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domingo, 25 de septiembre de 2011

CRÓNICAS DE UN CONQUISTADOR II: MÉXICO-TENOCHTITLAN


CRÓNICAS DE UN CONQUISTADOR II: MÉXICO-TENOCHTITLAN, es la segunda parte de la trilogía de novelas históricas basadas en la Conquista de México. En la línea de la anterior novela, Crónicas II sigue con gran rigurosidad histórica las aventuras del capitán Diego de la Vega Hurtado y de Velasco. La segunda parte se centra más en los contactos entre los españoles y los mexicas, en las relaciones personales entre los diferentes personajes y el impacto que supuso para los castellanos encontrar civilizaciones con un modo de entender y experimentar la vida totalmente extraña y exótica. Tenochtitlan es la capital del imperio mexica, que domina de manera cruel y con mano férrea a decenas de naciones indias, a las que obliga a pagar cuantiosos tributos si no quieren ser arrasadas. Sus dominios se extienden por todas direcciones, de los ardientes desiertos a las frondosas selvas, y no existe rival que pueda atemorizar a los valientes y temibles mexicas. El señor absoluto de tan fabuloso, rico, civilizado y poderoso imperio es el noble Moctezuma, elegido por los dioses para dicha tarea. Moctezuma es tratado casi como un dios por sus enfervorecidos y disciplinados guerreros. Todos los días entran en Tenochtitlan, a través de sus calzadas, inmensas riquezas y largas filas de cautivos para sacrificar en los templos para mayor honra de los dioses. No existe mayor ni más majestuosa ciudad en el mundo, su poderío es incuestionable; su futuro, brillante.

A oídos de Moctezuma llegan noticias de que en la costa, al límite del imperio, han llegado unos extraños hombres de piel blanca, barbudos, que portan armas que escupen fuego y montan en venados gigantes. Son misteriosos, impredecibles, fieros e inasequibles al desaliento. Y lo que es peor, su líder, Hernán Cortés, pretende viajar a Tenochtitlan para conocerle en persona. Las viejas leyendas cobran vida, los temores de Moctezuma se ven confirmados. Se acerca el choque cultural más increíble de la Historia.
Diego de la Vega, el protagonista, será testigo privilegiado de tan increíble epopeya, afianzando su amistad con el quintalbor Tendile y convirtiéndose en uno de los hombres de confianza de Cortés.
CRÓNICAS DE UN CONQUISTADOR II es sin duda la parte de la trilogía que más trabajo y tiempo me llevó, pues aparte de plasmar con la mayor rigurosidad histórica posible tal episodio trascendental de la Historia, tuve que seguir desarrollando las historias personales de varios de los protagonistas y sin dejar de lado la aventura, acción y el misterio de ir conociendo poco a poco diferentes culturas. Otra parte de la novela que me costó mucho trabajo escribir fueron las conversaciones entre el capitán español Diego de la Vega y el noble principal Tendile, ambos amigos pero de diferentes culturas tan extrañas entre sí, que apenas lograban entenderse. Conversaciones donde intenté plasmar dichas diferencias tanto en costumbres como en religión precisamente de dos culturas que eran profundamente religiosas y estaban convencidas de que ser las favoritas de sus respectivas deidades.
Tras más de año y medio de duro y arduo trabajo, sin miedo a afrontar la verdad, la novela ve la luz en medio de críticas muy excelentes tanto por parte de los lectores como de historiadores, divulgadores y otros novelistas. Aparte del trabajo en retratar como pudo ser la Conquista, el tono de aventura épica y la intensidad del drama continúan con fuerza y emoción.
Como guinda del pastel, el libro cuenta con un prologo del genial colaborador del programa de radio Onda Cero “La Rosa de los vientos” Ignacio Monzón Acosta, al que nunca podré agradecer lo suficiente el que tomara parte de su valioso tiempo para escribirlo; gracias, maestro.

