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miércoles, 2 de septiembre de 2020

ENCUENTRAS TU NOVELA EN UNA PÁGINA PIRATA DE INTERNET. ¿QUÉ HACER EN ESTOS CASOS? EL PROBLEMA DE AMAZON.

 

ENCUENTRAS TU NOVELA EN UNA PÁGINA PIRATA DE INTERNET. ¿QUÉ HACER EN ESTOS CASOS? EL PROBLEMA DE AMAZON.

 
            Bienvenidos de nuevo a mi blog, y perdonad el título largo de esta nueva entrada pero desde el principio quería dejar muy claro de qué va la cuestión. En otras entradas similares ya he tratado el tema de la piratería y la defensa de los derechos de autor y como defenderse cuando te roban, plagian o publican tu obra sin tu permiso y saltándose tus derechos de autor. Sin embargo, no está de más seguir insistiendo con el tema sobre todo porque, por desgracia, este no es un problema que se haya resuelto, al contrario, se ha agudizado con la proliferación de páginas Web desde las cuales se pueden descargar libros de forma gratuita sin el consentimiento de los autores.

            La cuestión es que desde que plataformas on-line (como es el caso de Amazon, por ejemplo) han dado la oportunidad a los autores para autopublicarse, las páginas Web donde se piratean libros han aumentado en número debido a la facilidad de poder conseguir las obras, a la ambigüedad en muchos casos de las leyes antipiratas o simplemente porque por parte de las autoridades competentes y de las personas supuestamente encargadas de perseguir y luchar contra este fraude no llevan a cabo de forma eficiente y responsable su tarea. Este último punto es el que más se suele dar, y voy a poner por ejemplo a España.

            En España sí existen leyes claras y contundentes contra el robo de la propiedad intelectual, el plagio o la piratería, el problema estriba en que no se ponen medios suficientes para acabar con esto o bien los máximos responsables sencillamente son negligentes en sus deberes. Es decir, encuentras tu novela en una página Web donde se descarga de forma gratuita o pagando (sin que veas ni un euro por eso) y aunque vayas a denunciar ante la Policía te encuentras con que los agentes no pueden hacerse cargo de tu denuncia debido a la falta de personal o medios. Normalmente, y puesto que no es un delito que implique cientos de miles de euros por estafa o robo, te aconsejan que vayas a un abogado especializado en estos casos, con lo que ello implica. Así que, la pregunta es obvia.

¿Qué hacer en caso de que te roben tu obra?

            Bien, como siempre digo, lo primero que tienes que hacer es registrar tu novela en el Registro de la Propiedad Intelectual. No es una garantía, pero es una prueba de que tu novela es tuya y te pertenecen tus derechos. Tener registrada la novela es una increíble ayuda en caso de que consigas llevar a juicio, pongamos por caso, al dueño de una de estas páginas piratas.


Después debes crear una alerta en Google con tu nombre y el título de tu libro. Si tu novela se coloca en una página Web pirata, Google Alert recogerá la mayoría de las menciones que se realicen a su nombre o título de la obra, lo que te permitirá estar al tanto de los manejos de tus novelas.

Ten un seguimiento de los lugares de intercambio de archivos, para intentar encontrar tu libro en los lugares piratas más conocidos.

            Cuando colocas tu novela en una página Web, asegúrate que exista la opción generar una notificación DMCA (Acta digital del milenio para los derechos de autor) y enviar esa acta a todas aquellas páginas que alojan una copia pirata de tu libro. En el caso de Amazon, cuentan con una opción que no permite que un lector pueda pasar una copia del libro a otra persona ni a otro dispositivo. Es conocido como DRM (Digital rights management), un anticopy que incorporan los libros digitales y que al parecer va a ser incorporado por todas las editoriales españolas. Existen también otras formas como utilizar marcas de agua que solo pueden ser quitadas con un código que se te da cuando compras el libro y que solo vale para un determinado dispositivo.

