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martes, 22 de noviembre de 2011

AUTOPUBLICARSE, ¿SÍ O NO?


Los escritores, en ocasiones, nos encontramos ante encrucijadas en nuestra profesión que según el camino que decidamos tomar así nos marcará para siempre en nuestra trayectoria literaria, para bien o para mal. Puede que tengamos suerte y que ciertas decisiones que en un principio fueran malas luego no nos causen grave daño en el futuro, pero las más de las veces no ocurre así. Hay que tener en cuenta, y esto es una lección que nos da la vida, que todo lo que hagamos tiene una repercusión. Por eso, cuando tengamos la oportunidad y sea el momento adecuado, es bueno parar un momento y meditar sobre nuestros pasos a seguir. La auto publicación es uno de esos momentos.
Para los escritores noveles o para los que llevan mucho tiempo sin publicar su obra (sobre todo la primera) es una tentación muy fuerte la posibilidad de auto publicarse o auto editarse como se le suele conocer que, cuan cantos de sirena, nos promete que nuestro libro por fin verá la luz y será leído. ¿Pero, qué es la auto publicación? Es pagar por ver publicada nuestra obra. Si publicar de forma “normal” conlleva aceptar unas reglas ya establecidas (reglas que en su mayoría perjudican al autor) y tener que depositar nuestras esperanzas en editores, la auto publicación, como mayor beneficio, trae que directamente se publique nuestra obra de forma inmediata; siempre y cuando tengas el dinero que te piden. Cuando editan tu obra te pagan (según sea tu obra, la editorial y la fama que comporte tu nombre), firmas un contrato y esperas a que se vendan ejemplares de tu novela para cobrar el porcentaje de beneficio por venta (porcentaje que varía como en el caso anterior). El problema es dar con una editorial que quiera publicar tu obra y eso es lo más difícil, el reto más importante y en ocasiones insuperable a que se enfrenta cualquier autor, sobre todo al principio de su carrera.
La auto publicación elimina ese reto, tan sólo debes disponer de dinero, pero también comporta ciertos riesgos que se deben conocer. Por eso, en este artículo, basado en mi experiencia personal como escritor y en decenas de casos conocidos de primera mano de escritores que se han auto publicado, expondré los pros y los contras de auto publicar tu novela. Luego, que cada cual saque las conclusiones que quiera.
Ventajas de auto publicarse.
Como ya he dicho al principio, las dos primeras y mayores ventajas con las que el autor se topa al auto publicar su obra son que directamente publica sin necesidad de que guste la obra a nadie (más que a él) o no sea “comercial”, y la segunda que elimina la figura del editor. Figura que muchas veces es nefasta, pues no hay que olvidar, como ya he expuesto en anteriores artículos, que en España la mayoría de las veces se publican libros siguiendo unos criterios más que discutibles y muy objetivos. El editor, aunque se tope con la obra maestra del siglo, decidirá no publicar tu novela si esta no se ajusta a unos patrones determinados, que en estos momentos son: a, debe vender 10.000 ejemplares en un mes; b, debe ser “comercial” para vender tanto. No significa que todos los editores españoles sean así, afortunadamente todavía existen editores que saben reconocer algo bueno cuando lo leen, pero las grandes editoriales mandan y son estas precisamente las que tienen editores así en sus nominas. Si tu obra no se ajusta a esos patrones es difícil que se publique.
Con la auto publicación se manda fuera al editor, y al eliminar al editor se abren un montón de posibilidades para publicar tu novela a pesar del género literario que sea. Como ya sabemos (y esto también ya lo he explicado en otras ocasiones), ciertos géneros literarios en España no funcionan o nos quieren hacer creer que no funcionan y, por poner un ejemplo, es difícil que publiquen una novela que trate sobre marcianitos o sobre misterio y ficción, sobre todo si el autor es español. Puedes publicar tu obra sin reparos y sin que nadie te ponga un pero, más allá, claro, de los correspondientes retoques gramaticales y corregir errores de estilo o técnica, pero la obra en sí nunca es tocada. Si tu novela es de poesía punk, de venusianos rosas, de novela histórica, de dinosaurios, zombis, romántica, de lo que sea, con la auto publicación puedes publicarla sin problemas.