Primera edición: diciembre 2010
Editorial Medea Ediciones

www.medeaediciones.com

ISBN (13) 978-84-96789-64-7
CRÓNICAS DE UN CONQUISTADOR II: MÉXICO-TENOCTITLAN es una novela de Juan Carlos Sánchez Clemares. La obra se publica en formato papel en EDICIONES MEDEA (STUKA EDICIONES), y en formato electrónico en Amazon.com.

lunes, 12 de septiembre de 2011

El calvario de publicar tu obra, 2ª parte


Los escritores españoles lo tienen muy difícil para publicar en España; nadie es profeta en su tierra.
Aunque parezca increíble, lo cierto es que el producto patrio no está muy bien visto por parte de las editoriales y cierto sector de los lectores. Es una tara que llevamos arrastrando desde hace mucho tiempo, no viene de ahora, y es un problema que aunque parezca ilógico es tristemente cierto. Si te llamas Manolo Pérez lo tienes muy difícil a la hora de publicar. La cosa es diferente si te llamas Cervantes, Camilo José Cela o Arturo Pérez Reverte (aunque todos ellos bien que se han ganado su inmortalidad con trabajo y dedicación). La cosa se explica porque nos tendemos a menospreciar, nosotros mismos, sí, pensando que lo que hace un español no puede ser “bueno” ni de “calidad”. Negamos a nuestros escritores lo que damos en abundancia a los de fuera, y esto en prácticamente todos los ramos de las profesiones.