            Si tu libro está en varias páginas piratas, haz un listado de todas ellas y procura controlarlas, pues tu libro suele ir de un sitio para otro en un intento de despistar. Envía ese listado a tu editor para que tome las medidas oportunas.

            Intenta pertenecer a asociaciones de autores y/o editores del tipo CEDRO. Estas entidades cuentan con medios suficientes para atacar y eliminar páginas piratas e incluso con abogados muy especializados (aunque tendrás que pagar por sus honorarios pero siempre CEDRO te aconseja que hacer y tampoco te deja desamparado). El pertenecer a una asociación ayuda mucho, pues no es lo mismo la denuncia de una persona que la denuncia de una entidad que represente a miles de autores y editores.

            Cuando encuentres una de tus novelas en una página sin tu permiso, ponte en contacto con dicha página e informales de que tu novela no puede estar ahí. En muchas ocasiones estas páginas están llevadas por aficionados a la lectura que lo único que quieren es compartir sus libros favoritos con otros lectores. Y si es así, lo normal es que atiendan tu solicitud y quiten de inmediato tu libro.



            Si no puedes ponerte en contacto con las personas de la página es porque es una página pirata, y si ya cobran por la descarga de tu obra, entonces debes acudir bien a la asociación en la que estés registrado o bien a la Policía aunque creas que no va a servir de nada. Si la cosa va de mucho dinero y puedes asumirlo, lo mejor es ir a un abogado especializado. Ahora bien, si puedes ponerte en contacto con quien lleve esa página, aclárale que está cometiendo un delito y que tomarás las medidas adecuadas en caso de que no quite de inmediato tu obra. Si con esas sigue sin quitarla, entonces haz lo dicho anteriormente. CEDRO para este problema es muy eficiente, pues de forma legal consigue cerrar mediante imposición judicial estas páginas, además de que por su nombre y peso como entidad suele impresionar a las personas que crean estas páginas Web piratas.

            Denuncia en redes sociales, y cuanto más barullo armes mejor, lo que te está pasando, indicando que página y que personas son las que te están robando y utilizando tu obra. A estas personas no les gusta verse señaladas tan abiertamente a pesar de que estén en Internet.

El problema Amazon

            Esta entrada quiere profundizar un poco más en el asunto de Amazon y los problemas legales que en ocasiones varios autores han tenido con esta plataforma digital (yo incluido). Hay que aclarar dos cosas: una es que Amazon posee herramientas para impedir que tu obra, una vez publicada y con DRM anticopy activado, sea descargada de forma ilícita. Dos, que Amazon está para ganar dinero, no para atender los problemas de los autores, y mucho menos de los autores que se autopublican. Me explico.

            Si bien Amazon impedirá por todos los medios que tu obra sea descargada de forma ilegal, una vez que ha sido robada se lava totalmente las manos y no desea saber más del asunto, hasta el punto que no en pocas ocasiones se ha puesto a favor del pirata que tiene la obra de forma ilegal en su página y en contra del autor que es el dueño legítimo de la obra. Amazon no quiere problemas legales, y en su mente empresarial solo atiende a los derechos de publicación, no de autor, y esta diferencia es la que explica su política, totalmente errada en mi opinión.

            Voy a poner dos claros ejemplos y sus soluciones. Estos dos ejemplos, a través de los contactos con otros autores, son los más frecuentes con Amazon, y su solución puede ser o bien sencilla, o bien convertirse en un infierno para el autor. El primer caso me ocurrió hace años.

Amazon no reconoce los derechos de autor

            Hace años (como ya conté en otras entradas) publiqué varios libros con una editorial. Esa editorial puso esos libros en formato libro electrónico a la venta en Amazon con su sello editorial. La editorial terminó por quebrar y se fue al cierre. En el caos que vino a continuación, el editor quiso anular todas las obras publicadas en Amazon en formato digital encontrándose con que no pudo hacerlo porque perdió las contraseñas y puesto que Amazon no puso las cosas fáciles el asunto se dejó correr y el tiempo fue pasando; aclarar que yo no sabía nada de esto.