Otra ventaja de la auto publicación es que mantienes un control estricto sobre tu obra, desde el tipo de letra a utilizar, tamaño, color…, hasta el dibujo o composición de la portada, tipo de letra del título, tipo de edición y todo el proceso en sí, incluido el número de ejemplares a publicar. Es decir, la novela saldrá como siempre has deseado que salga: a tu gusto y con tus exigencias.
La inmensa mayoría de editoriales que se dedican a la auto publicación, por no decir todas, suelen distribuir los libros por un circuito de librerías ya asegurado, así que tu novela por fin se pondrá a la venta y tendrá la oportunidad de llegar a los lectores. También suelen hacer presentaciones de las novelas, en plan invitar a tus amigos y familiares a un café literario y hacer allí una presentación de tu obra en un ambiente muy bohemio y “literario”; incluso, y esto ya depende de la editorial, te pueden hacer una o dos reseñas de publicidad en periódicos (no en grandes periódicos). Y ya prácticamente todas las editoriales añaden a la publicación en papel otra en formato electrónico, lo que supone otra ventaja para el autor.
La auto publicación es también una opción muy buena para esos escritores que no gustan que sus obras sean del dominio del gran público. Aunque la labor principal de un escritor es que sus historias lleguen al máximo número posible de lectores, es bien cierto que existen autores que no quieren escribir para el gran público, sino que lo hacen para ellos o como mucho para su círculo interno de amigos y/o familiares. Para ellos la auto publicación es una gran ventaja, pues dejan de lado el agobio que supone tener que lidiar con editoriales y editores y el luchar a la desesperada por publicar su obra. Con la auto publicación se dan el gusto personal de tener sus pensamientos, sus historias o sus sentimientos escritos en papel, en ediciones cuidadas personalmente y con un número de ejemplares muy reducidos, que no irán más allá del círculo interno antes mencionado.
Estas son, como principales, las ventajas que da el publicar tu novela mediante el método de la auto publicación. Visto así parece una buena opción, pero lo cierto que tras la auto publicación hay mucho engaño y, esto es lo peor, muchos prejuicios.
Desventajas de la auto publicación.
La principal es que tienes que pagar por ver publicado tu libro. Esto es el principal problema de la auto publicación y que además empalma directamente con la segunda desventaja de la que hablaré un poco más adelante. Nunca me canso de decir, igual que otros muchos escritores, que el único que arriesga algo al publicar una obra es el autor, si encima tienes que pagar por publicar, entonces sencillamente tu carrera como profesional se te pone muy cuesta arriba. Por si fuera poco, no es barata la auto publicación, suelen engañar, así, como estás leyendo, engañar al escritor a la hora de explicar los costes de una publicación. Lo normal es que las editoriales te aconsejen unas tiradas de 200 ó 500 ejemplares de tu obra, dependiendo de la fe que deposites en tu novela y de los amigos que tengas. Pues bien, por publicar 200 ejemplares de un libro de clase media, es decir, unas 300 páginas y portada normal, te piden entre 2.000 y 3.000 euros de gastos de imprenta, que hay que pagar religiosamente o te metes en un problema con la Ley, pues antes has debido firmar un contrato legal donde se te exige pagar o atenerte a las consecuencias. Te dirán que es muy fácil vender 200 libros, entre amigos y familiares rápidamente puedes vender unos 100 y el resto se venderán en las librerías y claro, uno pica como pez en el anzuelo. Si vendes los libros recuperas el dinero invertido, pero antes tienes que pagar un adelanto que suele ser de un 40% ó 50% del precio total. Si pides explicaciones sobre porque cuesta tanto sacar de imprenta 200 libros te dirán eso: que los gastos de imprenta son muy elevados, que si esto, que si aquello, que si la editorial arriesga mucho y debe pagar a la imprenta por adelantado y demás necedades, todas falsas como ahora se verá. La cuestión es la que antes he dicho: no arriesgan nada, no pierden dinero nunca, en todo caso, el único que pierde es el autor, y encima en la auto publicación además el dinero. Me explico.