Esto de quitarnos meritos es de muy antiguo y si tuviera que explicarlo al detalle entonces escribiría un libro entero sobre el tema, así que baste con decir que cuando un lector va a una librería y coge dos libros de, pongamos por ejemplo, novela histórica y sólo puede comprarse uno, en el 90% de los casos eliminará una de las novelas si el autor es español. Se da por hecho, creencia errónea, de que si el autor es extranjero, entonces es que sabe lo que se hace y escribe “mejor”. Esta forma tan absurda de pensar ha sido estimulada por algunas editoriales, no todas, cierto, pero sí las suficientes para causar un daño tremendo a los escritores. Para poner un ejemplo de lo que digo, la siguiente historia.
Hay una editorial en España especializada en publicar ciencia-ficción, con más de diez años editando novelas del género, a pesar que en España no venda muy bien precisamente (y vende tan mal, que incluso esta editorial ha tenido que cerrar). Con una media de cincuenta publicaciones anuales habrá publicado en todos estos años unas tres o cuatro novelas escritas por autores españoles. ¿La explicación? Un nombre latino en portada no vende, la gente tiende a pensar que americanos e ingleses son mejores escritores de ciencia-ficción. La cuestión es que esta editorial se gasta una media de 3.000 euros en derechos de publicación por cada libro, más otro gasto que pagar al autor que varía según la fama de dicho autor, más la traducción y quizás otro gasto adicional si la obra tiene otros derechos en otros países o han sido premiadas. Las novelas que publican no son precisamente éxitos de venta en sus países de origen, excepto los inmortales de siempre: Asimov, Clarke, K. Dick, etc. Suelen vender una media de 1.000 ó 2.000 ejemplares, que si bien en España es un éxito, en Estados Unidos e Inglaterra no.
Por supuesto, en España tampoco arrasan en ventas precisamente, ocasionando pérdidas que se van acumulando a pesar de que otras novelas de autores con éxito sí logren cierto beneficio. La cuestión es que cada año la editorial pierde dinero al publicar obras de autores extranjeros, pero se empecinan en seguir publicando material de autores foráneos. Uno pensaría que lo lógico sería cambiar de estrategia. ¿Por qué no publicar novelas de autores españoles? No tienes que pagar derechos de publicación, ni traducir, y los autores encantados de que les publiquen y firman corriendo incluso contratos con beneficios mínimos. Es decir, el ahorro es enorme y tendrías siempre novelas al momento y de gran calidad. Pues no, empeñados en seguir la doctrina de que un escritor español no puede vender, siguen editando libros de autores extranjeros y perdiendo dinero, hasta el punto, como ya he explicado más arriba, que tienen que cerrar por falta de ventas y quiebra económica.
Demencial. Yo mismo me he visto obligado en más de una ocasión a tener que publicar con seudónimo y, en fin, por lo que tengo averiguado, ocurre en muchos otros países, sobre todos latinos. Y es que como no nos cansamos de repetir: no somos profetas…
La competencia es feroz y desigual. Las supuestas estrellas de cine, los monstruos de feria de la televisión y demás gentecilla también escriben libros.
Es un fenómeno que quizás no sea nuevo, pero que en la actualidad ha alcanzado una gran difusión: la que personas que están de moda por lo que sea, no siendo escritores, les dé por escribir libros o, peor aún, sus memorias. Suelen ser estrellas de cine, televisión, de la música o famosos de programas de corazón o tan simplemente participantes de reality shows televisivos tan en boga. Por citar un ejemplo de los cientos que hay, se encuentra el caso de Belén Esteban (si no saben quién es, busquen en Google; por desgracia hay cientos de entradas), la autoproclamada “princesa de Vallecas”. Esta persona, que copa los programas llamados sensacionalistas o de “corazón”, ha amenazado con sacar un libro con sus memorias. Una persona que prácticamente no sabe expresarse y posee una escasa preparación cultural (por no decir nula) y que además se vanagloria de ello quiere escribir un libro.
Lo peor es que posiblemente lo hará, como lo han hecho antes que ella decenas de este tipo de personajes mediáticos. Amparados por los elevados índices de audiencia y popularidad que arrastran, son el reclamo ideal para las editoriales, que basta con sacar un libro con su nombre en la portada para que arrasen en ventas. Por supuesto, estas personas no escriben tales libros, a lo más aportan ideas o redactan algún párrafo, sino que desde las sombras resignados amanuenses son los que realmente realizan dichos libros. Yo mismo, sin ir más lejos, escribí un libro a un afamado cantante de un famosísimo grupo de rock español que sigue llenando los estadios de fútbol en cada concierto y precisamente en América Latina. Por supuesto, mi nombre no aparece en ninguna parte del libro, y me vi obligado a trabajar en ese encargo porque los garbanzos no son gratis.
Si competir contra la teoría de que los españoles no “sabemos escribir bien” ya era malo, encima hacerlo contra esta moda es todavía peor. Es decir, autores noveles o que quieren ver publicada su primera novela lo tienen todavía más difícil. Compiten en desventaja, ya que nunca sus obras pueden superar en publicidad o impacto mediático a las de estas “estrellas” de moda. No importa que estos libros sean mediocres, himnos en muchos casos al ego de quien supuestamente los escribe o tonterías sin fundamento. Las editoriales harán lo que sea, gastarán lo que sea para publicitar estos productos dejando de lado, una vez más, al verdadero escritor y su novela.