            Cuando años más adelante quise publicar con Amazon varias de mis novelas, me encontré con que Amazon no me dejaba publicarlas porque ya estaban publicadas con el nombre de la editorial. Me puse en contacto con Amazon y les expliqué que dicha editorial ya no existía y que cuando una editorial quiebra y desaparece automáticamente los derechos de publicación vuelven al autor. Amazon no me dio la razón. Seguía empeñado en que no podía publicar y que para hacerlo necesitaba el permiso del editor o editorial y no atendiendo al hecho de que ambos ya no existían; demencial. Envié fotocopias del Registro de la Propiedad Intelectual donde se demostraba que las obras eran mías, fotocopias de los contratos de publicación donde incidía en las clausulas que indicaban que a los cinco años, si la editorial no seguía publicando o desaparecía, los derechos de publicación volvían a mí. Amazon siguió sin darme la razón, aduciendo tercamente que no podía publicar sin el permiso de una editorial que ya no existía. Llamar estúpidos a lo que estén en el departamento de Amazon correspondiente a estos temas es, quizás, pasarse un poco, así que me limitaré a llamarlos idiotas, que como todo el mundo sabe viene del griego ιδιωτης (idiotes), que significa aquel que no se interesa por los asuntos públicos sino privados o que está fuera de la realidad.

            Pude solucionar el problema gracias a que me puse en contacto con el editor y firmar una transferencia de derechos de publicación de la persona del editor a mi persona como autor (estos modelos de derechos y transferencias los puedes encontrar por Internet). Fin del problema. La cuestión es que hubiera pasado si no hubiera podido encontrar a mi antiguo editor (que se fue a vivir a Francia, pero menos mal que no perdimos el contacto ni yo su correo electrónico). Esto que os he ejemplificado es mucho más común de lo que creéis. Ahora, vamos con el segundo ejemplo.

Amazon se lava las manos siempre

            Una autora decide publicar su novela en Amazon y se encuentra con que Amazon le niega la publicación. ¿Por qué? Pues porque Amazon encuentra que esa obra ya está colgada en una página Web de la que la autora ni tan siquiera conocía su existencia. Evidentemente, esa página Web es una página pirata que ha robado la obra y la está publicando sin el permiso de la autora y saltándose la Ley. Cuando la autora escribe a Amazon y le pide que le diga que página es esa, Amazon se niega y no solamente no da la dirección de la página pirata a la autora, sino que encima amenaza a la misma con posibles consecuencias judiciales. Como podéis comprobar, en este caso Amazon se coloca del lado de los que se están saltando la Ley.

            La autora se muestra impotente, pues no comprende que Amazon no le ayude y en cambio se posicione a favor de la página pirata. Esto es así, porque como ya he dicho, Amazon no distingue entre derechos de autor y derechos de publicación, y entiende que si una obra ya está publicada en una página Web o en una editorial el autor, dueño de la obra, no tiene ningún derecho sobre ella; aunque en realidad su obra haya sido robada. Amazon no quiere complicaciones con los derechos de autor, se lava las manos porque lo que no desea es que se le lleva a juicio por esos temas y se muestra implacable con los presuntos autores que se saltan los derechos de publicación, aunque se den casos como los que os estoy narrando (e insisto, más a menudo de lo que creéis). ¿Cómo se solucionó este problema? La autora logró encontrar la página pirata, se puso en contacto con sus dueños y les indicó que no podían tener su obra ahí, luego se puso en contacto con CEDRO y a continuación escribió a Amazon.com, en inglés, puesto que Amazon.es decidió no ayudar ni solucionar el problema. Y aquí os dejo el siguiente consejo para estos problemas con Amazon.

