Quizás la parte más dura de la vida de
un escritor sea el tener que lidiar con diferentes editoriales y editores en el
duro intento de ver publicadas sus obras. Es difícil la vida de un escritor:
escribir siempre y sin ver dinero en tu cuenta corriente, el general desprecio
de los demás hacía tu profesión (“búscate un trabajo de verdad”, “los
escritores son ricos, por eso escriben, o porque se aburren” o “estás
perdiendo el tiempo, bájate de las nubes y vive la vida real” son los
comentarios más comunes hacia nuestra profesión), el que nadie te entienda, ni
amigos ni familiares, los constantes sacrificios que debes realizar y el andar
siempre cultivando tu mente, pues un escritor debe ser culto. Con todo, lo peor
es tener que luchar por intentar publicar tu obra.
En este artículo, donde expongo mis
opiniones al respecto, hablaré de lo difícil que es en la actualidad para un
escritor publicar sus novelas. Lo haré bajo mis experiencias personales y las
compartidas con otras compañeras y compañeros de profesión y, por supuesto,
sobre lo que ocurre en España, mi patria. Aunque según tengo entendido y me han
contado, las habichuelas se cuecen en todas partes de la misma forma. O no,
porque en los países anglosajones es bien diferente, aunque no viene al caso.
El articulo no supone acobardarte y deprimirte en plan "Dios mío, jamás
voy a publicar", sino para que cuando empieces a mover tus obras sepas
lo que te vas a encontrar y, al tener información, puedas superar las
dificultades y conseguir tu meta.
Para empezar, decir que un escritor
está completamente desamparado a la hora de trabajar y publicar. Me refiero a
que no existe una serie de leyes que protejan claramente nuestros intereses y
sobre todo nuestros derechos de autor, aunque gracias a la perseverancia de
autores y ciertas entidades esto poco a poco está cambiando a mejor. No
obstante, España es el país de la picaresca, la farándula y la pandereta, y
siempre que se puede se tiende a trampear para sacar el mayor beneficio con el
menor esfuerzo posible. Y esto nos afecta a los escritores. Pero vayamos por
orden y poco a poco.
Acabo
de escribir una novela, para mi gusto, una maravilla. ¿Qué tengo que hacer para
publicarla?
Esto es lo primero que le viene a la
mente a un escritor cuando termina su novela. Hay dos pasos: buscarse un agente
literario o intentarlo por tu cuenta. El agente literario es, posiblemente, la
mejor opción, pero existe un problema: los agentes literarios cobran, y
bastante, y en muchas ocasiones aunque no obtengan resultados. Admitámoslo, en
mi caso, y en la inmensa mayoría, somos personas con escasos recursos
económicos. Nadie me da una ayuda (más allá de la familia y de los amigos), ni
el Estado se preocupa por mí, ni tengo accesos a subvenciones ni nada por el
estilo. Si necesito libros técnicos y de divulgación para poder estudiar y
escribir mejor mi novela, tengo que ahorrar, sacrificarme y comprármelos yo,
porque generalmente los libros que necesitas nunca están en las bibliotecas, y
además me tengo que comprar el material, por no hablar de la comida, la ropa,
pagar el piso, la luz, el gas… ¿Encima tengo que pagar a un agente comercial
que me endulza la oreja prometiendo que va colocar mi novela en la mejor
editorial del país? Vamos, que va a ser que no.
A diferencia de otros países,
anglosajones o europeos (pero de más arriba, del centro y norte), los agentes
literarios en España son una opción válida sólo si dispones de dinero, en caso
contrario, tienes que ser tu quien se acerque a las editoriales; pero los
tiempos han cambiado, y no a mejor precisamente. Ya no existe la figura de ese
editor que te recibe en su despacho, te escucha hablar sobre tu novela y te
dice lo mal que está el mercado, que quizás se lea tu obra y ya te llamará, no,
señor. Ahora tienes que ponerte en contacto con la editorial a través de
correos electrónicos, dejando mensajes en las páginas Web o enviando los
manuscritos a apartados de correos. Si es esto último es un desastre, porque
enviar paquetes postales por Correos es la ruina. Aunque muchas editoriales
admiten que les envíes las obras por correo electrónico, todavía quedan muchas
otras que te piden el manuscrito en papel, y si envías una media de dos a tres
paquetes mensuales la broma te resulta bien cara; y todo pagado
escrupulosamente de tu bolsillo, por supuesto. ¿Y todo para qué? Para que tiren
tu obra sin leer y además ni te la devuelvan en caso de que no la valoren
positivamente para publicar, porque esta es otra: nunca te devuelven la copia
que les envías; copia que te supondría un ahorro en fotocopiar otra para
enviarla a otra editorial.
Aunque los correos electrónicos nos
alivien del gasto de Correos, no significa que vayas a tener mejor suerte a la
hora de que valoren tu novela o tan siquiera te hagan caso. En muchas
editoriales, en su sección de “Contacta con nosotros” ya te advierten
claramente que no aceptarán novelas que no vengan con “una recomendación”.
¿Recomendación de quien? ¿Quién puede recomendar tu novela si eres novel o es
la primera vez que te pones en contacto con esa editorial? Es decir, que si no
tienes “padrino” lo llevas difícil para que te miren la novela. El correo
electrónico es una ventaja en cuanto a comunicación y rapidez, cierto, pero
para los escritores es una mayor frustración y sobre todo una barrera muy
difícil de superar. Método impersonal, frío y alejado, nos impide saber a quien
llegan nuestras obras, si realmente leen nuestros correos, cartas de
presentación y manuscritos o simplemente eliminan los mensajes sin mirarlos.