Soy escritor profesional, pero además editor literario, lo que me hace estar en contacto con el mundo editorial y conocer sus manejos y formas de trabajar. Ir a imprenta con las tripas de tu libro (argot de trabajo), la portada, links, etc. a imprenta y pedir que te hagan 200 ejemplares de 300 páginas por libro más una portada normal (rustica) te suele costar entre 500 y 800 euros dependiendo del tipo de papel y de la imprenta; ya incluso menos, pues debido a los problemas de trabajo las imprentas cada vez entran en precios más competitivos, llegando a existir la opción de “publicar a la carta”. Es decir, puedes mandar que te impriman 10 ejemplares de una obra a 6 u 8 euros de coste por libro. Estos son precios normales, como digo, pueden subir o bajar un poco dependiendo de la imprenta.
Como vemos, en la editorial de auto publicación te piden, tiremos a la baja, 2.000 euros por 200 ejemplares y te exigen, mediante contrato, que pagues por adelantado el 40% (por ejemplo). Debes desembolsar entonces 800 euros y después pagar, en cómodos plazos estipulados en el contrato, los restantes 1.200 euros. Hagamos cuentas. Si das un adelanto de 800 euros antes de que tu obra vaya a imprenta, la editorial ya tiene el dinero para pagar a la imprenta, por lo que no tiene que pagar absolutamente nada ni poner euro alguno en los costes, no arriesga entonces. Pero si después le tienes que pagar 1.200 euros y ya los costes de imprenta han sido pagados, entonces la editorial ha obtenido un beneficio brutal de 1.200 euros por no hacer nada ni arriesgar nada. Demencial, ¿verdad? Y legal, pues recuerda que antes has firmado un contrato de forma voluntaria donde te comprometes a pagar.
Claro, entonces el autor pensará: “no pasa nada, puedo recuperar el dinero vendiendo los 200 ejemplares”. Ya, pero sigamos haciendo cuentas. Tienes 200 libros para vender, y si quieres recuperar tus 2.000 euros te verás obligado a poner (porque el precio de los libros lo pone el autor) cada ejemplar al precio de 10 euros, que así a simple vista no parece mucho. Pero añadamos 2 euros más por aquello de poder sacar algún beneficio, dado que el auto tendrá que patear sitios y calles en busca de gente a quien vender la novela. Doce euros por una novela de 300 páginas no parece mucho, pero la pregunta es: ¿de verdad tienes 200 amigos y familiares que te quieran comprar un libro aunque sea a ese precio? La respuesta es desoladora como comprueban los desventurados que ingenuamente piensan que lograrán vender 200 ejemplares de su libro en uno o dos meses. Pero esto no acaba aquí, porque en realidad he tirado con los precios de costos a lo barato, pues lo cierto es que hoy en día se ha encarecido el coste del papel y todos en general y las editoriales de auto publicación te piden mucho, mucho más dinero por un libro de 300 páginas.
Pero, ¿y los libros que supuestamente la editorial distribuye por librerías y que te han asegurado que se van a vender? Porque está es otra: te endulzan los oídos diciéndote que tu obra es muy buena, que es genial, atractiva y que se va a vender muy bien. Ellos aseguran que promocionarán tu novela y la distribuirán por librerías y grandes superficies, todos lugares donde se venden muchos libros y los tuyos por supuesto también se venderán. Otra mentira más. Tus libros, si los publicas en la Comunidad de Madrid, no saldrán de Madrid, y estas teniendo suerte, que si lo haces en Murcia entonces se distribuirán en una o dos librerías a lo sumo. La cuestión es que los libros no se distribuyen en grandes superficies, los comercios tipo Corte Inglés o FNAC, puntos ambicionados por distribuidores, editores y autores, no suelen aceptar prácticamente nada que venga de editoriales de auto publicación (por una cuestión que he prometido antes que iba a explicar; un poco de paciencia) y tampoco lo suelen hacer las grandes librerías tipo Casa del Libro. Con suerte, los libros se distribuirán en cinco o diez librerías normales, sin menospreciar a dichos comercios, pero que su volumen de ventas no es muy grande y suelen especializarse en géneros literarios poco comunes, como los ensayos o la poesía. Son, por tanto, sitios donde el gran público no suele acercarse y donde tu novela, esa en la que has depositado tantas esperanzas (porque es buena, lo sabes tu, que es lo que importa), prácticamente va a pasar desapercibida. Si tienes suerte, lograrás vender cinco ejemplares, y esto ya es mucha suerte; lo normal es no vender nada. O sea, que tendrá que ser el autor quien venda los 200 ejemplares porque tiene que recuperar esos 2.000 euros. Oh, se venderán, seguro, pero al cabo de mucho tiempo, amarguras, decepciones y teniendo que bajar el precio o incluso regalando. Conozco muchos escritores que después de años de auto publicarse todavía tienen ejemplares de sus novelas acumulando polvo.