            En primera instancia, poneros en contacto con Amazon.es. No suele servir de mucho, e ignoro porque, pero hay que hacerlo. Si no os hacen caso o no os ayudan, entonces poneros en contacto con Amazon.com explicando que la sección de Amazon.es no os ayuda. Amazon.com es mucho mejor y suele solucionar estos problemas, y es debido, quizás, a que en el mercado anglosajón literario se toman muy en serio las cuestiones de los derechos de los autores, no como en el mercado literario hispano parlante donde los atropellos, abusos y robos de autorías están a la orden del día.


Conclusión

            Llevo años publicando con Amazon, y si las cosas van bien no tienes problemas con ellos y puedes beneficiarte de sus promociones y su profesionalidad en ese sentido. Ahora, como las cosas vayan mal prepárate a sufrir tal y como has podido comprobar con los ejemplos que he expuesto. No me malinterpretéis, Amazon no es la peor editorial, ni es que sean seres malvados que deseen fastidiar a los autores, simplemente es una megaempresa que únicamente vela por sus intereses, más o menos como hace casi todo el mundo.

            Esto lleva a que muchos autores se replanteen si merece la pena autopublicarse bien por estos portales o bien por páginas Web llevados por el temor de ver como sus obras son robadas o pirateadas. Bien, no os voy a decir lo que tenéis que hacer, pero si seguís desde hace tiempo mi blog os habréis dado cuenta que siempre digo lo mismo. La Vida es riesgo, y el que no arriesga nada gana. Si publicáis tenéis que tener en cuenta que es más que seguro que descarguen de forma ilegal vuestras obras y las coloquen por ahí sin vuestro permiso, esto es así y hay que asumirlo, lo que no significa que os resignéis, sino que debéis luchar para impedirlo o una vez que se ha hecho solucionarlo. No estáis solos en la lucha, podéis uniros a asociaciones y entidades, a foros, pedir ayuda, exponer el problema en las redes sociales, denunciar a los infractores, moveos y seguro que conseguiréis solucionar la cuestión aunque al principio os parezca tarea imposible.

            Dura es la vida del escritor, pero si conoces al enemigo, tienes muchas posibilidades de vencerlo. Hasta la próxima.

 

 

lunes, 6 de julio de 2020

LA GENESIS DE… VAMPIRUS

LA GENESIS DE… VAMPIRUS

 

            Una de mis novelas más curiosas es “Vampirus”, una historia de terror gótico ambientada en el siglo XVIII en el Sacro Romano Imperio Germánico. Y digo que es curiosa porque nunca hubiera esperado escribir una historia de vampiros, pero la cuestión es que las circunstancias me obligaron a ello. A pesar de ser un libro que me vi “forzado” a escribir, puse el mismo empeño que si hubiese sido cualquiera de mis otras obras y eso se notó en el sentido de que muchos de mis lectores aseguran que “Vampirus” es posiblemente mi mejor novela de ficción. Es cierto que otras novelas, como “Madrid Zombi”, son más populares, pero “Vampirus” tiene ese toque de aventura añeja que consigue llegar a un determinado sector de lectores.

Todo empezó con la moda de los vampiros.

            Sí. Corría el año 2010 y los vampiros se habían vuelto a poner de moda gracias a las películas de la saga “Crepúsculo”. Unas películas, en mi opinión, muy sencillitas y bastante mediocres destinadas a un público adolescente no demasiado exigente. En estas películas se presentaban unos vampiros… digamos bastante diferentes a los que estábamos habituados por entonces. Estos seres de la oscuridad eran prácticamente humanos pero con poderes, ya que se enamoraban, tenían celos y actuaban como cualquiera en situaciones de conflicto, especialmente conflictos relacionados con el mundo de los adolescentes. Muy lejos del vampiro malvado y sanguinario, los vampiros de “Crepúsculo” eran benévolos (algunos), altruistas y almas atormentadas por su pérdida de humanidad, siendo además, como ya he dicho, capaces de enamorarse y entrar en líos por culpa de triángulos amorosos. No parecían espectros ni monstruos, sino niñatos inmortales.

