CRÓNICAS DE UN
FRIKI XV
LOS PLAYMOBIL (o click); cuarta parte.
A centrarse en
los antiguos.
En
1974, en la feria del Juguete de Alemania, el dueño de la empresa
juguetera Brandstätter, presentó tres muñecos de apenas siete centímetros y
medio que de inmediato causaron furor. Eran un obrero, un indio y un caballero
y esos tres muñecos pronto se convertirían en millones y en el juguete más
vendido hasta la historia. Habían nacido los Playmobil.
Ya he hablado sobre el
origen de los clicks y como entraron en España, pero vamos a seguir haciendo un
poco más de Historia en esta última entrada sobre los Playmobil centrándonos en
sus creadores. El dueño de la empresa era Horst Brandstätter, que necesitaba un
nuevo juguete que vender y que generara beneficios, pues la crisis del petróleo
estaba pasando factura a su empresa. Encargó a Hans Beck que inventara algo
nuevo y Beck creó los Playmobil. Horst enseguida vio el potencial de esos tan
sencillos como geniales muñecos y arriesgó el todo por el todo con su puesta en
escena y distribución a gran escala. Así pues, podemos hablar que Hans Beck fue
el inventor de los Playmobil y Horst Brandstätter quien se encargó de que
tuvieran éxito. Una pareja que por separado quizás no hubieran tenido ese éxito
pero que juntos alcanzaron la gloria en el sector juguetero.
Ahora bien, en el
proceso que siguió a esta presentación en 1974 hubo mucha más gente que
participó en el proyecto que hizo que los clicks llegaran a ser lo que son en
la actualidad: diseñadores, publicistas, agentes comerciales, distribuidores,
socios inversores, accionistas… Todos pusieron su granito de arena para
contribuir al éxito.
Un poco de
orden, por favor
Una empresa como
Brandstätter posee muchas subdivisiones y un reparto del trabajo y de la
responsabilidad enorme. Esto puede llevar a crear confusiones o mala
coordinación en los proyectos, por lo que es preciso partir de una serie de
reglas y directrices muy bien delimitadas. Estaba claro que Horst creó su
empresa para ganar dinero, pero también está muy claro que sentía por los niños
una especial predilección y deseaba que sus juguetes llegaran a todos los
chavales del mundo. De igual forma pensaba Hans, que creó al click con la idea
de que tanto niños como niñas pudieran utilizarlo para jugar y no se convirtiera
en un juguete del tipo “etiqueta” (las muñecas son para las niñas, los balones
son para los niños, por ejemplo). La idea de Horst era tener un juguete barato
de producir, que se pudiera distribuir a nivel internacional y que no fuera
caro para que cualquier padre o madre pudiera comprarlo para sus hijos. Horst
no quería un juguete caro que únicamente pudieran comprar los niños de familia
de clase alta o que estuviera supeditado a los países más desarrollados de
Europa. Desde el primer año, los Playmobil comenzaron a venderse por miles y
los beneficios fueron enormes para la empresa Brandstätter, y esto llevó a
muchos accionistas y socios de Horst a presionar al mismo para que subiera el
precio del producto o lo convirtiera en algo que pudiera generar todavía más
beneficio, sacando un montón de colecciones y referencias al año.
Horst, siendo el dueño
mayoritario de la empresa, puso freno a las desmedidas ambiciones y sentó las
bases para la creación y distribución de los Playmobil, bases que se mantuvieron
inalterables en su casi totalidad hasta el retiro de Horst del mando de
Brandstätter. Estas bases consistían en que las colecciones de Playmobil se
debían basar en cuatro grandes ramas: Oeste, Medieval, Contemporáneo y Piratas
(los piratas siempre fueron los favoritos de Horst y Hans). Estas cuatro ramas
podían dar mucho de sí. En el Oeste tendríamos indios, vaqueros y soldados con
sus respectivos fuertes, poblados, ciudades, carros, etc. En el Medieval
castillos, princesas, soldados, bandidos, casas, ciudades, etc. En el Contemporáneo
policías, médicos y enfermeras, bomberos, obreros… Y en los Piratas, aparte de
los piratas, claro, soldados de la época, marineros, barcos, tesoros… Horst no
quería saturar el mercado y no quería que los chavales se volvieran locos
contemplando cómo cada mes salían a la venta tal cantidad de referencias que no
podrían tener, pues sus padres no tendrían nunca el dinero suficiente para
comprarlas todas. La idea de Horst era que los chavales se engancharan a su
serie Playmobil favorita y pudieran ir comprando poco a poco las referencias. Y
estas deberían ser desde muy baratas (las cajas pequeñas) hasta las de mayor
precio (cajas medianas y grandes), pero nunca que fueran tan caras que
impidieran su compra por parte del gran público. Asimismo, si se mantenían las
mismas colecciones, el producto sería fácilmente reconocible en cualquier parte
del mundo y no causaría rechazo cultural, siendo el sello de la empresa
asociado al producto en su faceta más positiva. Es por esto que los muñecos
Playmobil no representan la realidad. Los indios, los piratas o los medievales,
por ejemplo, no son como eran en la Historia, sino que representan la imagen
que, en general, la gente tiene sobre ellos. Son arquetipos, idealizados para
la mentalidad del niño.
