CRÓNICAS DE UN
FRIKI XVIII
Los juegos de
rol; tercera parte.
El lado oscuro.
Llega Lord José Carlos Lujan, el Máster.
Seguimos
adelante con Crónicas de un Friki en el apartado de los juegos de rol. Ya
expliqué en las entradas anteriores como me inicié en esta afición y cuales
fueron mis primeros pasos. Con el devenir de los meses, la afición a los juegos
de rol fue aumentando en mi persona, sobre todo al probar otras partidas de
diferentes juegos. Pero lo que marcaría esa etapa de mi faceta rolera sería la
llegada de José Carlos Lujan, máster entre los máster, el más grande y mejor máster
de cuantos han hollado los reinos de la Tierra. Pero antes de hablaros de José,
quiero explicaros un poco como eran aquellos turbulentos tiempos perdidos en
las brumas del olvido. Estamos en la década de los años 90 del siglo pasado, a
principios. Hoy en día es muy difícil de creer, pero los teléfonos móviles, al
menos en España, prácticamente no existían y más que nada los utilizaban gente
de alto nivel económico y para trabajar. Eran unos auténticos ladrillos,
literalmente. En cuanto a Internet, daba sus primeros y balbuceantes pasos,
siendo más que nada una curiosidad para unos pocos y sin que se le viera mucha
utilidad. No ayudaba mucho a la difusión de Internet que los ordenadores fueran
muy caros y que no existiera la tarifa plana, siendo los contratos con las
compañías abusivos y muy caros. Para que os hagáis una idea, por entonces pagar
un mes de Internet en España era como pagar la tarifa de todo un año en Japón,
sólo que en Japón la conexión era mucho mejor y la banda más moderna y ancha.
Con esto os quiero decir que si un máster quería buscar información para
ambientar mejor su partida, debía buscar la información a la antigua usanza, es
decir, investigando y leyendo libros. Los ordenadores portátiles eran caros,
raros y grandes, siendo además muy pesados. El formato MS-DOS seguía imperando
en los PC y Windows ya tocaba las narices con sus fallos y constantes caídas.
En este mundo de caos y tecnología digital incipiente hizo su aparición él…
Conocí a José Carlos
como conocí a prácticamente todos mis amigos por entonces: a través de mi
tienda de cómics RIPLEY. Una tarde se pasó por allí, comprobó que tenía un buen
surtido de juegos de rol, me compró un par de ellos, charlamos un buen rato y
desde entonces, cuando podía, salía de las clases de la universidad y se pasaba
por la tienda para hablar conmigo. Me explicó que le gustaba mucho el rol y
sobre todo hacer de máster. Le encantaba crear historias, mundos y personajes y
luego arbitrar las partidas. Me confesó que prácticamente no pensaba en otra
cosa que en partidas de rol y que casi todo lo que leía estaba relacionado con
esta afición: libros, manuales, juegos básicos, ampliaciones… Hasta tal punto
llegaba su vicio que tanto su madre como su novia le escondían los dados, los
juegos y hasta le prohibían en ocasiones salir de casa para que no estuviera
por ahí organizando partidas. De nada valió, porque el Máster tenía el rol en
las venas y nada le detendría; obedecía a unos mandatos divinos.
Al enterarse que un
pequeño grupo de roleros jugábamos en la tienda los sábados por la tarde, se
ofreció como máster para una partida de Aliens. Aquello sonó muy bien puesto
que el juego de rol de Aliens no existía en España. Sabíamos de su existencia,
pero en inglés y el manual había que comprarlo de importación. El Máster lo
poseía, sabía lo suficiente de inglés y para colmo incluso tenía fichas de
jugadores ya preparadas que únicamente necesitaban de los retoques finales.
Como no podía ser de otra manera, organicé con él una partida en la tienda.
La primera
partida con el Máster
Aquella partida de
Aliens fue de las que se conoce como partida para un día o para dos como mucho.
Partidas cortas, que sirven de introducción tanto para el rol como para el mundo
en el que está ambientado el juego en cuestión y que son muy divertidas por lo
trepidantes que suelen ser. Encontré cuatro amigos para jugar y los cinco,
junto con el Máster, quedamos una tarde después de cerrar la tienda para jugar.
El Máster nos sorprendió apareciendo con su PC portátil, de tonelada y media de
peso, donde tenía el juego, fichas, tablas y un montón de enlaces útiles como
programas especiales para calcular daños, curaciones, efectos de disparos, etc.
