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domingo, 8 de noviembre de 2015

CRÓNICAS DE UN FRIKI XIII



CRÓNICAS DE UN FRIKI XIII

LOS PLAYMOBIL (o click); segunda parte.
Los primeros juegos con los playmobil.


            En la anterior entrada comenté cuales eran los juguetes más vendidos y solicitados de los niños de mi época y como comenzaron su andadura los Playmobil en España de las manos de una empresa de juguetes ubicada en Alcoil. También expliqué que mi primera caja de Playmobil fue una donde entraban cinco obreros con herramientas. Esa sencilla caja de cartón fue mi inicio en el fascinante y maravilloso mundo de los muñequitos por excelencia.

Uy, piececitas…

            El flechazo fue inmediato. Pocos recuerdos tengo de mi infancia, pero los que poseo los tengo grabados a fuego en mi mente y la visión de aquella caja de cartón en su mayor parte de color azul es uno de ellos. Desde el primer momento sentí la atracción. En la foto se apreciaban cinco muñecos y varias herramientas. De inmediato abrí la caja y de ella salieron un par de bolsas de plástico transparente que enseguida sucumbieron a mis ansias. Comenzar a jugar con los playmobil fue un hecho y no voy a decir que dejé de lado los otros juguetes, pero casi. Esos muñecos eran diferentes a lo que había entonces. Eran pequeños, graciosos (esa sonrisa…), de colores y poseían montones de complementos, en este caso escaleras, cajas, herramientas, cascos… Vamos, que me enamoraron y desde ese día ya no dejé de jugar con ellos.
            Mi madre, viendo el éxito del regalo, ya no tuvo dudas sobre lo que comprarme para otras fechas señaladas, como otros Reyes y los cumpleaños. Hay que señalar, como ya hice en la anterior entrada, que la puesta a la venta de las diferentes referencias de Playmobil en España siguió un curso diferente a la del resto de países donde también estaban a la venta. Es por eso que algunas referencias nunca se pusieron a la venta aquí y otras tardaron un tiempo en verse por las jugueterías a la espera de la definitiva consolidación del producto. Así pues, las primeras cajas de Playmobil, o de Famobil las vamos a llamar, en España eran cajas pequeñas, de clicks individuales o las cajas llamadas súper set donde te entraban cinco clicks, como mi caja de obreros. Las siguientes cajas que mi madre me compró fueron pequeñas: la del arquero medieval, un par de otras de obreros para completar mi súper set, una de un indio con un caballo y cosas así. Junto a estas cajas pequeñas se me regaló la referencia que siempre he considerado mi favorita pues es el playmobil que más me gusta: el sheriff (Ref. 3341) que venía con una silla mecedora.
            Del Playmobil sheriff guardo un grato recuerdo, pues ya me hizo comprender que la colección del Oeste iba a ser mi favorita. Fueron innumerables las horas que pasé jugando con ese click, muchas aventuras imaginé. Puesto que los clicks se podían desmontar con bastante facilidad, cambiaba brazos y piernas y hacía Playmobil según mis gustos. En ocasiones el sheriff era el de siempre y en otras totalmente de negro según la película del Oeste que hubiera visto en esa semana. Los regalos de Playmobil eran todo un éxito. No solamente me hacían mucha ilusión, sino que mi madre se dio cuenta que Juan Carlos jugando con los Playmobil era Juan Carlos que desaparecía y no existía. No molestaba, no incordiaba, no pedía más que me dejaran jugar en un rincón tranquilamente con mis clicks. “Esto es un chollo”, debió pensar mi santa madre.

Llegan las míticas cajas de siete clicks

            Antiguamente en mi barrio de Usera, Francisco Ruiz, existía una juguetería ubicada en un mercado que hoy en día es llamado eufemísticamente “galería comercial”. Ya no existe esa juguetería y por desgracia no me acuerdo de su nombre, pero sí recuerdo que se encontraba al inicio de la galería o mercado, justo bajando las escaleras en la esquina. En su escaparate se podían ver las cajas y los juguetes colocados, y mis recuerdos se basan en pensar en aquella juguetería como algo legendario. Era como entrar al Walhalla. Poseía amplios escaparates de cristal. Y el mostrador era de madera. Entrabas y justo en el mostrador estaba el expositor con las cajas pequeñas e individúales de Famobil, y mirando hacia arriba, a las gloriosas cumbres hogar de los poderosos dioses, por los estantes más altos, las cajas más grandes. Mi madre me solía comprar casi todos los Playmobil en esa tienda. Tampoco recuerdo a los dependientes o dueños, porque era entrar y centrar mi atención en los juguetes y no fijarme en nada más; los niños somos así. En otras Navidades mi madre me llevó a la juguetería para que eligiera mis próximos clicks para Reyes y fue entrar en la tienda cuando algo llamó poderosamente mi atención.


