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sábado, 28 de julio de 2012

CRÓNICAS LUPINAS VII


CAPÍTULO VII. La gestación del club, 2ª parte
El puñetero Uno.

Era el momento de no dejarse llevar por el pánico, porque una buena impresión al concejal de Juventud nos permitiría tener sala y otras prebendas. No fue entrar el concejal en la sala cuando Dani y yo nos levantamos para saludar y así, como quien no quiere la cosa, puse el maletín con las miniaturas justo encima del periódico, tapando la maldita foto. Confiando en que el concejal no me haría mover el maletín, esbocé sonrisa tipo lobo cuando atisba un corderillo solitario y procedí a explicar al concejal que era lo que esperábamos de él. La verdad es que la reunión nos fue muy bien y se llevó en un ambiente distendido. Como era de esperar, se nos preguntó por el susodicho rol y si era perjudicial, pero ya teníamos preparado el guión y pudimos vender bien nuestro producto. Enseñamos las minis, la escenografía, hablamos de ecología (la escenografía se hace con cartón, latas, arena…), del servicio que prestamos a la comunidad (sacamos a los chavales de la calle y les damos una afición), de prestar servicios de voluntariado (talleres, jornadas, cursos…) y como a estos poliquitejos todas esas palabrejas les ponen cachondos (aunque luego ellos sean  unos hipócritas en su mayoría, como casi todos los políticos) pues el concejal nos concedió graciosamente, tal si fuera un rey, una sala en el Centro Cívico San José, hala.
Debíamos ponernos en contacto con el coordinador del centro, Juanma de nombre, que nos cedería sala y armarios para nuestras actividades culturales y comunitarias. Mucho nos abstuvimos de hablar al concejal que en realidad lo que buscábamos era un lugar donde hacer tronar los bólteres, escuchar el chasquido de los cañones láseres, el tronar de la artillería, el gemir de los heridos, el crujir de los huesos al ser triturados por las aceradas orugas de los tanques, el correr de la sangre y las enloquecidas carcajadas de dioses sedientos de sangre, ja, ja, ja. Por supuesto que no dijimos nada de eso, porque entonces ya nos podíamos olvidar de la sala. Que pensaran que éramos unos chicos buenos y majos, no unos conspiradores que andábamos preparando el sector Getafe para su próxima asimilación al Imperio, ja, ja, ja (o tal vez ser esclavizado por los Orkos de Dani, o por los caóticos de Maikel).
No tardamos en acudir, papeles firmados y sellados en mano, al Centro Cívico en día de diario. Conocimos a Juanma, y aquí es preciso abrir un pequeño inciso para hablar del coordinador del centro. Juanma, funcionario del Ayuntamiento, es de esos pocos que pregonan con el ejemplo, y desde el principio se volcó en ayudarnos y prestarnos cuanta ayuda necesitáramos. Nos asesoró en todos los pasos necesarios para constituirnos en asociación, nos cedió salas, tiempo, dinero, recursos y nos defendió a capa y espada del Ayuntamiento y de la Comunidad. Siempre estuvo a nuestro lado, nos apoyó en todo e incluso nos trató, en muchas ocasiones, con estatus de privilegio. Además, es un tío simpático e inteligente. La asociación nunca hubiera salido adelante más allá de un año si en vez de estar Juanma como coordinador del centro hubiera estado otro. Realmente, Juanma fue el impulsor de que la asociación creciera y se convirtiera en un club con cierto prestigio. Cuando conquistemos este planetucho para el Emperador, se le pondrá una estatua en el Salón de los Héroes.
Volviendo al tema del centro, Juanma nos entregó una sala en la cuarta planta, arriba del todo, con un armario para que pudiéramos guardar nuestras cosas. No era una sala muy grande, pero lo suficiente para jugar dos partidas a la vez. Nos gustaba mucho, porque era excelente para nosotros. Juanma nos informó que la sala nos la podían quitar otras asociaciones si no nos establecíamos nosotros a su vez como asociación. ¿Qué debíamos hacer para convertirnos en asociación? Juanma nos facilitó la labor trayendo información, papeles a rellenar y la dirección a donde debíamos acudir para iniciar los papeleos y el trámite.