Otro límite que puso
Horst a los Playmobil fue que tenían que ser fieles a sí mismos. Podían
mejorar, podían evolucionar y añadir nuevos complementos o referencias, pero
siempre respetando el diseño original y nunca haciendo al producto algo
irreconocible a su origen. Con las colecciones, Horst señaló que los Playmobil
deberían ser atemporales, nunca ceñirse a las modas del momento, pues eso
obligaría a sacar nuevas colecciones cada año que terminarían desapareciendo
inevitablemente al año siguiente en cuanto pasara de moda esa tendencia o
saliera otra nueva.
Nuevos tiempos
para los Playmobil
Creo que ya he dejado
claro cuál era la política empresarial y juguetera de Horst respecto a los
Playmobil. Como he dicho más arriba, durante décadas se respetaron las directrices
de Horst, pero en cuanto este se retiró y dejó la empresa en manos de una
junta, las cosas cambiaron. No voy a decir que cambiaran a peor, sino que
cambiaron. En algunas cosas el cambio fue a positivo y en otras a negativo.
En lo positivo podemos destacar
que las mejoras en el diseño original del click fueron a más. Ya no solamente
fue que las manos fueran móviles, sino que las pelucas presentaron diferentes
modelos, los playmobil, dependiendo de la raza, tenían diferentes tonalidades
de piel, los pies ya no eran “planos”, sino que exhibían diferentes formas y
calzados y más y mejores complementos entraron en las nuevas referencias.
Además, las clásicas cuatro colecciones se vieron totalmente reformadas y con
nuevas referencias, algunas de ellas simplemente fantásticas. Salieron nuevas
colecciones y pronto se pudo ver por todas las jugueterías y grandes
superficies colecciones de clicks de corte fantástico (dragones, hadas,
guerreros Lobo, guerreros Serpiente…), de romanos, de egipcios, de espías, aventureros,
del espacio, aliens, dinosaurios… de todo tipo.
Pero la parte negativa
fue que una de las cosas que más temía Horst se cumplió: el mercado se vio
inundado de cajas de Playmobil y pronto un niño ya no podía tener todas las
referencias, puesto que no sería capaz de mantener el ritmo de compra a la par
que el ritmo de salida de las novedades. El mercado se saturó. Por niño quiero
decir niño de clase media. Los cuatro niños de padres ricachones, si son
aficionados a los Playmobil, a lo mejor lo tienen todo. Y a lo mejor existe un
puñado de coleccionistas que también tengan todo lo sacado a la venta de
Playmobil hasta la fecha, pero se duda mucho. Quiero decir, cuando comencé a
comprar Playmobil, allá por 1976 (o más bien me los compraban mis padres), era
relativamente fácil que en dos o tres años pudieras tener todas las referencias
y luego seguir tranquilamente el ritmo de salida de novedades. En la actualidad
ya no es posible a no ser que inviertas ingentes cantidades de dinero. Porque
las nuevas colecciones se basan en las modas del momento, otra de las cosas que
Horst se temía pudiera pasar. Ya no era como antes, que las colecciones se
mantenían casi inalterables durante años. Por eso se puede hablar de
colecciones de los 70, 80 ó 90. Y en ese periodo tan dilatado de tiempo te daba
tiempo, a base de cumpleaños, Reyes Magos y de ahorrar de ir teniendo lo que
querías. Ahora las colecciones están en el mercado dos años, para terminar
sencillamente en uno dependiendo de la colección y sus ventas. Porque si las
ventas eran bajas, la colección desaparecía del mercado. Y aunque fueran altas
también lo hacía, porque se debía dar paso a las nuevas colecciones y modas. Así
desaparecieron los romanos y los egipcios, por ejemplo (nota curiosa, los
romanos fueron la colección más vendida de Playmobil en los últimos quince
años).
Cambia el diseño
de los Playmobil
La fiebre sobre estos
adorables muñequitos no ha remitido. Al contrario, no hace más que aumentar. Al
juguete en sí se le han sumado otros productos: camisetas, series de animación,
juegos de consola, películas para consumo domestico y todo tipo de
merchadising. Y como no podía ser de otro modo, ha terminado por afectar al
mismo diseño simple y efectivo del click. ¿Ha cambiado tanto como para no poder
identificarlo con el diseño original? No, todavía no, pero estudiando su
evolución, poco a poco sí parece que lo va haciendo.