            ¿Qué clase de vampiro es ese? Pues uno que generó mucho dinero y que se puso de moda durante mucho tiempo. Visto lo visto, el inefable José Márquez A. Periano, editor de Medea Ediciones, vio la oportunidad. ¿La gente demanda productos relacionados con los vampiros? Pues saquemos a la venta libros sobre vampiros. La pega es que a ninguno de los dos el vampiro estilo “Crepúsculo” nos gustaba. Lo detestábamos. ¿Qué hacer?

Así es como se crea una historia

            José y yo teníamos una divertida manera de inventarnos las historias. Nos reuníamos en la editorial una tarde con Coca Cola y patatas fritas o bollos, y mientras comíamos y bebíamos nos poníamos a hablar. Había que crear una historia y empezábamos diciendo cuanta chorrada se nos ocurriera, sin importar lo disparatada que pudiera resultar. Uno decía algo y el otro continuaba, entonces algo nos gustaba y nos poníamos a dar vueltas y a seguir diciendo disparates, eliminando lo que no nos gustaba y quedándonos con lo que sí que luego más adelante íbamos puliendo. Esta forma de crear historias puede parecer caótica y tonta, pero os aseguro que era un fértil crisol de donde surgían muchas y alucinantes historias y la de “Vampirus” no fue una excepción.

            En el caso que nos ocupa, José era muy seguidor de un programa de la radio llamado “La rosa de los vientos” que trata sobre misterios y hechos de la Historia. En un programa José escuchó un debate acerca del primer informe oficial sobre vampirismo en Europa: el Visum et repertum.

            En este informe, que existe, se habla de supuestos ataques de vampiros en una aldea remota de Serbia, que por entonces pertenecía al Sacro Romano Imperio Germánico, y que fueron investigados por una comisión imperial al mando del cirujano militar Dr. Johann Flückinger, al que acompañaron dos militares y otros dos cirujanos militares. La misión de esta expedición era encontrar a un haiduk (un campesino) llamado Arnold Paole del que se sospechaba se había convertido en vampiro y que era responsable del fallecimiento de dieciséis vecinos. El Visum et repertum es un detallado informe del resultado de las autopsias de las víctimas así como de las investigaciones e interrogatorios llevados a cabo en la zona y a los testigos. En 1731 Flückinger publicó un libro con el informe al que llamó Visum et repertum y fue tal el éxito del libro que desde entonces el término vampirus (vampiro) se popularizó en Europa y por eso ha llegado a nuestros días.

La novela

            Por supuesto, el informe histórico no podía convertirse en una novela si antes no se hacía muchos cambios, entre ellos la probada existencia de los vampiros. Tomando los personajes reales, el informe y realizando bastantes cambios logré crear una historia más entretenida y llena de suspense. Fue un primer borrador que no me terminó de convencer del todo. José insistía en que tenía que ser una historia parecida a “Crepúsculo”, pero por más vueltas que le daba no me cuadraba eso con un informe del siglo XVIII. Hasta que se me ocurrió prescindir de “Crepúsculo” y retomar la figura del vampiro tradicional.

            Soy un gran fan de las películas de la Hammer de los años 70. Sus películas de Drácula, el doctor Frankenstein, monstruos y vampiros siempre me han parecido de lo mejor. El ambiente gótico que poseen esas películas iría de perlas para “Vampirus”. Si lograba recrear esa ambientación y a los vampiros los convertía en los vampiros de la Hammer entonces la historia de “Vampirus” tomaba una forma mucho más consistente y atractiva; las piezas encajaban.