En cuanto a la promoción de tus novelas, olvídalo, saldrán unas reseñas en unos periódicos de poca tirada y a lo sumo la presentación en el café literario o algún otro lugar, pero a medida que vayan pasando las semanas la editorial se irá olvidando de la obra. Sólo la promocionará si el autor sigue soltando dinero. Así pues, la situación es mala para el autor que ve como su sueño de publicar no se acerca a lo que esperaba ni a lo que le dijeron los de la editorial.
Si todo esto suena malo, lo siguiente es peor, y por fin voy a explicar lo que dijera líneas más arriba. ¿Por qué empresas como el Corte Inglés y otras no suelen querer publicar obras auto publicadas? Por una tan sencilla como demencial razón: porque piensan que si un autor necesita pagar para poder publicar su obra, significa entonces que esa obra no es de calidad puesto que se supone que editoriales “de verdad” no la han querido publicar. Siendo así, no quieren esas obras de “baja calidad” en sus estanterías. Y esto ocurre también en las editoriales normales. La obra que ha sido auto publicada es muy difícil que vea la luz en una edición normal por lo mismo: las editoriales y los editores piensan que la obra deber ser mala puesto que el autor ha tenido que pagar por publicarla; es más, puede que hasta el autor sea malo como escritor y quizás sea mejor no publicarle. ¿Qué esto es ridículo? Puede, pero lo cierto es que muchos editores juzgan a autores y sus obras auto publicadas bajo estos conceptos.
No significa que le ocurra esto a todas las obras auto publicadas. Si finalmente te conviertes en un escritor de éxito y fama, ten por seguro entonces que esas novelas que auto publicaste tendrán su edición normal y se distribuirán por todas partes; así funciona el mercado literario.
Por tanto, analizados los pros y los contras de la auto publicación sólo me queda aconsejar una cosa a mis compañeros de profesión. Yo no digo que la auto publicación sea mala como tal, sólo que en España muchas editoriales se aprovechan de la necesidad y desesperación (así como de los sueños) de los autores para ganar grandes beneficios sin hacer ni arriesgar nada, convirtiendo algo que perfectamente es una buena herramienta para autores noveles en una estafa que si bien es legal, moral y éticamente es reprobable. Este tipo de comportamiento de estas editoriales ha conseguido que el resto de las editoriales normales recelen de ellas y no quieran saber nada ni de dichas editoriales, ni de los libros que publican y en ocasiones ni de sus autores, lo que convierte a los escritores que se auto publican en parias o casi.
Si deseas ser un escritor profesional, que tus obras se publiquen en buenas condiciones y puedan llegar a la mayor parte posible de los lectores y que además se respeten tus novelas y tu nombre, entonces te aconsejo que NO te auto publiques. Si crees que eres bueno como escritor y que tus escritos son también buenos, entonces sigue luchando y porfiando, pues la calidad termina siempre por imponerse; aunque tarde años.
Si más que escritor lo que haces es escribir porque te gusta y a lo que aspiras es a que tus amigos y familiares lean tus obras, entonces la opción de auto publicarse es más factible y sin riesgo.
No obstante, son mis opiniones personales. Mis experiencias las comparto contigo, pero no te impongo nada, sólo informo. En otros países la auto publicación es de otra forma, algo tan respetable como publicar en una editorial normal, pero no estamos en otros países.