Lo dicho, José era un máster sumamente profesional y meticuloso. Pudiera parecer
que aquel maniático orden significaba un máster que no dejaría muchas opciones
y libertades a los jugadores, pero todo lo contrario. José era maniático para
crear las partidas, para crear las fichas o para tener a mano las tablas, pero
cuando dirigía dejaba a los jugadores toda la libertad del mundo para hacer lo
que quisieran. Premiaba mucho la participación y la interpretación de los
jugadores.
Todo dispuesto, dimos
comienzo a la primera partida de Aliens, siendo mi PNJ un sargento chusquero
con un eterno puro en la boca. Nuestra misión era ir a una estación minera en
un remoto planetucho donde la corporación Weyland-Yutani poseía grandes
intereses económicos y empresariales. Todos los jugadores éramos Marines
Coloniales, duros y bregados. No sé si meábamos napalm, pero casi. Los informes
hablaban de una especie de infestación xeno en la colonia minera y allá que
fuimos dispuestos a cargarnos todo lo que no fuera humano (metan a las mascotas
en casa).
La genialidad del Máster
se puso en evidencia en esta primera partida. Era descriptivo, entusiasta, te
metía en situaciones divertidas simplemente para que nos fuéramos soltando (oh,
esa pelea en la taberna) y sobre todo nos dejaba hacer. Pero la cuestión es que
todos estábamos esperando una partida de Aliens, por tanto luchar contra estos
bichejos (aunque nuestros PNJ nada sabían, claro), y el Máster nos salió con
algo totalmente imprevisto y que nos pareció, terminada la partida, algo
magistral.
Llegados a la colonia
minera pudimos comprobar que las personas habían desaparecido y que había
indicios de lucha por todas partes. Siguiendo unas pistas nos fuimos internando
en aquellas gigantescas instalaciones tan grandes como una ciudad y nos
encontramos con los problemas. Fuimos atacados por algo que no podíamos ver,
apenas detectar, algo que nos fue matando uno a uno a pesar de nuestros
esfuerzos por presentar batalla. Finalmente, tras horas de tensa partida, los
supervivientes logramos crear una trampa y nuestro invisible enemigo cayó en
ella, no sin antes aniquilar a lo que quedaba del grupo de Marines Coloniales.
Únicamente quedé yo con vida, el sargento de hierro, y pude descubrir que
aquello que nos estaba cazando no era otra cosa que… ¡un depredador! O sea,
todos esperando que nos salieran aliens y el Máster nos sorprendió con un
depredador. El cazador más letal de la galaxia vino cazando a los aliens y se
topó con nosotros y el resto es conocido. Fue una de las mejores partidas de mi
vida, aunque mi PNJ también murió, pues el cabronazo del depredador se estaba
haciendo el muerto y me atravesó con su lanza cuando me acerqué. Ah, pero antes
de morir, y gracias a una magistral tirada de dados, pude accionar la granada
que tenía en mi chaleco y volar por los aires llevándome conmigo al infierno al
depredador.
¡Más, quiero más
partidas!
Esta no fue la única
partida que nos dirigió José. Alucinados con lo bien que lo pasamos, rogamos,
amenazamos más bien, a José que nos organizara nuevas partidas. El Máster, que
gozaba con esto, nos prometió más diversión. Tuvimos otra partida de Aliens,
donde está vez sí, nos las vimos con estos terribles xenoformos. Antológica fue
la escena final bajando a todo correr una rampa del espacio puerto perseguidos
por la reina alien y disparando a diestro y siniestro. ¡Pero conseguimos acabar
con ella!
Luego vinieron partidas
de Mundo Disco, con un mediano que no podía decir la palabra dragón porque cada
vez que la decía aparecía uno quemando todo. Y creedme, el miserable ese no
hacía más que soltar la palabreja cada dos por tres. Partidas al Rolemaster y
más de Aliens. He jugado mucho al rol, con diferentes tipos de máster,
diferentes mundos, pero como las partidas de José ninguna. Tengo que decir que
las suyas fueron las mejores partidas que he jugado nunca, siendo Oli el único máster,
con Vampiro la Mascarada, el que se le puede acercar. José disfrutaba y vivía
para ello y se notaba. Todos querían jugar sus partidas, todos querían pasarlo
bien, pero por desgracia José no podía atender a todos. Tenía otros grupos de
jugadores y sobre todo tenía responsabilidades a las que hacer frente.
