CRÓNICAS DE UN
FRIKI XIII
LOS PLAYMOBIL (o
click); segunda parte.
Los primeros
juegos con los playmobil.
En la anterior entrada
comenté cuales eran los juguetes más vendidos y solicitados de los niños de mi
época y como comenzaron su andadura los Playmobil en España de las manos de una
empresa de juguetes ubicada en Alcoil. También expliqué que mi primera caja de
Playmobil fue una donde entraban cinco obreros con herramientas. Esa sencilla
caja de cartón fue mi inicio en el fascinante y maravilloso mundo de los
muñequitos por excelencia.
Uy, piececitas…
El flechazo fue
inmediato. Pocos recuerdos tengo de mi infancia, pero los que poseo los tengo
grabados a fuego en mi mente y la visión de aquella caja de cartón en su mayor
parte de color azul es uno de ellos. Desde el primer momento sentí la
atracción. En la foto se apreciaban cinco muñecos y varias herramientas. De
inmediato abrí la caja y de ella salieron un par de bolsas de plástico
transparente que enseguida sucumbieron a mis ansias. Comenzar a jugar con los
playmobil fue un hecho y no voy a decir que dejé de lado los otros juguetes,
pero casi. Esos muñecos eran diferentes a lo que había entonces. Eran pequeños,
graciosos (esa sonrisa…), de colores y poseían montones de complementos, en
este caso escaleras, cajas, herramientas, cascos… Vamos, que me enamoraron y
desde ese día ya no dejé de jugar con ellos.
Mi madre, viendo el
éxito del regalo, ya no tuvo dudas sobre lo que comprarme para otras fechas
señaladas, como otros Reyes y los cumpleaños. Hay que señalar, como ya hice en
la anterior entrada, que la puesta a la venta de las diferentes referencias de
Playmobil en España siguió un curso diferente a la del resto de países donde
también estaban a la venta. Es por eso que algunas referencias nunca se
pusieron a la venta aquí y otras tardaron un tiempo en verse por las
jugueterías a la espera de la definitiva consolidación del producto. Así pues,
las primeras cajas de Playmobil, o de Famobil las vamos a llamar, en España
eran cajas pequeñas, de clicks individuales o las cajas llamadas súper set
donde te entraban cinco clicks, como mi caja de obreros. Las siguientes cajas
que mi madre me compró fueron pequeñas: la del arquero medieval, un par de
otras de obreros para completar mi súper set, una de un indio con un caballo y
cosas así. Junto a estas cajas pequeñas se me regaló la referencia que siempre
he considerado mi favorita pues es el playmobil que más me gusta: el sheriff
(Ref. 3341) que venía con una silla mecedora.
Del Playmobil sheriff
guardo un grato recuerdo, pues ya me hizo comprender que la colección del Oeste
iba a ser mi favorita. Fueron innumerables las horas que pasé jugando con ese
click, muchas aventuras imaginé. Puesto que los clicks se podían desmontar con
bastante facilidad, cambiaba brazos y piernas y hacía Playmobil según mis
gustos. En ocasiones el sheriff era el de siempre y en otras totalmente de
negro según la película del Oeste que hubiera visto en esa semana. Los regalos
de Playmobil eran todo un éxito. No solamente me hacían mucha ilusión, sino que
mi madre se dio cuenta que Juan Carlos jugando con los Playmobil era Juan
Carlos que desaparecía y no existía. No molestaba, no incordiaba, no pedía más
que me dejaran jugar en un rincón tranquilamente con mis clicks. “Esto es un
chollo”, debió pensar mi santa madre.
Llegan las
míticas cajas de siete clicks
Antiguamente en mi
barrio de Usera, Francisco Ruiz, existía una juguetería ubicada en un mercado
que hoy en día es llamado eufemísticamente “galería comercial”. Ya no existe
esa juguetería y por desgracia no me acuerdo de su nombre, pero sí recuerdo que
se encontraba al inicio de la galería o mercado, justo bajando las escaleras en
la esquina. En su escaparate se podían ver las cajas y los juguetes colocados,
y mis recuerdos se basan en pensar en aquella juguetería como algo legendario.