Hay nuevas colecciones y
nuevos diseños que ya no parecen Playmobil. Lo son porque vienen con su sello,
tienen los siete centímetros y medio y porque algo te dice que siguen siendo
Playmobil, pero mientras que un click de los de “siempre” lo puedes meter en
una caja de otra compañía juguetera y lo puedes identificar como lo que es sin
dificultad, algunas de las nuevas referencias no pueden decir lo mismo. Si
sacas uno de esos Playmobil de su envoltorio original y lo colocas en la caja
de otros muñecos de la competencia, perfectamente pueden pasar por no ser
Playmobil. A lo mucho, parecerían una “copia”.
Como no me canso de
repetir, esto no quiere decir que sea bueno o malo. Es diferente. Quizás es la
adaptación a los nuevos tiempos y las nuevas generaciones de niños. Pero lo que
es evidente es que para los amantes de los clicks y para las generaciones
anteriores, estos Playmobil ya no son “nuestros” Playmobil.
Mis directrices
como coleccionista
No es casualidad que la
inmensa mayoría de coleccionistas de Playmobil lo sean porque de niños jugaron
con ellos. Y tampoco es casualidad que cuando deciden comenzar a coleccionar y
adquirir clicks lo hagan buscando las referencias de su niñez e intentando
completar las colecciones antiguas. Es normal, puedo poner mi ejemplo que sirve
perfectamente para explicar las sensaciones que se sienten al tener un
Playmobil en tus manos. Cada vez que consigo para mi colección una referencia,
siento un intenso viaje a una etapa concreta de mi vida. Puede ser mi niñez si
son referencias de los 70, la adolescencia si son de los 80 o ya la etapa de
cuando decidí ser coleccionista y me dedicaba a dar mis primeros pasos en busca
de mis preciados Playmobil en los 90. Cada referencia me transporta a uno de
esos momentos, y hay referencias muy especiales que me hacen viajar con una
mezcla de nostalgia, felicidad, triste melancolía y satisfacción a momentos muy
concretos, sobre todo las referencias de los 70. Si consigo una referencia
moderna apenas me dice nada, más allá de si son bonitas o no. Y sé que en el
futuro tampoco me dirán nada. Porque ya no son las referencias que marcaron mi
vida. Como coleccionista, y para no caer en la faceta de coleccionista
compulsivo (que es lo peor, pues ya te conviertes en otra cosa), me tengo que
poner unos límites, una meta que cuando traspase me haga exclamar con inmensa
alegría “lo conseguí”. Y a buscarse otra nueva meta. Y mi meta con los
Playmobil es tener todas las referencias de la colección Oeste de los años 70,
80 y 90. No quita que de cuando en cuando me compre referencias modernas, un
vaquero, un indio, un pastor para el Belén o un guerrero medieval porque me
gusta, pero mis esfuerzos como coleccionista se centran en esa meta.
¿Qué haré cuando lo
consiga? Bien, puede que luego intente tener todas las referencias de los años
70 que tuve cuando era niño. O tal vez me pase a intentar conseguir todo el
TENTE Espacio que me falta (esta es otra historia). O puede que lo deje estar,
¿quién sabe? La cuestión es que esto es lo que quiero.
Los niños de hoy serán
los coleccionistas de mañana. Para ellos las referencias de los 70 y 80 no les
dirán nada, pero buscarán con ahínco las referencias de los años 2010 a 2020 porque
serán las referencias de su niñez, las que les hicieron felices y les dieron innumerables
horas de juegos y magia.
Cada loco con su tema, pero
ojalá el mundo estuviera lleno de esta clase de locos…
Hasta aquí he llegado con
los Playmobil en Crónicas de un Friki. Si quieres conocer al detalle lo extenso
de mi colección, siempre te puedes pasar por mi perfil de Facebook y buscar en mis
álbumes de fotos mis referencias, pues las tengo todas puestas. Para la próxima
entrada de Crónicas de un Friki hablaré de una de mis aficiones más oscuras y terribles:
¡los juegos de rol!
Si te gustan las Crónicas de un Friki, aquí tienes los
enlaces para ir a la primera entrega y la penúltima. Únicamente pincha en los
nombres.
También puedes leer:
Son mi iniciación en el mundo del Warhammer 40.000 y digamos
una continuación de Crónicas de un Friki a partir del cierre de la tienda.
Que tal Juan Carlos, como no se tu email, perdóname el offtopic, vas a dedicar crónicas frikis a tus libros favoritos igual que se las has dedicado a los comics? te gusta la novela histórica?
ResponderEliminarHola, Francisco. En la parte de mi perfil del blog tienes el correo electrónico con el que te puedes poner en contacto conmigo. La próxima sección de Crónicas de un Friki estará dedicada al rol y juegos de mesa y después a los libros, sí. Sí también a la novela histórica, es de mis géneros literarios favoritos. De hecho, algunos de los libros que he escrito son novela histórica, como la trilogía Crónicas de un conquistador o El pueblo de las nubes. Un saludo.
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