            Claro que José no estaba por la labor de tantos cambios. Estaba empeñado en el estilo “Crepúsculo” y yo seguía insistiendo en que lo mejor era un vampiro gótico estilo Hammer. Como no nos poníamos de acuerdo, le pedí a mi editor que me dejara escribir un argumento de varias páginas y que tomara una decisión tras leerlo. A los pocos días José leyó el argumento y quedó convencido: mi idea era mejor. Hubo algunos cambios más y el argumento terminó por cerrarse del todo. Ya solo quedaba ponerse a trabajar.

            Mi editor me apremió para que terminara cuanto antes la novela, ya que debíamos aprovechar la moda y el tirón comercial de “Crepúsculo” antes de que se agotara. Para darme mayor estímulo a la hora de escribir, incluso me adelantó parte de las ganancias.

Problemas vampíricos

            “Vampirus” es la novela más rápida que he escrito hasta el momento. Algo más de doscientas páginas que fueron escritas en apenas veinticinco días. Fue un arduo trabajo que llevé a cabo con toda la diligencia posible. Entregué el manuscrito a mi editor confiando en que para Navidades (la novela la escribí en septiembre) podríamos ponerla a la venta y aprovechar el tirón de ventas de esas señaladas fechas. Mas a partir de aquí todo fueron problemas y retrasos.

            Para empezar, había que corregir y maquetar la novela. La corrección fue un desastre. El responsable era muy lento y apenas corregía dos o tres páginas por día y eso cuando aparecía por la editorial. Los días se fueron sucediendo y la fecha de publicación se acercaba a toda velocidad. En cuanto a la maquetación, más de lo mismo. Por aquel entonces la editorial se había quedado sin maquetador y de esa tarea se encargaba José o cualquier otra persona. El problema es que José siempre andaba hasta arriba de trabajo o la otra persona pues tampoco fue muy responsable y los retrasos se siguieron sucediendo, hasta tal punto que llegó Navidad y la novela estaba sin corregir, sin maquetar y no tenía ni tan siquiera portada.

            Perdida la ventana de las fiestas navideñas, y con el desierto del invierno por delante, solo quedaba publicar la novela en primavera haciéndola coincidir con las Ferias de Libros. Se volvió a empezar y ya se contó con una portada obtenida de un portafolio de una autora que había trabajado para Medea: Marcela Bolívar. Se pagaron los derechos de autor, se cogió la ilustración y con ella se creó la portada de “Vampirus”. Era una muy buena ilustración, pero poco tenía que ver con el libro. No obstante, era bonita y comercialmente atractiva, así que se pensó que sería adecuada.

            Y esto fue el único triunfo conseguido en esos meses, porque otra vez los retrasos fueron la constante y la novela tampoco se pudo publicar esa primavera. Ni en verano. Ni en Navidad. Tardó dos años en ver la luz, y cuando lo hizo también se cometieron graves errores.

            La editorial ya era un caos, con la gente pasando de trabajar y los editores perdidos en sus proyectos personales y dejando de lado otros, con lo que al final los libros, de unos y de otros, nunca estaban a punto y siempre tenían retrasos en sus lanzamientos. Lo peor es que se creaban expectativas con los puntos de distribución y venta ya que la editorial enviaba catálogos y fechas de lanzamientos de obras que luego no se cumplían. Cuando tras muchos meses de retraso por fin salían dichas obras a la venta ya era demasiado tarde pues el interés se había perdido. Algo así pasó con “Vampirus”. Para empezar, con la saga “Crepúsculo” ya olvidada y con los zombis pegando fuerte, una novela sobre vampiros no encajaba muy bien en ese momento. Y encima, para terminar de estropearlo todo, tanto el editor como el maquetador se equivocaron y enviaron a imprenta un documento sin corregir y con fallos en la portada. Resultado: un libro defectuoso repleto de errores y con una portada inacabada. Obviamente, apenas tuvo ventas y los libreros se quejaron por la mala calidad del producto.