            Allá arriba, como ya he dicho, estaban unas nuevas cajas de Famobil. Eran más grandes, con más clicks, más complementos, fotos nuevas y espectaculares. ¿Qué era aquello? El dependiente nos explicó que eran las nuevas referencias de Famobil, súper sets que habían suplantado a las anteriores cajas de cinco clicks. Ahora entraban siete y seguían siendo temáticos. Mi madre me dijo que eligiera tres cajas de aquellas y yo, alucinado ante aquello, pedí a los Reyes Magos que me enviaran tres cajas de las nuevas. Había unas cuantas, pero tras verlas decidí que fueran la de los soldados de la Unión (ref. 3408), la del Oeste de vaqueros (ref. 3407) y una medieval donde entraban unos reyes, la princesa y soldados (ref. 3405). Podéis pensar que ya que pedí sobre todo del Oeste, porque no solicité a los Reyes Magos la caja de los indios (ref. 3406). Si no lo hice fue porque no estaba. Quizás el dependiente ya la hubiera vendido, o no la tenía. Como fuera, la cuestión es que al no estar no la pude pedir. Fue de esta manera como esa caja nunca la pude tener de niño y no fue hasta muchos años más adelante, ya de adulto, que la pude adquirir para mi colección.


            ¡Cuánto disfruté de esos playmobil! Mi infancia se vio salpicada de horas y horas de juegos con los soldados, los vaqueros y los medievales. Pronto vinieron más cajas de siete clicks (y entre ellos las clacks): la de los médicos y enfermeras, la de los policías… Y cajas pequeñas, o incluso alguna que otra de cinco clicks. Mi colección de Playmobil fue aumentando con el paso del tiempo y con todos ellos jugué mucho. Y de esas cajas se pasó a tener el fuerte Playmobil, el Fort Randall (ref. 3419), o el castillo (ref. 3446), pero sobre todo el barco pirata (ref. 3550), el primero, el legendario, la referencia de Playmobil más vendida en España, el juguete que prácticamente todos los niños de mi generación hemos tenido. 


El salto a los años 80

            Como ya expliqué en la anterior entrada, la empresa de Famosa perdió la licencia de los clicks en España que pasaron a ser fabricados y distribuidos por Playmobil. Hubo entonces un periodo nebuloso en el que no se sacaron nuevas referencias a la venta y por eso durante un tiempo existieron en el mercado cajas con el nombre de Famobil y otras con el de Playmobil, hasta que poco a poco todas las de Playmobil sustituyeron a las de Famobil. Y ocurrieron algunos cambios interesantes.
            Hay que aclarar que cuando era un niño yo jugaba con mis clicks. Los quería y trataba casi como algo vivo, pero para mí eran juguetes. Aunque quería tener muchos y ya sabía perfectamente los que más me gustaban, no poseía esa idea de coleccionismo tal y como lo entendemos. Quería tener más cajas para tener más variedad a la hora de jugar, no para coleccionarnos. El convertirse en coleccionista vino después. En ese periodo de los míticos años 80 en España.
            ¿Qué pasó? Lo normal. Uno crece y va dejando de lado los juguetes. Pero en mi caso siempre quise tener mis juguetes de la infancia conmigo. Como ya he escrito varias veces, cuidaba y guardaba mis cosas, y gracias a eso varios de mis juguetes me han llegado hasta la actualidad. Pero uno deja de jugar con ellos y los va arrinconando en armarios y trasteros. Yo tuve un problema adicional que era mis primos. Jugar con ellos era divertido, pero también en ocasiones frustrante y deprimente. Me rompían los playmobil, me perdían piezas cuando no me las robaban. Uno tampoco tenía la noción de lo que poseía entre manos, y aunque guardaba las cajas en el momento en que se me rompían o estropeaban las tiraba sin pararme a pensar en repararlas y guardarlas para el futuro. Es decir, que en el trayecto entre el niño, el adolescente y el adulto uno va perdiendo cosas que luego echa de menos, sobre todo cuando se convierte en coleccionista. También me desprendí de algunos de mis clicks: el castillo lo regalé, uno de los barcos piratas también, playmobil sueltos que fui dando por aquí y por allá a los hijos de mis vecinos, esas cosas…
            Así fue pasando el tiempo y aunque varias cajas y algunos playmobil seguían en mi poder, lo cierto es que perdí la inmensa mayoría de ellos. Y llegamos a los años 80. En mi vida ahora lo importante eran otras cosas: las discotecas, las chicas, los cómics, las películas, la música, los libros… Por aquel entonces las tiendas de juguetes seguían existiendo. Era normal encontrarte una en tu barrio o cerca de él. Ahora son más difíciles de encontrar. Los centros comerciales han acabado con las jugueterías, y también lo han hecho las cadenas de tiendas de grandes empresas. Pocas son las jugueterías que sobreviven hoy en día. De todas las que conocí ninguna ha llegado a estos días; una lástima.