Las has pifiado: eres mujer, o políticamente incorrecto, o te etiquetan como de cierta ideología.
Otra de esas cosas que parecen mentira pero no lo son. Aunque en España, afortunadamente, la discriminación sexual en la literatura parece que se ha erradicado (parece, pero no lo ha sido como ahora veremos), no es menos cierto que en otros muchos países no se publica un libro simplemente porque lo ha escrito una mujer. Aquí, en mi país, se está dando el proceso inverso: se piensa que una mujer escribe mejor que un hombre porque está más capacitada para expresar los sentimientos que un hombre. Aberración discriminatoria, porque no es verdad. Escribir no es cuestión de sexo, sino de inteligencia, imaginación y cultura además de poseer el Don, y tales cosas, amable lector, las puede poseer tanto un hombre como una mujer. Pero lo cierto es que desde muchas administraciones tanto del Estado central como de las Comunidades Autónomas se suele prestar más ayuda a la escritora que al escritor no en función de si su obra es de mayor calidad o no, sino por algo tan poco importante a la hora de escribir una novela como es el sexo del autor.
A esta discriminación sexual se le añade además el ser políticamente correcto, algo que por norma general los escritores no solemos ser. Si algo te hace poseer conocimiento y cultura es ser libre de mente, siendo capaz de ver con mayor claridad lo que te rodea y lo que está mal. A través de nuestros relatos muchas veces denunciamos el mundo en el que vivimos y lo hacemos con las peripecias de los personajes. Denunciamos la hipocresía que nos rodea, la tiranía de las supuestas democracias, los cinismos, la maldad y la corrupción, o nos enfrentamos a los dogmas, que cual religión fanática, nos desean imponer los que nos gobiernan para transformarnos de ciudadanos a vasallos. No hace falta que el escritor sea políticamente incorrecto aposta, sino que basta con que escriba una novela de determinado género o sobre determinado tema para que se le etiquete, persiga y se le impida publicar. A veces puede ser la Iglesia Católica la que te persigue, o el Islam, o la izquierda, o la derecha, o los terroristas por atreverte a contar el fascismo que impera en el País Vasco, o ser tan osado de escribir novelas ambientas en la España del pasado, cuando era un imperio temido y envidiado por todos, o por negar la Leyenda Negra, o por denunciar a través de una novela la corrupción que asola a nuestra clase política, o denunciar los tejemanejes del mundo de la cultura prostituida en su mayor parte al poder dominante, en fin, muchas cosas que hacen que publicar tu obra sea si no imposible, al menos bastante difícil.
Y como ya he dicho, basta para escribir una novela de determinado género para que se te etiquete como de tal ideología y se te cierren más puertas. Si conocen mi biografía literaria, sabrán que he publicado varios libros divulgativos sobre la II Guerra Mundial, en concreto sobre héroes alemanes de tal conflicto. Es un proyecto realizado por varios autores, donde cada uno trabaja con un bando: el americano, el comunista, el nazi, el japonés, el francés… A mí, sencillamente, me tocó escribir sobre los alemanes. A pesar de que no trabajé con biografías de criminales de guerra ni contra la Humanidad, y en todas las obras en repetidas ocasiones manifiesto que estoy en contra del nazismo y que los libros no son una apología al nazismo, sino a la verdad, la Historia y el valor humano, se me ha tachado en un par de ocasiones, injustamente, de ser un simpatizante del nazismo. Es de locos. Es como por si escribir un libro de asesinos en serie estuvieras a favor de matar a decenas de personas.
Vale, si no puedo publicar de momento, me presento a concursos de literatura donde al relato ganador lo publican en un libro; es otra forma de publicar.
Sí y no. Es cierto que existen numerosos concursos de novelas, relatos cortos y demás, donde el premio suele ser publicar en una editorial aparte de cierto estipendio económico. Pero no es una opción viable si lo que deseas es publicar y que tus novelas las lean el mayor número posible de personas.
En los únicos concursos donde puedes realmente ganar si eres bueno es en los pequeños, a nivel municipal, no más. Los concursos que suelen ser provinciales y ya no digamos nacionales te puedes ir olvidando; no vas a ganar a no ser que se dé una conjunción astral en la que te encuentres en medio y caigas en gracia a alguien. Por norma general, y tengo amplia y amarga experiencia en esto, los premios en los concursos literarios los suelen conceder por principios tan arbitrarios como el género de relato u obra que presentes (si escribes un relato de marcianos o vampiros, por ejemplo, ya te puedes ir olvidando de ganar nada), el sexo del autor o su ideología política; por no decir que en muchas ocasiones los premios ya están concedidos de antemano y el concurso en realidad es una pantomima para justificar la subvención recibida o los dineros gastados en los fastos.
