferente. Igual que no todo el mundo puede pintar un
cuadro, aunque conozca las técnicas para hacerlo, no todos sirven para narrar
historias aunque se sepa escribir y leer.
Escribir
agota, es un trabajo que si bien no requiere un esfuerzo físico, sí lo demanda
mentalmente y eso agota. Los estudiantes saben de lo que hablo, es más agotador
largas horas de estudio que jugar un partido de fútbol con los amigos. Escribir
un libro te puede llevar entre semanas, meses e incluso años, ya he dicho que
escribir la trilogía de CRÓNICAS DE UN CONQUISTADOR me llevó casi cuatro años incluyendo
la fase previa de estudio. También suele ser frustrante, pues tienes que
escribir a la vez que trabajas en otras profesiones y no sueles tener todo el
tiempo que quisieras para dedicarlo a la escritura. Como ya he comentado
también anteriormente, si encima tienes un trabajo agotador o de largos
horarios, el cansancio puede hacer mella en tu calidad de escritor.
Es
otro mito aquello de que los autores suelen escribir por la noche o de
madrugada, que es cuando la inspiración les acude a la mente. Para empezar, eso
de la inspiración es otro mito demasiado hinchado pero al que no le puedo
prestar atención en estos momentos pues no es este el lugar, ya escribiré sobre
ello en otra ocasión. Un escritor necesita tener la mente despejada, relajada y
preparada para afrontar el tener que estar una, dos, cuatro o seis horas
delante de una pantalla o un papel escribiendo sin cesar. Hay autores que
escriben todos los días un par de horas, otros que lo hacen siete horas pero
dos días a la semana, unos después de comer, otros por la mañana, tras
desayunar, aquellos prefieren por la tarde y los más afortunados ya poseen su
despacho en su casa y sus horarios que nadie interrumpe. Como sea, la cuestión
es que la mente del escritor es su mayor tesoro, pues es donde se ubica el Don,
y por eso debe cuidarla y procurar que siempre se encuentre preparada para el
trabajo. Si nos pasamos todo el día trabajando, o de diversión, y luego
esperamos a escribir por la noche, con el consabido agotamiento y torpeza
mental, entonces lo más seguro es que nos salgan churros en vez de frases
coherentes y nuestras obras sean más bien de dudosa calidad. Escribir es, por
tanto, un gran trabajo que conlleva un enorme esfuerzo y mucha capacidad de
sacrificio y sobre todo disciplina.
Hay
que educar el Don.
No
basta con poseer imaginación, talento y técnica, el Don es algo que se debe
alimentar y si un deportista alimenta su cuerpo con las mejores comidas y
procura entrenar para estar en forma, lo mismo debe hacer un autor. En este
caso, el escritor debe pasarse el resto de su vida leyendo, asimilando lo que
los grandes autores de todos los tiempos han escrito. Tiene que tener una vasta
cultura, debe ver mundo y debe experimentar la Vida por sí mismo, lo que
repercutirá de forma beneficiosa en sus obras. Por tanto, el escritor se ve inmerso
en un continuo aprendizaje que será por siempre, pues el buen autor siente constantemente
la imperiosa sensación de que debe mejorar y que lo aprendido hasta el momento
es tan sólo una fracción de lo que le queda por aprender. Hay muy pocas
profesiones que exijan tanto compromiso como la de escritor, y esto es algo que
muy pocas personas saben o comprenden.
La
falta de respeto hacia la figura del autor.
Dado
que, en ocasiones, la figura del autor es menospreciada, o ninguneada y
prácticamente se encuentra indefenso ante los varapalos que las empresas le
quieran dar, esto nos lleva a que si se menosprecia al escritor, entonces,
lógicamente, se hará lo mismo con sus obras. Y de estos lodos vienen las
piraterías que azotan al mundo de la Cultura. Porque la piratería no es
solamente robar el esfuerzo y el trabajo de una determinada persona, sino que
implica vulnerar gravemente sus derechos de una forma que no podemos ni
imaginar.