Que tengas suerte.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Avance CABALLEROS DE LA CRUZ DE HIERRO EN GUERRA


Allerberger, Josef "Sepp", nació cerca de Steiermark, Austria, el 24 de diciembre de 1924. Hay que hacer constar que en sus memorias, Allerberger indica que nació en septiembre, pero su partida de nacimiento está fechada en diciembre, quizás por retraso de los padres en inscribir al recién nacido en la localidad. Hijo de un carpintero local, su niñez y adolescencia fue normal, sin nada especial que reseñar más allá de su particular carácter.
A los dieciocho años ya estaba familiarizado con la profesión de su padre, y posiblemente hubiera trabajado el resto de su vida en el taller si el estallido de la 2ª Guerra Mundial no hubiera dado al traste con la situación de Austria y Alemania. De todas formas, Allerberger no se enroló en el ejército hasta diciembre de 1942, para comenzar ya a reforzar los ejércitos nazis que operaban en múltiples frentes de batalla.
El 18 de julio de 1943, tras el periodo de instrucción, fue enviado al Frente del Este con el 2º Batallón de la 144ª División de Montaña. En un principio comenzó actuando como operador de ametralladora, lo que parecía indicar que Allerberger pasaría la guerra como un simple soldado más de Infantería, hasta que un incidente cambió radicalmente su destino y le convirtió en uno de los tiradores más letales y peligrosos de toda la guerra, con 257 bajas acreditadas en su hoja de servicios.
Sólo estuvieron a su altura en cuanto a efectividad su amigo y compañero de unidad, Matthaüs Hetzenauer en las filas alemanas, y en las rusas hubo varios tiradores que sí le superaron, pero sin embargo Vasily Zaitsev, el tirador ruso más famoso de toda la contienda quedó por debajo de Allerberger en 32 objetivos. Durante las terribles batallas que se dieron por dominar la ciudad rusa de Stávropol, que comenzaron el 3 de agosto de 1942 y concluyeron el 21 de enero de 1943 (Allerberger entraría a mediados de la campaña), que causaron enormes daños entre la población civil y luchas encarnizadas entre alemanes y soviéticos, Allerberger entró en contacto con la cruda realidad y los horrores de la guerra, como él mismo nos relata en sus memorias:
«Tras cinco días de intensos combates perdí los últimos vestigios de mi inocencia juvenil. Los horrores de la guerra dejaron huellas en mi rostro, envejecí diez años. Nuestra unidad se vio reducida de veinte a tan sólo siete compañeros. Del grupo inicial al que pertenecía quedábamos el comandante y yo. Perdí la noción del tiempo, al igual que el miedo. Ya no mostraba compasión hacia el enemigo. Me convertí en un producto de la situación que me tocó vivir, siempre impulsado por el primitivo instinto de supervivencia, eternamente hambriento y sediento.»
En un momento determinado del combate resultó herido de manera leve en una mano, pero lo suficiente para que tuviera que ser evacuado a un hospital de campaña para recuperarse. Allerberger se propuso no tener que volver a ser a operador de ametralladora, ya que le parecía un destino realmente duro. Siendo carpintero, logró entrar al servicio del oficial armero como ayudante para reparar las armas.
Mientras se curaba de las heridas, en el taller de reparaciones, curioseó entre el material tomado a las tropas rusas, bien de sus muertos o cogido del campo de batalla abandonado por los soviéticos en sus retiradas. Le llamó la atención un fusil de tirador, un rifle Nagant 91/30 con mira telescópica de PU 3.5x y de cerrojo, un arma con una gran historia pues ya se utilizaba con anterioridad a la Primera Guerra Mundial y que era mundialmente conocido por su fiabilidad y robustez de diseño. La Unión Soviética producía el Nagant por millones y equipaba con él a sus soldados, pero pronto cobraría fama por ser el arma preferida de los tiradores de élite. A modo de anécdota, el mayor tirador de la 2ª Guerra Mundial, Simo Häyhä (505 bajas), que militaba en las filas finlandesas, utilizaba un rifle Nagant sin mira telescópica y cuando sus oficiales le dieron la posibilidad de que tuviera otros fusiles mucho más potentes y modernos, Häyhä, rotundo, se negó a desprenderse de su Nagant. El mismo Allerberger nos cuenta que pasó por su cabeza al tomar el arma:
«Por supuesto, era una señal del destino que entre las armas de ese tipo, me encontrara con un fusil de francotirador ruso. Nada más verlo, me apresuré a preguntarle al sargento de armas si era posible practicar con él.»