En los concursos modestos a lo más que puedes aspirar si ganas es que junten tu relato con los finalistas y los publiquen en un libro que no suele ir más allá de tu ciudad o pueblo; es un triunfo, y por algo se empieza, pero la ambición de todos los escritores, nuestro deber sagrado, es que la gente, el conjunto de la sociedad si puede ser, lean nuestros escritos. Si el concurso es ya bastante grande y tiene cierto prestigio lo que suelen dar como premios son jugosas cantidades de dinero, y esto ya es una trampa. A estos concursos se suelen presentar escritores ya consagrados que gozan de popularidad y sus libros son éxitos de ventas; pero claro, desean ganar y el dinero. Se suelen presentar con seudónimos, pero los miembros del jurado saben perfectamente quiénes son y cuando eso ocurre, por inercia y quizás porque ya está convenido, ya dan el premio a ese escritor. Aquí también sé de lo que hablo pues he sido miembro de jurado en varias ocasiones y, con el alma enrabietada ante la injusticia, he presenciado como se cometen estas tropelías; no he vuelto a ser más jurado de ningún concurso.
Pero lo bueno ocurre en los premios de mayor calado, esos que dicen algunos dan “prestigio” a las letras españolas, esos mismos que suelen ser presentados por el Rey en persona o por peces gordos de la cultura española o internacional. Esos concursos no son más que campañas publicitarias y tretas comerciales, siempre coincidiendo con las fechas donde es tradicional las compras en mayor escala (Navidad, verano…) y, oh, que casualidad, siempre se llevan los premios los escritores que están de moda y, fíjate también, otra casualidad, además trabajan para la editorial que les premia; que cosas. Son concursos cerrados, donde los ganadores y finalistas no lo son por su obra (aunque estas tengan calidad), sino por la demanda en ese momento de los lectores. Además, siempre se premia a escritores ya consagrados, precisamente aquellos que tienen su carrera perfectamente trazada y asegurada. No necesitan esos premios para que el mundo sepa de ellos, ni para vender sus libros. Siempre he dicho que los premios de mayor “prestigio” deberían concederse a los escritores noveles y desconocidos, para presentarlos al mundo e impulsar sus carreras, premiar sus esfuerzos y sacrificios. Los escritores consagrados ya reciben suficientes homenajes a lo largo de su carrera como para que encima acaparen todos los premios de editoriales que se dan palmaditas entre ellos y se alaban diciendo “que buenos somos”.
Así pues, si deseas publicar por primera vez por el camino de los concursos literarios lo llevas claro. Esto no significa que no existan concursos (y de los buenos) que no sean justos, imparciales y realmente premien la calidad y no el nombre y el compadreo, pero son pocos y recién están comenzando. Aún así, si deseas presentar tus obras a concursos hazlo, no dejes que mis palabras te desanimen. No es mi deseo desalentarte, tan sólo prevenirte.
Y puestos a prevenir, ten en cuenta esto: si ganas un concurso y te publican la obra, por norma general dentro de las condiciones de publicación es que pierdes tanto los derechos de publicación de tu obra como los de autor. Te quedas sin obra; ¿realmente crees que merece la pena a no ser que el premio justifique perder por siempre tu obra?
¿Entonces, qué?
Aunque pueda parecer desolador el panorama que he planteado y publicar tu primera novela poco más que tomar Troya, debes tener en cuenta lo siguiente: a pesar de los obstáculos y de los sacrificios que debas realizar, si tus obras tienen calidad y eres constante, paciente y luchador, tarde o temprano publicarás; la calidad siempre termina por imponerse. Ten en cuenta también que siguen existiendo muchas editoriales que apuestan por los talentos nuevos y conceden oportunidades (pero que no te engañen con la autopublicación, tema que trataré en otro artículo). Incluso algunas grandes editoriales, comprobando que sus políticas no les llevan a vender, han decidido optar por abrir sus puertas a escritores patrios, desconocidos o noveles y publicitar de forma más adecuada y lógica las novelas, dejando de lado el publicar por publicar cualquier obra de cualquier escritor extranjero sólo por ser precisamente eso. Hay que tener en cuenta que no estoy en contra de autores extranjeros, sino todo lo contrario, pero el criterio para publicar debería ser sencillamente la calidad, no el sexo, ni la nacionalidad ni las políticas editoriales.
Por eso nunca debes rendirte y seguir escribiendo, enviar tus obras a todas las editoriales que creas conveniente. Si no te responden en un plazo de tiempo mesurado, vuelve a escribir. Que no te desanimen las respuestas negativas o las malas críticas, si crees que tu obra tiene calidad y que eres buen escritor lucha por tu sueño, no desfallezcas. Tampoco dejes que te puedan los obstáculos que te surjan o que te pongan; piensa en ellos como etapas a superar. Aunque tardes cien días o cien semanas en publicar tu novela, piensa que cuando por fin lo consigas habrá sido porque tu obra realmente es buena y posee calidad. En ese momento sonreirás y pensarás que todo ha merecido la pena.
* * *
Si te ha gustado el artículo y lo has considerado de interés, no dudes en dejar un comentario. El artículo también ha sido publicado en la revista RED de Editora Digital.