Pero existía un primer problema que debíamos solucionar cuanto antes: el club necesitaba un nombre. No era cosa de andarse con remilgos y necesitábamos un nombre cañero, que demostrara a las claras quienes éramos, que pretendíamos y de que iba nuestra afición. Ahora puede parecer una tontería, pero entonces nos estrujamos los cuatro la cabeza por culpa del dichoso nombrecito. Más de dos y tres tardes la pasamos en la sala apostando por aquel y ese nombre, hasta que hubo uno que nos convenció y que además demostraba que éramos unos cachondos dispuestos a reírnos de cualquiera, incluso de nosotros mismos. Ese nombre era “El puñetero Uno”. Sí, como leéis, en un principio quisimos poner “El puñetero Uno” como nombre al club. Alguno me diréis: ¿pero, qué clase de nombre es ese para una asociación? Oh, infelices pardillos, paso a explicaros.
Atended, ¿qué es lo que mas fastidia cuando estas jugando una partida al W40K y llega el momento de realizar la tirada más decisiva, aquella que te dará la victoria o la más ignominiosa de las derrotas? Pues sacar 1 en el dado. El 1 es la pesadilla de cualquier jugador, y a pesar de que  en un dado de seis caras hay otros cinco números, y que el 1 tiene las mismas posibilidades de salir que el resto de los demás números, lo cierto es que, tras tener una larga experiencia de jugador, contemplas horrorizado que las matemáticas y las estadísticas se van a la porra cuando se juega al W40K y que el 1 es el que más veces sale. Sí, es cierto, sostengo la teoría de que es debido a las tormentas de disformidad y a la siempre ponzoñosa presencia del Caos. Que horror es ver como tus dados ruedan y la mitad acaban sacando ese puñetero 1, ¡Crom le parta!
Así que, ¿algo más lógico que llamar al club con ese nombre? Lo cierto es que mucho nos reímos y votamos a favor del nombre, pero Juanma, en su sabiduría, nos comentó que la gente no entendería el nombre y pensarían que seriamos una asociación tipo anarquista o giliflautica, vamos, que nos daría problemas. No cedimos y continuamos adelante con la intención de que la asociación se llamara “El puñetero Uno”, pero, las cosas no salieron como deseábamos, al Emperador gracias. La verdad es que debo reconocer con humildad que no tengo ni pajolera idea de cómo fue. Lo único que me acuerdo era que estando en la sala jugando una partida contra los Ángeles Oscuros del Hermano Soriano (por cierto, al que estaba machacando, juas, juas, juas…), alguien dijo que un nombre bonito sería “El Ojo del Terror”, que era como se conocía en el Universo de W40K a una inmensa tormenta de disformidad donde el espacio normal y la disformidad chocaban, hogar de demonios, traidores y herejes.
La luz se encendió en todos nosotros: “El Ojo del Terror”. Sí, cuanto más pronunciábamos el nombre, más nos gustaba. Ese sí que era un nombre ideal para el club. Con gritos de jubilo y pegando tiros al aire, alarmando al centro y al resto de usuarios que ya pensaban que el mundo se terminaba, dimos por bueno el nombre y decidimos cambiarlo, dejándolo por el definitivo “El Ojo del Terror”. ¿Qué fue lo que nos llevó a tan drástico cambio? ¿Surgió el nombre de manera casual? ¿De una conversación entre amigos, tal vez alguien lo leyera en una revista White Dwarf? ¿O no fue casualidad? ¿Fue el Emperador quién nos puso el nombre en la mente? ¿O acaso el Caos, que en su maldad quería traernos la perdición? Que más daba, porque la asociación ya tenía nombre y con ese se iba a quedar para la eternidad. Que tiemblen los mismos cimientos del Universo, que los dioses se acurruquen miedosos en un rincón, que los mortales se preparen para la guerra, porque el mundo ya no iba a ser el mismo. Getafe se convirtió en testigo privilegiado del nacimiento del club más prestigioso (porque lo digo yo) de toda España. Había nacido EL OJO DEL TERROR. Continuará…