            Se tuvo que hacer una segunda edición y corregir todos esos errores. En ese momento entró a trabajar por un tiempo a la editorial en calidad de maquetador y portadista mi amigo Juanjo Maillo, un pedazo de artista que imprimió a las portadas un gran nivel de calidad. Por desgracia solo estuvo un breve tiempo donde realizó un enorme trabajo. La novela por fin salió publicada como debía, pero también pasó un tiempo y las ventas realmente fueron malas. Todo lo que pudo salir mal con el proyecto de “Vampirus” salió mal.

El tiempo lo fue remediando

            Aunque tuvo malas ventas, “Vampirus” caló entre esos lectores que enseguida hicieron un boca a boca y un movimiento por las redes sociales animando a la gente a que leyera una historia “clásica” de vampiros que atrapaba y era bastante buena. Hubo entonces un lento y constante goteo de ventas hasta que la editorial terminó por cerrar.

            A pesar del cierre, al correo de la editorial llegaban peticiones de clientes y librerías pidiendo más ejemplares de “Vampirus”, así que creí que debía intentar seguir manteniendo la novela a la venta como fuera. Intenté varias opciones, siendo la primera enviar el manuscrito a otras editoriales. No tuve ningún éxito. En España prácticamente no tuve respuestas ni ofertas por parte de las editoriales que por entonces ya habían entrado en una monolítica política de publicación (como ya explico en otras entradas) y no querían saber nada de novelas que no fueran a ser un éxito de ventas desde el primer día. Sí que recibí ofertas de editoriales latinoamericanas, pero sus condiciones no me convencieron y deseché publicar con ellas. Solo una editorial argentina, NeD, se ofreció a publicar la novela, solo que en formato digital. Tampoco acepté más que nada porque fue cuando puse la vista en Amazon, que recién había creado su apartado de publicación y daba la posibilidad de poder llegar con tu libro a decenas de miles de lectores.

            Corregí y retoqué ligeramente la novela, más adelante cree una nueva portada que me hizo la maravillosa Les y la puse a la venta tanto en formato libro digital como en formato de papel.

            Las ventas de “Vampirus” nunca fueron grandes, más bien modestas, pero en compensación es una de mis obras mejor valoradas y criticadas por los lectores, que gustan de una historia de vampiros a la antigua usanza y que valoran ese estilo a lo Hammer. Otra de las características por la que gusta la novela es su estilo “visual” (estilo cinematográfico y del que hablo también en otras entradas), directo y muy entretenido. A pesar del toque de aventura, otra cosa que también gusta mucho a los lectores es su parte de suspense y terror que atrapa y hace difícil dejar la lectura, así como un protagonista con pies de barro que en un principio hasta cae antipático (como fue mi intención).

            “Vampirus” fue uno de mis primeros libros en ser escrito utilizando ese estilo “visual” que me define. Lo hice a propósito y desde entonces lo empleo con determinadas novelas. La obra sigue su curso y, como ya he dicho, no es pródiga en ventas, pero se sigue considerando entre mis lectores como una de mis mejores obras de ficción. Sé que es una historia para un determinado público, y sé que sería una buena película si alguien se decidiera a producirla.

            Si deseas pasar un buen rato de suspense y aventura en paramos helados y terribles, esta es tu lectura. Sigue la pista al vampiro en el siglo XVIII y prepárate para enfrentarte al Mal en su estado más puro.

           

 

 

 



 

 

 

 

 

 

 

viernes, 1 de mayo de 2020

COMO ESCRIBIR CORRECTAMENTE “SINO” Y “SI NO”


COMO ESCRIBIR CORRECTAMENTE “SINO” Y “SI NO”


            Bienvenidos de nuevo a mi blog. En esta entrada vamos a tratar un tema sencillo pero que en muchas ocasiones nos pone en un aprieto: ¿cuándo se escribe “sino” junto y cuando “si no” separado? Este es un error bastante más común de lo que se suele pensar y afecta incluso a gente tan preparada como filólogos, periodistas y escritores. Curiosamente apenas se da entre estudiantes de otras lenguas que aprenden el español, quizás porque lo detectan con mayor facilidad que el hispanoparlante. Vamos entonces a aprender a cómo escribir correctamente “sino” y “si no”.