Era como entrar al Walhalla. Poseía amplios escaparates de cristal. Y el
mostrador era de madera. Entrabas y justo en el mostrador estaba el expositor
con las cajas pequeñas e individúales de Famobil, y mirando hacia arriba, a las
gloriosas cumbres hogar de los poderosos dioses, por los estantes más altos,
las cajas más grandes. Mi madre me solía comprar casi todos los Playmobil en
esa tienda. Tampoco recuerdo a los dependientes o dueños, porque era entrar y
centrar mi atención en los juguetes y no fijarme en nada más; los niños somos
así. En otras Navidades mi madre me llevó a la juguetería para que eligiera mis
próximos clicks para Reyes y fue entrar en la tienda cuando algo llamó
poderosamente mi atención.
Allá arriba, como ya he
dicho, estaban unas nuevas cajas de Famobil. Eran más grandes, con más clicks,
más complementos, fotos nuevas y espectaculares. ¿Qué era aquello? El
dependiente nos explicó que eran las nuevas referencias de Famobil, súper sets
que habían suplantado a las anteriores cajas de cinco clicks. Ahora entraban
siete y seguían siendo temáticos. Mi madre me dijo que eligiera tres cajas de
aquellas y yo, alucinado ante aquello, pedí a los Reyes Magos que me enviaran
tres cajas de las nuevas. Había unas cuantas, pero tras verlas decidí que
fueran la de los soldados de la Unión (ref. 3408), la del Oeste de vaqueros
(ref. 3407) y una medieval donde entraban unos reyes, la princesa y soldados
(ref. 3405). Podéis pensar que ya que pedí sobre todo del Oeste, porque no
solicité a los Reyes Magos la caja de los indios (ref. 3406). Si no lo hice fue
porque no estaba. Quizás el dependiente ya la hubiera vendido, o no la tenía.
Como fuera, la cuestión es que al no estar no la pude pedir. Fue de esta manera
como esa caja nunca la pude tener de niño y no fue hasta muchos años más
adelante, ya de adulto, que la pude adquirir para mi colección.
¡Cuánto disfruté de esos
playmobil! Mi infancia se vio salpicada de horas y horas de juegos con los
soldados, los vaqueros y los medievales. Pronto vinieron más cajas de siete
clicks (y entre ellos las clacks): la de los médicos y enfermeras, la de los
policías… Y cajas pequeñas, o incluso alguna que otra de cinco clicks. Mi
colección de Playmobil fue aumentando con el paso del tiempo y con todos ellos
jugué mucho. Y de esas cajas se pasó a tener el fuerte Playmobil, el Fort
Randall (ref. 3419), o el castillo (ref. 3446), pero sobre todo el barco pirata
(ref. 3550), el primero, el legendario, la referencia de Playmobil más vendida
en España, el juguete que prácticamente todos los niños de mi generación hemos
tenido.
El salto a los
años 80
Como ya expliqué en la
anterior entrada, la empresa de Famosa perdió la licencia de los clicks en
España que pasaron a ser fabricados y distribuidos por Playmobil. Hubo entonces
un periodo nebuloso en el que no se sacaron nuevas referencias a la venta y por
eso durante un tiempo existieron en el mercado cajas con el nombre de Famobil y
otras con el de Playmobil, hasta que poco a poco todas las de Playmobil
sustituyeron a las de Famobil. Y ocurrieron algunos cambios interesantes.
Hay que aclarar que
cuando era un niño yo jugaba con mis clicks. Los quería y trataba casi como
algo vivo, pero para mí eran juguetes. Aunque quería tener muchos y ya sabía
perfectamente los que más me gustaban, no poseía esa idea de coleccionismo tal
y como lo entendemos. Quería tener más cajas para tener más variedad a la hora
de jugar, no para coleccionarnos. El convertirse en coleccionista vino después.
En ese periodo de los míticos años 80 en España.
¿Qué pasó? Lo normal.