Además, casi nunca te contestan. Algunas editoriales se molestan en responder
amablemente, pero la inmensa mayoría no. Eso es peor, porque yo prefiero que me
digan que no les ha gustado o que no entran en sus planes editoriales antes que
pasen las semanas y no obtenga respuesta alguna. La indiferencia es algo que
daña y mucho a los escritores.
Las
dañinas y erróneas políticas de publicación de la gran mayoría de las
editoriales españolas.
Por si fuera poco todo esto que
cuento, existen más obstáculos a superar por el escritor en su intento de
publicar su novela. Las editoriales en España, sobre todo las grandes, llevan
realizando en los últimos años una errada política de publicación que está
resultando ser totalmente catastrófica y perjudicial para los intereses de la
inmensa mayoría de escritores, ya sean desconocidos o famosos.
En España se lee poco, muy poco, y
se vende menos todavía. Comparando con países como Francia, Inglaterra,
Holanda, Alemania, Bélgica… estamos en la cola de Europa en cuanto a lectores y
ventas de libros. Esto se traduce en que los beneficios económicos que da la
literatura en España van menguando poco a poco y obligando a las editoriales a
tomar medidas, en muchos casos equivocadas. Hará unos diez años existía todavía
una tupida red de editoriales pequeñas y medianas, que publicaban todo tipo de
novelas de muy diferentes géneros y autores, tanto extranjeros como patrios.
Así, a pesar de que en España ciertos géneros de literatura casi no tienen
aceptación (la ciencia-ficción, el terror, la novela histórica relacionada con
la Historia de España, la aventura…), al haber tantas editoriales no era
difícil que tu novela pudiera ser publicada de una forma u otra. Claro, no era
lo mismo publicar con una grande, con tiradas nacionales y en grandes
superficies, que en una pequeña, tiradas pequeñas y en librerías pequeñas; pero
la cuestión era que se podía. Es más, incluso varias editoriales grandes
poseían ramas dentro de su empresa que gestionaban editoriales pequeñas
encargadas de publicar novelas de autores desconocidos y diferentes géneros en
busca del autor de calidad que pudiera generar obras de grandes ventas. Así,
publicar era un éxito y una manera de llamar la atención de las grandes
editoriales y por tanto del público. Mas todo cambió.
Los grandes best-sellers
internacionales dieron un vuelco inesperado al mundo de la literatura y la
publicación en España. Los enormes éxitos económicos que ciertas novelas
ofrecían eran una oferta muy suculenta que no podían dejar escapar las grandes
editoriales. Muchas pequeñas editoriales contaban en sus catálogos con obras
que de repente (por antojo del lector) se convirtieron en novelas de culto y
grandes ventas. Esto hizo que las grandes editoriales se movilizaran y
compraran (ofreciendo cuantiosas sumas de dinero) los derechos de publicación
de esas obras o en algunos casos comprando incluso a la pequeña o mediana
editorial porque salía más barato. Si a esto se le añade la crisis que comenzó
a eliminar a las empresas en España nos encontramos con que de seis años a la
actualidad casi un 90% de editoriales en España han quebrado, sus catálogos de
obras en poder de las editoriales supervivientes; las grandes, claro esta.
Teniendo en cuenta que las ventas en
libros cada año descienden un poco a pesar de los mensajes que nos muestran
donde nos dicen que no, las editoriales comenzaron a subir los precios de las
publicaciones y a sólo querer publicar libros que supongan best-sellers
y generen beneficios desde el primer día. Si una novela no supera los 10.000
ejemplares de venta en un mes esa novela es un fracaso. Buscando el best-seller
que les ofrezca esas ganancias, han entrado en una vertiginosa carrera de sacar
novedades al mes copando el mercado e inundándolo a su vez de libros, de tal
manera que una novela a las pocas semanas de ser publicada pasa a convertirse
en producto obsoleto. Con una media de 150 novedades al mes, el panorama
editorial en España es un caos.
¿Y dónde nos deja este panorama a
los escritores? Pues aunque pueda parecer lo contrario, en muy mal lugar,
puesto que las editoriales, en su loca búsqueda del best-seller, sólo
quieren apostar a caballo ganador, rechazando de forma cruel y bastante
estúpida a todo autor y obra que no entre dentro de sus rígidos esquemas de
“novela de éxito”.
Si
eres un autor novel o desconocido, no me vales, lo siento, dedícate a otra
cosa.
Aunque pueda parecer increíble, esta
frase me la dijo un editor de cierta prestigiosa editorial española cuando,
después de muchas peripecias, logré colarle una de mis obras para que la
valorara. Sin leerla siquiera, tan sólo me explicó que siendo autor desconocido
era imposible que lograra vender libros en España. ¿Y dónde queda la calidad de
la novela?, pregunté. Se encogió de hombros. La calidad le importaba bien poco,
le importaban los beneficios.
Es por eso que las editoriales, no
todas, pero sí la mayoría, no aceptan obras sin “referencias” o
“recomendaciones”, pues consideran que es perder el tiempo y el dinero. Sólo
aceptan obras de autores que ya hayan publicado y sean conocidos por los
lectores. No importa que la obra sea de mala calidad, lo que importa es que el
autor sea conocido. Las puertas se nos cierran. No desean gastar ni en euro en
publicitar obras de autores noveles o desconocidos. Aunque existen algunas
excepciones, las editoriales publicitan lo que ellos entienden por novela best-seller,
y en caso de no tener ninguna, prefieren tirar de viejos éxitos antes que dar
siquiera una oportunidad a autores noveles o desconocidos.
Los
escritores españoles lo tienen muy difícil para publicar en España; nadie es
profeta en su tierra.
En
la segunda parte trataremos de este tema y de otros más hasta completar el
artículo; no te lo pierdas.
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