sábado, 3 de septiembre de 2011

El calvario de publicar tu obra, 1ª parte.

 
Quizás la parte más dura de la vida de un escritor sea el tener que lidiar con diferentes editoriales y editores en el duro intento de ver publicadas sus obras. Es difícil la vida de un escritor: escribir siempre y sin ver dinero en tu cuenta corriente, el general desprecio de los demás hacía tu profesión (“búscate un trabajo de verdad”, “los escritores son ricos, por eso escriben, o porque se aburren” o “estás perdiendo el tiempo, bájate de las nubes y vive la vida real” son los comentarios más comunes hacia nuestra profesión), el que nadie te entienda, ni amigos ni familiares, los constantes sacrificios que debes realizar y el andar siempre cultivando tu mente, pues un escritor debe ser culto. Con todo, lo peor es tener que luchar por intentar publicar tu obra.
            En este artículo, donde expongo mis opiniones al respecto, hablaré de lo difícil que es en la actualidad para un escritor publicar sus novelas. Lo haré bajo mis experiencias personales y las compartidas con otras compañeras y compañeros de profesión y, por supuesto, sobre lo que ocurre en España, mi patria. Aunque según tengo entendido y me han contado, las habichuelas se cuecen en todas partes de la misma forma. O no, porque en los países anglosajones es bien diferente, aunque no viene al caso. El articulo no supone acobardarte y deprimirte en plan "Dios mío, jamás voy a publicar", sino para que cuando empieces a mover tus obras sepas lo que te vas a encontrar y, al tener información, puedas superar las dificultades y conseguir tu meta.
            Para empezar, decir que un escritor está completamente desamparado a la hora de trabajar y publicar. Me refiero a que no existe una serie de leyes que protejan claramente nuestros intereses y sobre todo nuestros derechos de autor, aunque gracias a la perseverancia de autores y ciertas entidades esto poco a poco está cambiando a mejor. No obstante, España es el país de la picaresca, la farándula y la pandereta, y siempre que se puede se tiende a trampear para sacar el mayor beneficio con el menor esfuerzo posible. Y esto nos afecta a los escritores. Pero vayamos por orden y poco a poco.

Acabo de escribir una novela, para mi gusto, una maravilla. ¿Qué tengo que hacer para publicarla?