Debido a que dedicaba
casi todo su tiempo a pensar y crear partidas, José descuidó la universidad y
sus estudios, siendo la primera consecuencia una reducción drástica de las
notas. Sus padres y novia, ante el cariz que tomaba la situación, tomaron
cartas en el asunto y José no tuvo más remedio que dejar el rol y centrarse en
sus estudios. Pero no terminó aquí la carrera del mejor máster de la Historia.
Años más tarde, cuando se fundó el club El Ojo del Terror, José apareció por
allí y nos arbitró algunas partidas, siendo una de Warhammer 40.000 una de las
más memorables. Seguía siendo el mismo: cual Sísifo maldito por los dioses,
siempre iba cargado de mochila con notas y juegos y con el PC portátil. Aprobó
la carrera y ahora el trabajo le quitaba mucho tiempo, pero prometió solemne
que nunca dejaría de ser máster.
Por desgracia, este tipo
de promesas son muy difíciles de cumplir. La presión de la Vida laboral y
familiar hizo que un buen día, sin avisar, José desapareciera para no saber más
de él. Repito, hablo de un tiempo que tener un teléfono móvil era algo bien
raro y no te digo un correo electrónico. Le perdimos la pista y durante décadas
no supimos más.
Hasta que relativamente
hace poco tuve noticias de él. Estaba casado, tenía dos hijos y seguía dándole
al rol, si bien no con la ferocidad de antaño. Hablamos de quedar, de organizar
un grupo de jugadores, pero de nuevo la Vida se entrometió y los planes
quedaron diluidos. José sigue soñando con ser otra vez el Máster. Quizás cuando
sus hijos sean más mayores tenga más tiempo libre y pueda volver a recrear esos
mundos fantásticos y privilegiados que únicamente su mente puede imaginar.
Aunque para privilegio el mío, pues pude disfrutar de increíbles partidas y
conocer a José.
Valga esta parte de
Crónicas de un Friki como homenaje a todos los máster del mundo.
Consecuencias
Las hubo. Siendo la
principal que, viendo lo divertido que era ser máster, me entrara el gusanillo
de arbitrar partidas. De este modo, seguí los pasos de José y me convertí en máster,
siendo mi primera partida una del Señor de los Anillos. Siempre intenté ser
como José, un máster flexible, divertido y que daba libertad a los jugadores,
pero meticuloso e imaginativo con las historias. De la misma forma, también
mezclé mundos para crear partidas originales y que sorprendieran a los
jugadores. En una ocasión metí aliens en una partida del Señor de los Anillos y
fue muy divertido ver lo mal que lo pasaron los jugadores con sus PNJ donde
vivieron una autentica partida de terror y magia. Al principio protestaron por
la intrusión de los aliens, pero luego reconocieron que fue una de las partidas
más angustiosas, imaginativas y divertidas que pudieron jugar en mucho tiempo. En
una partida de Vampiro la Mascarada introduje los mundos primigenios de
Lovecraft y el resultado fue unos jugadores entusiasmados que se lo pasaron
genial. A tal punto llegó mi pericia como máster, que incluso me inventé el
juego de rol de La Era Hiborea basado en los relatos de Conan el bárbaro de
Robert E. Howard. Para ello utilicé el Señor de los Anillos y el GURPS. Esto
fue muchos años antes de que saliera el juego oficial de rol de Conan. Otra
consecuencia de haber conocido a José fue que el juego de rol se convirtió,
durante un prolongado tiempo, en una de mis grandes pasiones.
Pero amenazantes
nubarrones se cernían sobre nuestro grupo de jugadores y sobre el rol. En la
próxima entrega de estas Crónicas os hablaré de cómo el fin de RIPLEY cómics
casi acabó con el grupo de roleros, pero sobre todo os hablaré de un suceso que
conmocionó a la opinión pública y que hizo que desde entonces a los roleros se
nos colgara la etiqueta de peligrosos. Me refiero al crimen del rol (poner aquí
la música de Psicosis). Hasta la próxima.
Continuará…
Si te gustan las Crónicas de un Friki, aquí tienes
los enlaces para ir a la primera entrega y la penúltima. Únicamente pincha en
los nombres.
También puedes leer:
Son mi iniciación en el mundo del Warhammer 40.000 y
digamos una continuación de Crónicas de un Friki a partir del cierre de la
tienda.
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