Uno crece y va dejando de lado los juguetes. Pero en mi caso siempre quise tener
mis juguetes de la infancia conmigo. Como ya he escrito varias veces, cuidaba y
guardaba mis cosas, y gracias a eso varios de mis juguetes me han llegado hasta
la actualidad. Pero uno deja de jugar con ellos y los va arrinconando en
armarios y trasteros. Yo tuve un problema adicional que era mis primos. Jugar
con ellos era divertido, pero también en ocasiones frustrante y deprimente. Me
rompían los playmobil, me perdían piezas cuando no me las robaban. Uno tampoco
tenía la noción de lo que poseía entre manos, y aunque guardaba las cajas en el
momento en que se me rompían o estropeaban las tiraba sin pararme a pensar en
repararlas y guardarlas para el futuro. Es decir, que en el trayecto entre el
niño, el adolescente y el adulto uno va perdiendo cosas que luego echa de
menos, sobre todo cuando se convierte en coleccionista. También me desprendí de
algunos de mis clicks: el castillo lo regalé, uno de los barcos piratas
también, playmobil sueltos que fui dando por aquí y por allá a los hijos de mis
vecinos, esas cosas…
Así fue pasando el
tiempo y aunque varias cajas y algunos playmobil seguían en mi poder, lo cierto
es que perdí la inmensa mayoría de ellos. Y llegamos a los años 80. En mi vida
ahora lo importante eran otras cosas: las discotecas, las chicas, los cómics,
las películas, la música, los libros… Por aquel entonces las tiendas de
juguetes seguían existiendo. Era normal encontrarte una en tu barrio o cerca de
él. Ahora son más difíciles de encontrar. Los centros comerciales han acabado
con las jugueterías, y también lo han hecho las cadenas de tiendas de grandes
empresas. Pocas son las jugueterías que sobreviven hoy en día. De todas las que
conocí ninguna ha llegado a estos días; una lástima.
Pues bien. Ya en mi
nueva casa, en Fuenlabrada, dando un paseo por el centro de la ciudad, encontré
una juguetería y en el escaparate vi una caja de Playmobil del Oeste. Al ver la
caja sentí una especie de punzada de nostalgia de la niñez y todavía no sé
porque, sentí la necesidad de comprarla. Era una caja pequeña, entraban dos
vaqueros, uno de ellos a caballo (ref. 3304). No lo sabía, pero esa decisión me
convirtió en coleccionista. Al llegar a casa y abrir la caja me topé con el catálogo
donde se podía ver toda la nueva colección del Oeste. Habían remodelado por
completo la colección y los playmobil.
A principio de los 80
(si la memoria no me falla creo que fue en 1982), Playmobil innovó sus clicks
al dotarle de manos móviles. Aquello fue toda una revolución y éxito total, por
lo que de inmediato los playmobil de manos fijas se vieron sustituidos por los
de manos móviles. Pero las colecciones no habían cambiado. Sencillamente eran
las mismas referencias únicamente que los clicks tenían las manos móviles. Las
nuevas referencias que iban saliendo ya eran con esos playmobil nuevos. Pero la
nueva colección del Oeste, que fue por mediados de los 80, eran referencias
totalmente nuevas. Si bien los playmobil básicamente eran los mismos, ahora
existían nuevos modelos de pelucas, rifles más modernos, los caballos podían venir
de otros colores y pintados, más detalles y más accesorios. Los indios, por
ejemplo, vieron toda una revolución cuanto que eran de tez morena; ya no eran
blancos, eran indios.
Aquellas nuevas cajas
del Oeste me gustaron mucho y me propuse ir comprándolas poco a poco. No para
jugar con ellas, se me había pasado la edad (¿seguro?), sino por el placer
emocional de rememorar mi infancia, de tener las cajas y los playmobil
expuestos por mis estanterías y por toda la casa. En un principio decidí
comenzar comprando las cajas pequeñas: el nuevo sheriff, el bandido, el
mexicano con la guitarra, el trampero, el jefe indio… y luego ir a por las
cajas medianas y más tarde a por las grandes. Fue una decisión acertada, porque
no lo compré todo de golpe. Mi economía no daba para tanto, sobre todo porque
tenía otros vicios que mantener como ya se ha visto en estas mis crónicas, y
porque las jugueterías no tenían todas las referencias. Fue una tarea de años,
de búsqueda paciente y diligente, pero las fui encontrando todas. Como digo,
fue una acertada decisión, pues en la actualidad esas cajas pequeñas son muy
difíciles de encontrar y suelen tener precios elevados.
Sin darme cuenta, me
había convertido en coleccionista y friki de los Playmobil, especialmente de la
colección del Oeste, colección en la que suele girar toda mi ansia y esfuerzos.
Ahora llegarían las búsquedas de cajas, encontrar jugueterías, ferias y compras
por Internet, pero de todo esto hablaré en la siguiente entrada de Crónicas de
un friki. Nos vemos…
Continuará…
Si te gustan las Crónicas de un Friki, aquí tienes los
enlaces para ir a la primera entrega y la penúltima. Únicamente pincha en los
nombres.
También puedes leer:
Son mi iniciación en el mundo del Warhammer 40.000 y digamos
una continuación de Crónicas de un Friki a partir del cierre de la tienda.
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