Allerberger aprovechó para practicar con el rifle, tirando a varias dianas en un campo de tiro y haciendo blanco prácticamente siempre, realizando increíbles dianas que llamaron de inmediato la atención de los oficiales. Le hicieron repetir una serie de ejercicios de disparo y cuando se comprobó que no era fruto de la casualidad, se dieron cuenta que en el soldado existía un talento bruto que debía ser pulido cuanto antes. No obstante, debido a las exigencias de la guerra que demandaba constantemente más soldados, Allerberger fue enviado de nuevo al frente, pero esta vez llevó con él el fusil Nagant, con el que causó 27 muertos entre las filas rusas, varios de ellos oficiales.
Estos éxitos volvieron a llamar la atención de sus superiores y enviaron al soldado a la escuela de tiradores de Seetaleralpe, campamento militar con una extensión de 30 kilómetros de largo y unos 12 de ancho situado cerca de Seetaler, en Los Alpes, donde comenzó de inmediato su formación y entrenamiento para convertirse en un letal tirador. Su entrenamiento lo llevó a cabo con un fusil alemán Mauser K98 equipado con un visor de 6 aumentos. Para entonces, gracias a sus valerosas acciones, Allerberger fue premiado con la Cruz de Hierro de 2ª y 1ª clase, además de la Medalla de Asalto de Infantería (Infanterie Sturmabzeichen).
Aunque de esto ya se hablara en el anterior volumen de CABALLEROS, no está de más aclarar que un tirador de la 2ª Guerra Mundial no es lo mismo que un francotirador tal y como lo conocemos hoy en día. Los francotiradores actuales, además de causar bajas entre la tropa enemiga, también se emplean en ocasiones para llevar el terror a la población civil, sin importar a quien se dispare, como por ejemplo pasó en la guerra de la extinta Yugoslavia entre los años 1991 y 2001. Un tirador de la 2ª Guerra Mundial no disparaba a objetivos civiles (excepto en contados casos y siempre contraviniendo las órdenes) sino que su preferencia eran los oficiales enemigos y en menor medida los soldados rasos. También se empleaban para frenar determinadas ofensivas del enemigo, ya que un sólo tirador era capaz de efectuar varias bajas en apenas dos minutos y causar el pánico y desorientación en las unidades enemigas.
Nueve meses más tarde, tras finalizar el periodo de instrucción, Allerberger es enviado al frente ya como tirador de campo. Utilizó diferentes modelos de fusil durante la contienda. Se sabe que empleó en varias ocasiones armas soviéticas, aunque luego terminaría usando un rifle modificado Mauser 98 con mira telescópica de recarga manual, muy lento, pero mucho más fiable para disparar con precisión que el modelo automático. Otras veces utilizaría un rifle semi-automático Gewehr 43 o Karabiner 43, también bastante fiable y de robusto diseño. Con estas armas era sencillamente letal en distancias que rondaran de 100 a 400 metros. No obstante, el mismo Allerberger nos explica en sus memorias que siempre que le era posible sus víctimas eran oficiales superiores, aquellos tan odiados tanto por alemanes como por los propios rusos. No gustaba de disparar a los soldados rasos, a quienes veía como "compañeros" de armas, pero desde luego no le temblaba el pulso a la hora de hacerlo si con ello le iba la vida y la de sus camaradas alemanes. Fue amigo personal de Matthaüs Hetzenauer, el tirador ya mencionado, y entre ambos existía cierta rivalidad amistosa a propósito de una competición llevada entre los dos a cuenta de quien podría abatir a más rivales. A veces llegaron a trabajar juntos, llevando el terror y la muerte a los escuadrones rusos que prácticamente soñaban pesadillas cuando escuchaban la tan fatídica palabra de "¡Tirador!".