            Esto es lo primero que le viene a la mente a un escritor cuando termina su novela. Hay dos pasos: buscarse un agente literario o intentarlo por tu cuenta. El agente literario es, posiblemente, la mejor opción, pero existe un problema: los agentes literarios cobran, y bastante, y en muchas ocasiones aunque no obtengan resultados. Admitámoslo, en mi caso, y en la inmensa mayoría, somos personas con escasos recursos económicos. Nadie me da una ayuda (más allá de la familia y de los amigos), ni el Estado se preocupa por mí, ni tengo accesos a subvenciones ni nada por el estilo. Si necesito libros técnicos y de divulgación para poder estudiar y escribir mejor mi novela, tengo que ahorrar, sacrificarme y comprármelos yo, porque generalmente los libros que necesitas nunca están en las bibliotecas, y además me tengo que comprar el material, por no hablar de la comida, la ropa, pagar el piso, la luz, el gas… ¿Encima tengo que pagar a un agente comercial que me endulza la oreja prometiendo que va colocar mi novela en la mejor editorial del país? Vamos, que va a ser que no.
            A diferencia de otros países, anglosajones o europeos (pero de más arriba, del centro y norte), los agentes literarios en España son una opción válida sólo si dispones de dinero, en caso contrario, tienes que ser tu quien se acerque a las editoriales; pero los tiempos han cambiado, y no a mejor precisamente. Ya no existe la figura de ese editor que te recibe en su despacho, te escucha hablar sobre tu novela y te dice lo mal que está el mercado, que quizás se lea tu obra y ya te llamará, no, señor. Ahora tienes que ponerte en contacto con la editorial a través de correos electrónicos, dejando mensajes en las páginas Web o enviando los manuscritos a apartados de correos. Si es esto último es un desastre, porque enviar paquetes postales por Correos es la ruina. Aunque muchas editoriales admiten que les envíes las obras por correo electrónico, todavía quedan muchas otras que te piden el manuscrito en papel, y si envías una media de dos a tres paquetes mensuales la broma te resulta bien cara; y todo pagado escrupulosamente de tu bolsillo, por supuesto. ¿Y todo para qué? Para que tiren tu obra sin leer y además ni te la devuelvan en caso de que no la valoren positivamente para publicar, porque esta es otra: nunca te devuelven la copia que les envías; copia que te supondría un ahorro en fotocopiar otra para enviarla a otra editorial.
            Aunque los correos electrónicos nos alivien del gasto de Correos, no significa que vayas a tener mejor suerte a la hora de que valoren tu novela o tan siquiera te hagan caso. En muchas editoriales, en su sección de “Contacta con nosotros” ya te advierten claramente que no aceptarán novelas que no vengan con “una recomendación”. ¿Recomendación de quien? ¿Quién puede recomendar tu novela si eres novel o es la primera vez que te pones en contacto con esa editorial? Es decir, que si no tienes “padrino” lo llevas difícil para que te miren la novela. El correo electrónico es una ventaja en cuanto a comunicación y rapidez, cierto, pero para los escritores es una mayor frustración y sobre todo una barrera muy difícil de superar. Método impersonal, frío y alejado, nos impide saber a quien llegan nuestras obras, si realmente leen nuestros correos, cartas de presentación y manuscritos o simplemente eliminan los mensajes sin mirarlos. Además, casi nunca te contestan. Algunas editoriales se molestan en responder amablemente, pero la inmensa mayoría no. Eso es peor, porque yo prefiero que me digan que no les ha gustado o que no entran en sus planes editoriales antes que pasen las semanas y no obtenga respuesta alguna. La indiferencia es algo que daña y mucho a los escritores.

Las dañinas y erróneas políticas de publicación de la gran mayoría de las editoriales españolas.