            También puedes seguir las Crónicas Lupinas en el Foro de la asociación Ojo del Terror. Crónicas Lupinas están escritas por Juan Carlos Sánchez Clemares y debidamente registradas a su nombre (así que ojito o Crom te puede patear el trasero).




jueves, 5 de julio de 2012

DE CÓMO PRESENTAR CORRECTAMENTE UN MANUCRISTO U OBRA AL EDITOR. Segunda parte.


DE CÓMO PRESENTAR CORRECTAMENTE UN MANUCRISTO U OBRA AL EDITOR.  Segunda parte.

Puntos suspensivos, exclamaciones e interrogaciones.
            Cuando una frase termina con puntos suspensivos, no se ponen tres puntos seguidos, sino tres puntos largos, los que se conocen como puntos suspensivos (…), y se consiguen apretando primero la tecla “Alt Gr” y sin soltar apretar después la tecla “.” (punto).
            En español siempre se pone el signo de exclamación e interrogación antes y después de la frase. Muchos autores se contaminan con el inglés y otros idiomas y suelen poner solamente la exclamación o interrogación al final de la frase. Grave error. Si un editor detecta ese fallo al menos en dos ocasiones, dejará de leer el manuscrito. De la misma forma, jamás se ponen varias exclamaciones o interrogaciones seguidas, ni tampoco se pueden mezclar.
—¡¡No hagas eso!!
—¿¡Cómo qué no vas a ir a la escuela!? (Mal, ambas frases están mal)

—¡No hagas eso!
—¿Cómo qué no vas a ir a la escuela? (Correcto)
            El uso de dobles exclamaciones o interrogaciones no está permitido, aunque no de forma explícita, y no suelen gustar nada a los editores. Se emplean mucho en el cómic para enfatizar ciertas expresiones, pero en literatura dan cierto aire cómico que estropean la seriedad que realmente estas deseando dar a la escena. Si lo que pretendes es realzar las expresiones, pon entonces a continuación ciertas reacciones de los protagonistas que describan que están viviendo un momento muy intenso. Ejemplo.
—No hagas eso.
—¡No hagas eso!
—¡No hagas eso! —Juan se llevó las manos a la cabeza desesperado.

Sinónimos y recursos literarios.
            Debes poseer una amplia variedad de sinónimos en tu lenguaje. Entre tus gastos económicos obligatorios se debe contar la compra de un buen diccionario de sinónimos y antónimos. A medida que vayas escribiendo, verás cómo te saldrán de manera casi automática. Un párrafo donde se repite excesivamente la misma palabra demuestra la escasez de recursos por parte de un escritor, lo que hará que el editor se plantee dejar de leer. Procura tener mucho cuidado con esto. La mejor manera de evitarlo es una vez que hayas terminado de escribir, repasar con cuidado lo escrito y de forma seguida.
            Esto nos lleva a que debes poseer recursos literarios a la hora de escribir. Si en cuatro párrafos comienzas de la misma forma, estas demostrando que no posees capacidad imaginativa, ni técnica ni cuentas con recursos. Este tipo de errores los suelen cometer sobre todo los escritores que trabajan con el género de divulgación. Te pongo unos ejemplos de cómo se pueden estropear unos párrafos y de esa forma toda la obra.
            A principios de 1916, la situación en el frente occidental había cambiado a favor de los Aliados…
            A principios de 1917, los nuevos modelos de aeroplanos dieron la superioridad aérea a Alemania…
            A comienzos de 1918, los alemanes no pudieron hacer frente a la demanda de tropas y poco a poco…
            Marcelo tomó la espada del suelo y se lanzó corriendo contra su oponente, tomando al bárbaro por sorpresa y atravesándole el pecho con la espada. El bárbaro tomó aire por la boca, pero no pudo pues la sangre se lo impidió. El bárbaro cayó al suelo muerto.
            Como puedes comprobar, los cuatro párrafos están sencillamente horribles. En el caso de los tres primeros párrafos (da igual la extensión de cada uno), si comienzas exactamente igual, la sensación que se da es que se ha escrito sin saber muy bien que se escribía o que sencillamente se estaba copiando. Si da la casualidad que cada párrafo comienza con el principio de un año, procura describirlo de otra forma. Hay múltiples maneras de hacerlo, y no es necesariamente obligatorio que comiences el párrafo con el inicio del año. Ejemplo.
A principios de 1916, la situación en el frente occidental había cambiado a favor de los Aliados…
            Pero meses más adelante, la situación se tornó favorable a los intereses alemanes, pues ya sus nuevos modelos de aeroplanos les dieron ventaja en la contienda. Así, a inicios de 1917…
            A pesar de las victorias iniciales, Alemania no podía hacer frente a la demanda de más tropas y recursos para la guerra, lo que se trasmitió, para los primeros meses de 1918, en la sensación de que la guerra estaba perdida…
            Ahora hemos enriquecido el texto, utilizando un poco de imaginación y recursos literarios. Por supuesto, es una forma sencilla de hacerlo, pero ya da una idea de lo que quiero transmitir. En cuanto al cuarto ejemplo, leemos como repetir de forma excesiva la misma palabra y sobre todo no saber componer el párrafo de la forma adecuada y/o trasmitir la escena estropea nuestra obra.
            Otro error que se suele cometer es abusar de los demostrativos con función de pronombre, ya que deben usarse lo más mínimo posible para evitar que el texto sea repetitivo o tosco. Por ejemplo: “Vio venir a Segestes. Éste les dijo que…” Aquí se puede utilizar “El germano…” o vocablos que puedan ejercer de sujeto: “Vio venir a Segestes. El germano les dijo que…”. También puede ponerse un relativo: “Vio venir a Segestes, quien les dijo que…”, pero tampoco es bueno abusar de este recurso pues tiende a alargar de forma innecesaria las frases. El resultado más perfecto es equilibrar la balanza en cuanto al uso de todos los recursos que he planteado.