Para poner un ejemplo de la terrible efectividad de estos dos temibles tiradores, en cierta ocasión Allerberger y Hetzenauer estaban destinados en un pequeño pueblo en un bosque del Frente del Este con las órdenes de frenar el avance de una numerosa columna de infantería rusa que pasaría por allí en breve. Los dos alemanes causaron múltiples bajas con tiros certeros a lo que los rusos respondieron con dos cargas de infantería contra las posiciones de los tiradores que fueron rechazadas cuando los rojos flaquearon en su ímpetu. Finalmente, los rusos se retiraron incapaces de pasar por el pueblo al creer que numerosos alemanes estaban emboscados allí y que serían exterminados si se empeñaban en conquistar la posición.
El propio Allerberger nos vuelve a explicar en sus memorias el porque de tantos éxitos. Se debía a una serie de principios fundamentales para la supervivencia del tirador que le inculcaron durante su entrenamiento y que él procuró llevar siempre a rajatabla: elección de la posición ideal para el disparo, la capacidad para salir de dicha posición con la mayor rapidez y seguridad posible, la posibilidad de tener otra posición en caso de que la primera no pudiera ser utilizada, varias vías de escape y el abatir a un blanco de un solo disparo, a lo sumo dos; si se falla, nunca empecinarse y darlo por perdido. Por supuesto, el camuflaje era esencial, junto con un buen equipo que pudiera soportar todo tipo de daño en todo tipo de terreno y clima. Eso, unido al coraje, la precaución, a una mente fría y el saber elegir el blanco adecuado hicieron de Allerberger uno de los mejores tiradores del conflicto pero, sobre todo, le permitieron sobrevivir y contarlo.
Uno de los métodos favoritos de Allerberger para camuflarse era un paraguas, que aunque suene raro leerlo era bastante sencillo de utilizar y muy práctico. Pegaba en el paraguas todo tipo de ramas, hojas, hierba o lo que fuera menester, luego lo abría y se parapetaba detrás de él tumbado o subido a un árbol. De esta manera tan simple, era capaz de camuflarse con el entorno y ser invisible ante los ojos del enemigo incluso a corta distancia. Los paraguas de Allerberger fueron famosos en toda Alemania y en varias entrevistas que concedió para la propaganda nazi de entonces explicó que además eran muy fáciles de llevar a cuestas.
Otras de las cuestiones que Allerberger solía tener a la hora de combatir era dejar atrás los remordimientos de conciencia ante su macabro trabajo. La preparación psicología era fundamental para poder asesinar a una persona con un fusil de tirador de manera fría y metódica. En esta cuestión, Allerberger, en su libro, fue muy crítico con los modernos francotiradores, a los que se les enseña más que nada a camuflarse, manejar el equipo y poco más, pero no se les prepara a ser personas fuertes, con un marcado honor que les impida enseñarse con la población civil. No obstante, el mismo Allerberger, pese a sus reparos a disparar a soldados rasos, no tuvo más remedio que emplear en ocasiones tácticas brutales para poder seguir con vida o rechazar las no menos brutales oleadas del enemigo, un enemigo aún más implacable y sangriento que el mismo soldado nazi, lo que ya era mucho decir.
Según la experiencia de Allerberger, en combate real sólo el 90% de los disparos eran factibles entre distancias de 500 a 150 metros. Para más de 800 metros era casi un milagro poder acertar en el blanco, aunque él lo consiguiera en más de una ocasión, pero era debido a una serie de aciertos encadenados: buena visibilidad, la víctima permanecía quieta, sin viento, etc. Los tiradores de ambos bandos solían disparar de forma masiva al cuerpo, no a la cabeza, pues así la probabilidad de acertar de un disparo era mucho más elevada, dando la oportunidad de poder moverse a otra posición y escapar con vida. No hay que olvidar que una vez localizado un tirador era muy difícil que este pudiera escapar con vida del apurado trámite. Disparando al bulto se eliminaban factores como la visibilidad y la distancia por ejemplo, aunque desde luego era algo que no gustaba demasiado a Allerberger dado que no era seguro que la víctima muriera rápidamente, sino que era más normal que antes agonizara. Una vez más, la dura y cruel realidad de la guerra golpeaba a Allerberger endureciendo su corazón y alma. Allerberger nos cita decenas de ejemplos en los que el fuego de los tiradores les permitía detener el ataque de fuerzas enemigas muy superiores. Para poder realizar tales acciones, era necesario emplear tácticas brutales pero efectivas.