            Por si fuera poco todo esto que cuento, existen más obstáculos a superar por el escritor en su intento de publicar su novela. Las editoriales en España, sobre todo las grandes, llevan realizando en los últimos años una errada política de publicación que está resultando ser totalmente catastrófica y perjudicial para los intereses de la inmensa mayoría de escritores, ya sean desconocidos o famosos.
            En España se lee poco, muy poco, y se vende menos todavía. Comparando con países como Francia, Inglaterra, Holanda, Alemania, Bélgica… estamos en la cola de Europa en cuanto a lectores y ventas de libros. Esto se traduce en que los beneficios económicos que da la literatura en España van menguando poco a poco y obligando a las editoriales a tomar medidas, en muchos casos equivocadas. Hará unos diez años existía todavía una tupida red de editoriales pequeñas y medianas, que publicaban todo tipo de novelas de muy diferentes géneros y autores, tanto extranjeros como patrios. Así, a pesar de que en España ciertos géneros de literatura casi no tienen aceptación (la ciencia-ficción, el terror, la novela histórica relacionada con la Historia de España, la aventura…), al haber tantas editoriales no era difícil que tu novela pudiera ser publicada de una forma u otra. Claro, no era lo mismo publicar con una grande, con tiradas nacionales y en grandes superficies, que en una pequeña, tiradas pequeñas y en librerías pequeñas; pero la cuestión era que se podía. Es más, incluso varias editoriales grandes poseían ramas dentro de su empresa que gestionaban editoriales pequeñas encargadas de publicar novelas de autores desconocidos y diferentes géneros en busca del autor de calidad que pudiera generar obras de grandes ventas. Así, publicar era un éxito y una manera de llamar la atención de las grandes editoriales y por tanto del público. Mas todo cambió.
            Los grandes best-sellers internacionales dieron un vuelco inesperado al mundo de la literatura y la publicación en España. Los enormes éxitos económicos que ciertas novelas ofrecían eran una oferta muy suculenta que no podían dejar escapar las grandes editoriales. Muchas pequeñas editoriales contaban en sus catálogos con obras que de repente (por antojo del lector) se convirtieron en novelas de culto y grandes ventas. Esto hizo que las grandes editoriales se movilizaran y compraran (ofreciendo cuantiosas sumas de dinero) los derechos de publicación de esas obras o en algunos casos comprando incluso a la pequeña o mediana editorial porque salía más barato. Si a esto se le añade la crisis que comenzó a eliminar a las empresas en España nos encontramos con que de seis años a la actualidad casi un 90% de editoriales en España han quebrado, sus catálogos de obras en poder de las editoriales supervivientes; las grandes, claro esta.
            Teniendo en cuenta que las ventas en libros cada año descienden un poco a pesar de los mensajes que nos muestran donde nos dicen que no, las editoriales comenzaron a subir los precios de las publicaciones y a sólo querer publicar libros que supongan best-sellers y generen beneficios desde el primer día. Si una novela no supera los 10.000 ejemplares de venta en un mes esa novela es un fracaso. Buscando el best-seller que les ofrezca esas ganancias, han entrado en una vertiginosa carrera de sacar novedades al mes copando el mercado e inundándolo a su vez de libros, de tal manera que una novela a las pocas semanas de ser publicada pasa a convertirse en producto obsoleto. Con una media de 150 novedades al mes, el panorama editorial en España es un caos.
            ¿Y dónde nos deja este panorama a los escritores? Pues aunque pueda parecer lo contrario, en muy mal lugar, puesto que las editoriales, en su loca búsqueda del best-seller, sólo quieren apostar a caballo ganador, rechazando de forma cruel y bastante estúpida a todo autor y obra que no entre dentro de sus rígidos esquemas de “novela de éxito”.

Si eres un autor novel o desconocido, no me vales, lo siento, dedícate a otra cosa.

            Aunque pueda parecer increíble, esta frase me la dijo un editor de cierta prestigiosa editorial española cuando, después de muchas peripecias, logré colarle una de mis obras para que la valorara. Sin leerla siquiera, tan sólo me explicó que siendo autor desconocido era imposible que lograra vender libros en España. ¿Y dónde queda la calidad de la novela?, pregunté. Se encogió de hombros. La calidad le importaba bien poco, le importaban los beneficios.
            Es por eso que las editoriales, no todas, pero sí la mayoría, no aceptan obras sin “referencias” o “recomendaciones”, pues consideran que es perder el tiempo y el dinero. Sólo aceptan obras de autores que ya hayan publicado y sean conocidos por los lectores. No importa que la obra sea de mala calidad, lo que importa es que el autor sea conocido. Las puertas se nos cierran. No desean gastar ni en euro en publicitar obras de autores noveles o desconocidos. Aunque existen algunas excepciones, las editoriales publicitan lo que ellos entienden por novela best-seller, y en caso de no tener ninguna, prefieren tirar de viejos éxitos antes que dar siquiera una oportunidad a autores noveles o desconocidos.

Los escritores españoles lo tienen muy difícil para publicar en España; nadie es profeta en su tierra.

En la segunda parte trataremos de este tema y de otros más hasta completar el artículo; no te lo pierdas.