¿Cuándo se escribe sino?

            “Sino” es una conjunción adversativa que se escribe en una sola palabra y se usa, principalmente, para contraponer un concepto a otro:

—No estudia, sino que trabaja.

            Se pueden dar cuatro casos diferentes a la hora de escribir esta palabra, y son los siguientes. Comencemos con el primero, que es cuando enfrentamos dos conceptos, uno negativo y el otro positivo, como ya he explicado un poco más arriba. Un ejemplo sería:

—Santiago no ha ido al teatro, sino al cine.

            El segundo caso es cuando la frase nos deja sustituir la palabra “excepto” por “sino”. Ejemplo: “No quiero tener tratos con nadie, sino con Julio César”. Hay que tener en cuenta el orden de la frase y donde está situado “excepto” para poder hacer la sustitución. Si escribimos: “Excepto Juan, nadie sabe donde está”, no podemos poner “sino” porque quedaría así: “Sino Juan, nadie sabe donde está”. La frase es horrible y no tiene sentido.
            El tercer caso es cuando podemos sustituir “sino” por “solamente” o “tan solo”, como por ejemplo “No te digo que lo hagas a la perfección, sino que lo intentes”. El cuarto caso sería utilizarlo como  conjunción adversativa, o sea, cuando denota adición de una o varias cuestiones de las que estemos hablando. Y si esto te suena raro, con un ejemplo verás lo que digo: “No quiero esta arma solo por su cadencia de tiro, sino también por su fiabilidad, robustez, diseño y poco peso”.
            Existe un caso que poco tiene que ver con los anteriores y en el cual siempre se pone “sino” junto, y es cuando se convierte en sustantivo. Hay que recordar que “sino” proviene del latín “signum”, que significa señal, presagio, y por tanto evoca la idea del destino escrito o la predestinación. La RAE explica que “sino” denota fatalidad o destino. Un ejemplo: “Su sino era caer en esa batalla y nada de lo que hubiéramos hecho habría cambiado tal cosa”.


¿Cuándo se escribe si no?

            Hay que darse cuenta de que al distinguir “sino” de “si no”, la segunda opción son dos palabras, por eso nos debería ser algo más fácil poder saber cuándo ponerlo junto o separado. Si lo escribimos separado, es porque vamos a introducir una oración condicional normalmente negativa, ya que “si” es una conjunción condicional y “no” es un adverbio de negación. Puede ir al principio de una oración, como por ejemplo:

—Si no lo terminas a tiempo, no te pagarán.

            Una pista que nos indica que va separado es que nunca falta una coma en las oraciones que comienzan por “si no”. También lo usamos para comunicar que no creemos en algo que se nos acaba de decir. Un claro ejemplo sería:

—Mira, si no, la que nos acaba de caer encima.

            Hay ocasiones en las que no resulta necesario colocar el “no”:

—Me pregunto si no lloverá mañana otra vez.
—Me pregunto si lloverá mañana otra vez.

            Un truco sencillo para saber cuándo debe escribirse “si no” es cuando se puede intercalar entre si y no algún elemento sin que se pierda el sentido en el texto.

—Si (el policía) no hubiera intervenido a tiempo.
—Si (ella) no hubiera hecho eso, nada habría pasado.

            Y esto es todo. Como habéis podido apreciar, las reglas para saber escribir “sino” y “si no” son bien fáciles de recordar. No olvidéis que una novela bien escrita tiene muchas más posibilidades de verse publicada que otra repleta de faltas de ortografía. Nos “vemos” en la siguiente entrada.