            Pues bien. Ya en mi nueva casa, en Fuenlabrada, dando un paseo por el centro de la ciudad, encontré una juguetería y en el escaparate vi una caja de Playmobil del Oeste. Al ver la caja sentí una especie de punzada de nostalgia de la niñez y todavía no sé porque, sentí la necesidad de comprarla. Era una caja pequeña, entraban dos vaqueros, uno de ellos a caballo (ref. 3304). No lo sabía, pero esa decisión me convirtió en coleccionista. Al llegar a casa y abrir la caja me topé con el catálogo donde se podía ver toda la nueva colección del Oeste. Habían remodelado por completo la colección y los playmobil.
            A principio de los 80 (si la memoria no me falla creo que fue en 1982), Playmobil innovó sus clicks al dotarle de manos móviles. Aquello fue toda una revolución y éxito total, por lo que de inmediato los playmobil de manos fijas se vieron sustituidos por los de manos móviles. Pero las colecciones no habían cambiado. Sencillamente eran las mismas referencias únicamente que los clicks tenían las manos móviles. Las nuevas referencias que iban saliendo ya eran con esos playmobil nuevos. Pero la nueva colección del Oeste, que fue por mediados de los 80, eran referencias totalmente nuevas. Si bien los playmobil básicamente eran los mismos, ahora existían nuevos modelos de pelucas, rifles más modernos, los caballos podían venir de otros colores y pintados, más detalles y más accesorios. Los indios, por ejemplo, vieron toda una revolución cuanto que eran de tez morena; ya no eran blancos, eran indios. 


            Aquellas nuevas cajas del Oeste me gustaron mucho y me propuse ir comprándolas poco a poco. No para jugar con ellas, se me había pasado la edad (¿seguro?), sino por el placer emocional de rememorar mi infancia, de tener las cajas y los playmobil expuestos por mis estanterías y por toda la casa. En un principio decidí comenzar comprando las cajas pequeñas: el nuevo sheriff, el bandido, el mexicano con la guitarra, el trampero, el jefe indio… y luego ir a por las cajas medianas y más tarde a por las grandes. Fue una decisión acertada, porque no lo compré todo de golpe. Mi economía no daba para tanto, sobre todo porque tenía otros vicios que mantener como ya se ha visto en estas mis crónicas, y porque las jugueterías no tenían todas las referencias. Fue una tarea de años, de búsqueda paciente y diligente, pero las fui encontrando todas. Como digo, fue una acertada decisión, pues en la actualidad esas cajas pequeñas son muy difíciles de encontrar y suelen tener precios elevados.


            Sin darme cuenta, me había convertido en coleccionista y friki de los Playmobil, especialmente de la colección del Oeste, colección en la que suele girar toda mi ansia y esfuerzos. Ahora llegarían las búsquedas de cajas, encontrar jugueterías, ferias y compras por Internet, pero de todo esto hablaré en la siguiente entrada de Crónicas de un friki. Nos vemos…
Continuará…
   
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Son mi iniciación en el mundo del Warhammer 40.000 y digamos una continuación de Crónicas de un Friki a partir del cierre de la tienda.