Modernismos y rimas.
            Es otra regla básica que debes respetar al máximo que se basa en que todos los términos que se utilicen deben ser consecuentes con la época histórica que se está tratando. De igual forma, los personajes y los diálogos deben ser consecuentes con la época. Esta regla la suelen romper muchos autores, noveles o no, y por eso sus obras de género histórico no suelen ser publicadas. Aunque no voy a entrar en profundidad en el tema, puesto que es algo que el propio autor suele corregir con el tiempo, sí pondré varios ejemplos. Digamos que estas escribiendo una novela ambientada en la Roma del siglo I d. C. Si pones en el texto expresiones como “kilómetros” o “metros”, o “segundos” para aclarar el paso de un breve lapso de tiempo, o “colega”, el editor de inmediato deja de leer y tu obra pasará a la papelera.
            En estos casos es conveniente emplear tiempo y esfuerzo en aprender sobre la época que vas a tratar y realizar una investigación que te permita enriquecer y mejorar tu obra.
            Procura evitar las rimas en los textos narrativos. No estamos hablando de poesía, y fuera de ella las rimas quedan mal y cómicas. Si escribes una obra cómica, perfecto, pero si no lo es, el lector de inmediato se dará cuenta de ello y sonreirá cuando descubra la rima, perdiendo el efecto dramático que se supone estas dando a la novela. En la mayoría de los casos no somos conscientes de que ponemos rimas: “Ese hombre me cae mal, porque me confunde todo eso que lleva de metal”. Para evitarlo, nada como volver a releer (todas las veces que haga falta) lo que ya llevemos escrito. Si tienes una duda sobre si rima o no, lee entonces la frase en voz alta; tú mismo te darás cuenta entonces del error.

Tiempos verbales.
            Cuidado, que este es uno de los errores más mortales que autor alguno pueda cometer. Si decides escribir la obra con un determinado tiempo verbal, por ejemplo el pasado, no cambies los verbos al presente porque entonces, lo más probable, es que tu obra no vaya a ser publicada. Excepto en contadas ocasiones, porque así el dramatismo del argumento lo demande, nunca puedes cambiar el tiempo verbal con el que hayas elegido escribir tu novela.

Pronombres y expresiones superficiales.
            Quita del texto las expresiones que no aporten nada o ralenticen demasiado la lectura, o sobre todo las repitas muy a menudo. Por ejemplo “entonces”, “en ese momento” o “de pronto”. “De pronto, algo surgió de las sombras…”. Puedes poner “Algo surgió de las sombras…”. No significa que no puedas utilizar estas expresiones, sino que su uso continuo es incorrecto.
            Quita también los pronombres personales siempre que el verbo ya informe sobre la persona del sujeto. “Yo lo vi, señor”, por “Lo vi, señor”; “Vosotros no sabéis nada”, por “No sabéis nada”. Recordad, nuestra lengua es la muy noble y exquisita lengua castellana, por tanto, cuantas menos redundancias mejor.

Números y fechas.
            En la novela hay que evitar poner los números en cifras, al menos en el texto literario, excepto si son fechas: “el siglo XVI”, “ocurrió en 1982”, “el 25 de diciembre”. Hay una excepción también para los números romanos, como en el caso de los números de las legiones: “La legión XX Rapax Gemina”. Existen otras excepciones, pero suelen producirse por exigencias de la trama. Por regla general, los números hay que escribirlos en el texto literario.
            Donde se pueden colocar números, porque está más abierto a ello, es en los diálogos, aunque tampoco se puede abusar mucho, y en las obras que sean de divulgación. Si metes números en tus obras, debes tener en cuenta que las cifras poseen puntos y comas. Los puntos para separar los miles y de ahí para arriba, y las comas para los decimales. Ejemplo: “Son 22.345 euros”, “vinieron 132.500 personas” o “el kilo te sale a 3,45 euros”.
            Los nombres de los meses (enero, febrero, marzo…) van en minúscula, igual que los días de la semana (lunes, martes, miércoles…). Las fechas especificas van en mayúscula (el 25 de diciembre es Navidad; en abril se celebra la Semana Santa).

            Pues hasta aquí hemos llegado, espero haberte servido de ayuda. En otro artículo trataré sobre los errores y faltas de ortografía más comunes. Un saludo. Juan Carlos.




Una buena continuación a esta entrada es “He terminado de escribir un libro, ¿qué puedo hacer para que me lo publiquen y cuáles son las precauciones que debo tomar para evitar que me lo roben o plagien?”. Si deseas publicar tu obra con toda garantía, te puede interesar leer este artículo. Pincha en el título e irás a él. 



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Prueba también con este: EL USO CORRECTO DEL PUNTO Y LOS DOSPUNTOS.