Comprended
esto que os escribo. Si tras estar cinco años estudiando a fondo, escribiendo
la novela de tu vida, sacrificando tu tiempo y dinero, teniendo que afrontar la
falta de comprensión de los demás hacia tu carrera descubres, un buen día, que
tu novela ha sido copiada, que circula de forma ilegal por tiendas o por campus
universitarios o que sencillamente se han apropiado de tus derechos de autor
por la cara entonces el terrible disgusto que te llevas no tiene palabras para
describirse. Y junto con robar tu obra se junta el no comprender que lo tuyo es
una profesión, que se te debe una justa remuneración y que se tienen los mismos
derechos y deberes que cualquier trabajador.
Con
todo, el control con las editoriales y empresas que se dedican al mundo de la
literatura es más o menos fácil, pues existen mecanismos de defensa a la vez
que la inmensa mayoría de editoriales, si bien no pagan con justicia al autor,
al menos no vulneran sus derechos. Lo difícil es atajar la piratería cuando se
trata del gran público, pues aquí intervienen demasiados factores que hacen que
se piratee y por tanto se vulneren los derechos de autor por el menosprecio que
hacia la figura del escritor, su trabajo y sus obras se tiene. Si añadimos la
ignorancia y una pésima educación se puede entender que en los países donde el
mayor fracaso escolar se dé, o la Educación se encuentre en manos de políticos
o los poderes establecidos que únicamente deseen una masa social adormecida
culturalmente para sus propios fines, entonces nos encontramos con las
constantes injusticias a las que se ven sometidas los autores.
En
España en concreto, aparte de la absoluta falta de interés por parte del Estado
o de los diferentes gobiernos de las Autonomías, nos encontramos con leyes
injustas e ilógicas que no buscan el ideal de que la Cultura debe ser accesible
a todos, sino que más bien la tratan como medio con que ganarse al electorado y
un arma a utilizar contra sus oponentes políticos. Así, es fácil comprobar que
parte del mundo de la Cultura en España está prostituida a los poderes del
momento, con el consiguiente daño que se hace tanto a la Cultura como a los
ciudadanos que al sentir esa manipulación y prostitución se alejan de la
Cultura y la menosprecian aún más, haciendo pagar a justos por pecadores.
Conclusiones
finales.
La
meta de un escritor es que sus relatos sean publicados para que los lectores
disfruten con sus historias. Aparte de eso, que es la mayor meta, tiene que
lidiar con la dignificación de su profesión, luchar por leyes justas y evitar
que la Cultura sea utilizada como arma en vez de cómo herramienta para
convertir a las personas en algo mucho mejor. Y todo pasa una vez más por la Educación.
Solamente una sociedad educada en unos valores de convivencia, libertad,
respeto, tolerancia, esfuerzo, trabajo y deberes puede aceptar y comprender en
su totalidad que la Cultura no es un capricho ni una exigencia, sino un
privilegio que se debe tratar con sumo respeto, el mismo respeto que se le debe
a quienes se dedican con todo su esfuerzo y sacrificio a que esa Cultura pueda
seguir adelante engrandeciendo al género humano. El oficio de escritor no puede
estar supeditado a los caprichos de las empresas, ni al abandono de los
políticos que únicamente se interesen por la literatura como modo de ganar
votos, ni a la depredación de una sociedad decadente e ignorante que confunde
Cultura con el robo de la propiedad, intelectual en este caso.
No
se trata de convertir a los escritores en ricos, ni de ponerse a recaudar
dinero como locos tal y como hizo cierta entidad que se supone protegía los
derechos de artistas del mundo de la música y lo que hacía en realidad era
lucrarse. No, se trata de hacer comprender que si en todas las profesiones se
paga a quienes las ejercen, entonces se debe hacer lo mismo con la de escritor,
y si se protege la propiedad y el trabajo de esos profesionales entonces se
debe hacer lo mismo con las obras del escritor. Basta de tópicos, de mitos y de
despreciar a quienes desde la soledad de su habitación o despacho hacen llegar
al resto de la sociedad historias fantásticas y maravillosas.
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