«Yo no prestaba atención a las primeras tres o cuatro líneas de enemigos que se abalanzaban a la carga contra nuestras posiciones, pobremente defendidas, sino a los soldados que avanzaban detrás de dichas líneas. Les disparaba al estómago, caían al suelo dando espantosos gritos. Sus compañeros que marchaban en retaguardia sentían pánico al ver a sus camaradas caídos en el suelo desangrándose, mientras las primeras líneas, al escuchar los alaridos a sus espaldas, perdían el ímpetu de la carga y solían detenerse. Entonces disparaba a la primera línea de soldados enemigos a la cabeza o al corazón. En ese momento el miedo se apoderaba de los rusos y sólo deseaban huir lo más rápido posible, abandonando a veces incluso a los heridos. Así he detenido cargas soviéticas, aunque los gritos de los heridos eran espantosos y me acompañarán para siempre. Es el horror de la guerra y mi alma en ese momento era de piedra, amoldada a las circunstancias terribles que me tocaron vivir. Además, sabía de sobra lo que nos esperaba a los soldados alemanes que caíamos prisioneros de los rusos. Eso me hacía tener menos piedad de ellos.»
En verano de 1944 su comandante de regimiento le recompensó con unas merecidas vacaciones en Alemania, para que dejara atrás por unas semanas los horrores del frente. Ese tiempo Allerberger lo empleó para seguir formándose como tirador en diferentes cuerpos especiales. Debido a sus éxitos no pudo escapar de la fama, ya que Joseph Goebbels, a través del Ministerio de Propaganda nazi, publicó varias de sus fotografías en diferentes medios de comunicación. Allerberger se vio obligado a realizar conferencias, charlas, entrevistas por la radio y a atender las numerosas jóvenes alemanas que le escribían cartas de admiración. No obstante, ese período terminó, las exigencias de la guerra hacían imposible que el tirador se ausentara por más tiempo de la batalla.
De nuevo, Allerberger marchó al Frente del Este para luchar contra los rusos, aumentando su cuenta particular de objetivos. Pero la guerra ya estaba perdida y sólo era cuestión de tiempo que Alemania capitulara. Al igual que otros tiradores, Allerberger intentó no caer prisionero de los rojos. Sabía que por su condición de tirador no tendría juicio ni sería tratado con humanidad, todo lo contrario, fusilado de inmediato o conducido a un gulag para ser torturado y encarcelado de por vida. Con otros soldados y oficiales alemanes, Allerberger se internó en los profundos bosques de Prialpiyskih, donde estuvieron vagando durante dos semanas hasta que se enteraron del fin de la guerra. Luego, con mucha precaución, cada cual logró llegar a su ciudad o pueblo natal. Allerberger consiguió llegar a su región y escapar de la cárcel o de un destino peor. Tomó el negocio de su padre y fue carpintero hasta el fin de sus días.
Meses más tarde recibiría una grata sorpresa: el 20 de abril de 1945 le fue concedida por sus méritos en combate la Cruz de Caballero de la Cruz de Hierro por el mariscal de campo Ferdinand Schörner, comandante del grupo de Ejércitos Centro. El problema es que días más tarde terminó la 2ª Guerra Mundial y el mariscal Schörner se vio incapacitado para tramitar (mediante formulario legal) la concesión de la Cruz de Caballero, algo que no era de extrañar pues no sólo le ocurrió a Allerberger. Durante los últimos días de la Alemania nazi se concedieron diferentes medallas, en ocasiones en el mismo campo de batalla soportando el fuego enemigo. Algunos soldados pudieron ser dueños de su condecoración, otros tuvieron que esperar un tiempo hasta que la tuvieron en su poder y unos menos nunca las llegaron a recibir.
Biografía recogida en la obra CABALLEROS DE LA CRUZ DE HIERRO EN GUERRA. Este libro ha sido escrito por Juan Carlos Sánchez Clemares y editado por MEDEA EDICIONES. Se puede adquirir la obra en librerías especializadas o en grandes superficies; también a la venta en la página Web de la editorial.